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Cortesía/Río Doce/Iván Páez.

El sólo decir Pedro Infante sugiere múltiples significados: estereotipo de hombre, guapo, macho, masculino, atento, coqueto, mujeriego; tipo alegre, bromista, sencillo, caritativo; deportista disciplinado, que prefería fisicoculturismo, box y bicicleta, a fiestas y alcohol; enigmático ser que fingió su muerte para escapar a la fama o a los problemas; estudiante hasta cuarto de primaria, con capacidad para cualquier oficio; cantante y actor innato que alcanzó la cima y trascendió al tiempo; cinematográficamente, hijo de Fernando Soler, nieto de Sara García, esposo de Blanca Estela Pavón, papá de La Tucita, tío de Chachita, amigo de Luis Aguilar, rival de Jorge Negrete, enamorado de María Félix, vagabundo rescatado por Miroslava, fetiche del realizador Ismael Rodríguez… Sobre todo, alude a gente de pueblo, ídolo y máximo representante de la Época de Oro del cine mexicano.

El nacimiento de Infante Cruz, el ser humano, se dio el 18 de noviembre de 1917, en Mazatlán, Sinaloa. Hijo de Delfino (músico de orquesta) y Refugio (costurera), fue el tercero de 14 hermanos, de los cuales sobrevivieron nueve:  Rosario, Ángel, (Pedro), Carmen, Concepción, José Delfino, Consuelo, Refugio y Socorro. No obstante, el histrión más querido de México creció en Guamúchil, donde contribuyó a la economía del hogar desde pequeño: primero, como mandadero; después, de carpintero, mecánico, peluquero, afinador de pianos, reparador de bicicletas y, por influencia de su padre, músico y cantante. Él mismo se hizo una guitarra para acompañarse y sacar unos pesos más. También tocaba violín, trompeta y batería, y a los 15 años se integró a la orquesta La Rabia.

El ídolo de Guamúchil sólo tuvo una esposa legal: María Luisa León. Se conocieron en Culiacán, donde vivió otro tiempo, y en 1939 emigraron juntos a la Ciudad de México, a la que, según ella, llegaron sólo con “tres fuerzas para seguir adelante: amor, juventud y miseria”. Como la joven no podía tener hijos, adoptaron a Dora Luisa, hija de Carmen Infante. Por su parte, todavía en Sinaloa, a los 17 años Pedro procreó a su primogénita Guadalupe, con su novia Guadalupe López; estando con León, en 1947 inició la relación de seis años con la bailarina adolescente, Guadalupe Torrentera, con la que tuvo a Graciela, Pedro y María; y en 1953 se casó con la actriz de 15 años Irma Dorantes, y engendró a Irma —para este enlace el cantante presentó un acta de divorcio falsa. María Luisa se enteró e inició un juicio legal que terminó a su favor en 1957, cuando la ley la reconoció como única esposa del actor.  

PEDRO INFANTE. La leyenda.

La capacidad artística de Infante era inigualable. En lo musical, destacó por su afinada voz y su forma de interpretar. Su primera canción de éxito fue Nocturnal: con ella ganó un concurso de radio en 1939, en el que lo premiaron con un traje y su entrada triunfal a la XEB. Si bien en su carrera grabó más de 300 canciones entre rancheras, mariachi, boleros, vals y chachachá, el sinaloense se mantiene intacto en la memoria de millones de fanáticos por Cien añosQué te ha dado esa mujerNana panchaAlejandraNo volveréCarta a EufemiaYo soy quien soyTú y las nubesMe cansé de rogarleFallaste corazónMi cariñitoYo no fuiEl mil amoresPiel canelaLas mañanitas y El piojo y la pulga, aunque Amorcito corazón podría ser su sello inigualable.

En el cine brilló como pocos lo han logrado. A pesar de los años, sus filmes permanecen en el gusto del público y todavía provocan cualquier tipo de emoción. Entre historias muy buenas y otras no tanto, la filmografía de Pedro incluye 61 películas. La primera fue En un burro tres baturros (1939) y la última Escuela de rateros (1958), estrenada después de su muerte, al igual que Tizoc (por la que ganó el Oso de Plata en Berlín) un año antes. Indiscutiblemente, todas podrían disfrutarse, pero las obligadas son Los tres García (1947), Angelitos negros (1948) Nosotros los pobres (1948) Ustedes los ricos (1948), Los tres huastecos (1948), La oveja negra (1949), El gavilán pollero (1951) A toda máquina (1951), Qué te ha dado esa mujer (1951), Ahí viene Martín Corona (1952), Pepe El Toro (1953), Dos tipos de cuidado (1953) y Escuela de vagabundos (1955).

Para desgracia de muchos, en plena cúspide de su carrera y con un futuro que prometía acrecentar sus logros, la vida del mazatleco se interrumpió a los 39 años, mas no su fama y popularidad. La mañana del 15 de abril de 1957, Pedro Infante madrugó al aeropuerto de Mérida, Yucatán para volar a la Ciudad de México. Tenía días en su casa de la Ciudad Blanca, y una llamada telefónica lo hizo regresar de “urgencia”. A las 7:45, a los pocos minutos de haber iniciado el vuelo 904, el avión Consolidated B-24 Liberator de TAMSA (de la que era socio), con matrícula XA-KUN, presentó una falla mecánica y se estrelló en el patio de una casa de la capital yucateca. En el desplome del aparato que transportaba pescado, piloteado por el propio Pedro (contaba con casi 3 mil horas de vuelo) junto al capitán Víctor Manuel Vidal, murieron todos los tripulantes (además, el mecánico Marciano Bautista), la joven Ruth Rosell Chan, que tendía su ropa al sol, y el niño Baltazar Martín Cruz. Ese día nació una leyenda, la de El inmortal ídolo del pueblo.

Artículo publicado el 17 de noviembre de 2024 en el suplemento cultural Barco de Papel del semanario Ríodoce.