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Jaime Laguna Berber.

Manifiesto personal: Sobre lo que el esfuerzo significa

Jaime Laguna Berber
Sé que hay cosas en la vida que solo se logran con un esfuerzo tan grande que parece imposible. A veces se trata de poner la vida misma, como en la lucha por las convicciones; otras, de avanzar apenas un milímetro hacia un objetivo cotidiano.
Para iniciar una carrera tuve que pasar primero por cinco años y medio de prisión por militar en la Liga Comunista 23 de Septiembre, LC23S. Justo después de una redada, fui el último detenido y sigo con vida; porque de esa redada soy el único que aún habla y escribe, no puedo ni quiero guardar silencio.
Después, años para tratar de ordenar mi vida., y cuando estaba por terminar, una orden de aprehensión —supuestamente por colocar bombas en Plaza Universidad— volvió a retrasarme. Pero terminé la carrera. Ese camino me tomó décadas y no he terminado de andar.

Puse el esfuerzo posible durante años para cuidar a mi madre. Al final se fue, pero el calor que dejó no se compara con nada: la satisfacción de haberla acompañado, a pesar de los momentos terribles, es más fuerte que cualquier pérdida.
He puesto en relaciones de pareja paciencia y la limitada capacidad que tengo para mostrar cariño y afecto. Algunas fueron tan preciosas que terminaron, y dejaron gratos recuerdos. Aprendí que, aunque duela, a veces es necesario soltar, porque el amor también a veces termina.
Aprendí que hay formas de decirme no; que no es solo una palabra: también son gestos, actitudes. Lo justo, lo digno, es respetar, hacerme a un lado, tomar distancia, dejarlo en el recuerdo y quizá guardar un espacio del corazón.

Defiendo casos legales que nadie lleva, que a veces implican riesgos o no hay pago, pero que valen cada esfuerzo que se empeña porque la causa, el sentido lo valne y ese es mi pago, mi satisfacción.
Inicié proyectos que llevan años de constancia, como reunir todos los ejemplares del periódico Madera, Periódico Clandestino y limpiar, letra por letra, hoja por hoja, miles de páginas, para entregarlas de manera digna a bibliotecas. Ese esfuerzo me enseñó que lo que parece imposible se logra con paciencia, con terquedad y con amor.
Lo que no pudo hacer la FEMOSPP, la Comisión de la Verdad ni el Mecanismo de Esclarecimiento Histórico, lo hemos logrado un grupo de compañeras y compañeros: recuperar, hasta donde los números alcanzaron, una serie completa de 128 legajos con casi 50,000 hojas sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre en el Archivo General de la Nación.

Ha sido un trabajo de años que no termina: hemos encontrado otras series, y logramos descubrir, escondido, el último y más brutal plan de exterminio contra la Liga, conocido como el Plan Rosa de los Vientos. Ese esfuerzo colectivo demuestra que donde el Estado falla, la persistencia de quienes luchamos abre caminos.
Logramos reunir el equipo logístico material para refundar la Editorial Brigada Roja, y trabajaremos con todo. Hemos publicado, en versión de prueba, tres nuevos ejemplares del periódico Madera, donde participa un amplio y calificado equipo de colaboradores. Logramos la transcripción completa de todos los periódicos Madera, y estaremos trabajando para que sean accesibles de manera pública. Recuperamos documentos fundamentales de la Liga, algunos poco conocidos, y los difundiremos. Entre las series editoriales que vamos a publicar, está Clandestinas, Mujeres de la LC23S que cuentan su historia, recuperación literaria- narrativa histórica de compañeras de quienes hemos logrado rescatar sus nombres.
Trabajamos sin un peso del gobierno, sin pedirle dinero a nadie, con recursos propios —que es falta de recursos—, pero con mucho compromiso de todas y todos los que están colaborando.
Iniciamos los trabajos del Centro Nacional de Documentación, Investigación y Análisis (CENDIA-LC23S), con carencias materiales para rescatar la historia de la LC23S desde el marxismo, pero con mucha energía que da el compromiso. El Centro está dirigido por una compañera y en él participan reconocidos y destacados académicos.
Cuando veo hacia atrás, me doy cuenta de que donde la represión cortó flores, apareció un jardín.

Funeral del “Guaymas”. Foto: Los Ángeles Press.

He mantenido la lucha por las compañeras y compañeros desaparecidos, y por quienes cayeron en combate, porque sé que, si alguno de ellos estuviera vivo, estaría tratando de hacer lo mismo: mantener vivo el recuerdo y seguir la lucha.
Logramos construir la lista más completa de víctimas, documentada en fuentes oficiales; registro necesario para exigir, demandar y dignificar. Esa lista siempre inicial ha costado años de trabajo, y sé que el camino por recorrer me llevará los que me queden por delante.
Hay quienes quieren que guarde silencio, que no opine, que no publique, que no hable de la Liga ni del Madera. Quieren que esté vivo, pero que actúe como muerto como ellos. Han juntado firmas para exigirlo, incluso personas que ni me conocen y que ni siquiera saben por qué su nombre apareció ahí. También están quienes me dicen que no fui dirigente teórico ni político, que “solo” fui brigadista. Para algunos, eso basta para imponerme el deber de callar.

Quisieran que hablara de historia y no de política del presente. Eso mueve envidia y resentimiento, y para quienes sirven al gobierno representa un reto: les impide apropiarse de la narrativa de la historia de la Liga para servir al régimen.
La dignidad pesa más que el dinero, la memoria es más fuerte que el silencio, y el amor, aunque duela, siempre merece ser vivido. La vida no alcanzará para terminar todo lo que inicié, pero estaré hasta el último día con la certeza de que luchar y amar son la misma forma de encender luz en la oscuridad.
Me han ofrecido dos veces ser diputado, y me he dado el gusto de declinar. El cargo dura tres años, pero la vergüenza sería para toda la vida. No me he hecho de fortuna, pero sí de un trabajo que me permite vivir de forma decorosa. Decidí dejar clientes que, más allá del pago, creen que me pueden maltratar. La dignidad pesa más que el dinero y el respeto no se negocia. No vivo como muerto. Sobreviví y vivo para hablar, recordar, a seguir el camino de quienes cayeron y de quienes amo. Porque cada lista que escribo, cada proyecto que nace, cada relación que cuido o que dejo, son también actos de resistencia. La lucha y el amor son lo único que vale la pena dejar como herencia.

Salas Obregón en la morgue.

A l@s compañeros de la Editorial Brigada Roja; a quienes mantienen viva la revista Madera, a quienes participan en el CENDIA; a los que trabajan legajo por legajo buscando la verdad en el Archivo General de la Nación; a quienes dan voz a la serie Clandestinas, y a los que de forma reiterada trabajan contra todo en redes sociales: mi gratitud. Cada una y uno, suma y demuestra que la memoria es un acto de resistencia. Frente al silencio, levantan.