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Cortesía/Río Doce/Ismael Bojórquez.

Mario Vargas Llosa sorprendió al mundo intelectual hispanoparlante cuando dijo frente a miles de televidentes (había también público presente en el estudio), que “México es la dictadura perfecta”. Era agosto de 1990, Televisa transmitía un programa en vivo que dirigía el escritor y poeta Octavio Paz y se hablaba sobre El siglo XX: la experiencia de la libertad. El autor de La fiesta del chivo puso al PRI como un ejemplo de las dictaduras latinoamericanas, no porque hubiera usado la bota militar como lo hicieron aquellas en Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Guatemala, República Dominicana… sino por haberse eternizado en el poder haciendo uso de las instituciones, el control corporativo y un discurso populista y demagógico “México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México… México es la dictadura camuflada, tiene las características de la dictadura, la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inamovible”. Al refutarlo, Paz dijo que lo de México “no es dictadura sino un sistema hegemónico de dominación… hemos padecido la dominación hegemónica de un partido”.

Vale la pena recuperar esta discusión en el marco de lo que está ocurriendo ahora que se está prefigurando lo que llaman un “nuevo régimen”, que a lo mejor no resulta tan nuevo. Aquella vez Vargas Llosa vino a reivindicar a la izquierda mexicana y a fuerzas democráticas emergentes —y también a la oposición histórica del PRI, representada por el PAN—, pues en México se acababa de cometer un fraude electoral —en las elecciones presidenciales de 1988— en contra del Frente Democrático Nacional, conformado por una escisión histórica en el PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, y las fuerzas que venían de la izquierda tradicional. Fue un fraude descomunal y, para colmo, su principal operador, Manuel Bartlett, es ahora parte de la llamada cuarta transformación.

Al PRI ya no le había alcanzado el control corporativo a través de los sectores obrero, campesino y popular, ni su discurso posrevolucionario que, luego de seis años de un presidente neoliberal, Miguel de la Madrid y un candidato todavía peor, Carlos Salinas de Gortari, no convenció a los millones de mexicanos que acudieron a las urnas y le expresaron su respaldo a Cárdenas.
Así que, “dictadura perfecta”, como dijo Vargas Llosa o “sistema hegemónico de dominación”, como refutó Octavio Paz, lo que hace ahora Morena, al desaparecer instituciones como el Instituto Nacional de Transparencia (INAI), la Comisión Federal de Competencia y su insistencia en que debe desaparecer también el Instituto Nacional Electoral, INE, y al reformar la constitución a su antojo para evitar que sus reformas constitucionales sean inapelables, como esta llamada Supremacía Constitucional, habla de una proyección inequívoca hacia un estado de corte autoritario, dictatorial, aunque no sea sostenido principalmente a punta de bayonetas como aquellas dictaduras de las que hablábamos, sino con una retórica renovada y adaptada a los nuevos tiempos pero que, esencialmente, recicle al viejo PRI.

A iniciativa de AMLO, se pretende también desaparecer el Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social, (Coneval) porque es el encargado de medir los niveles de pobreza y al señor le molestaba que siempre salió mal evaluado en muchos rubros; también le molestó mucho que la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) ubicara estándares educativos más bajos que los recibidos en 2018 de manos del PRI. Si desaparecen el Instituto Federal de Telecomunicaciones, la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión Reguladora de Energía, nadie podrá vigilar las políticas públicas de estos sectores estratégicos y vitales para el país, pero que requieren de una vigilancia aguda desde fuera de quienes toman las decisiones. Si los organismos no funcionaban de acuerdo a su cometido había que hacerlas funcionar, no desaparecerlos. Los eliminan porque les estorban, no porque el país vaya a marchar mejor. Ellos se asumen como el Estado, pero no un Estado de instituciones, sino de un partido, lo que tanto se criticó desde la izquierda de la cual vienen muchos, lástima, convertidos ahora en aquellos levantadedos del PRI que tanto condenamos.

Bola y cadena
Y ESO DE LOS LEVANTADEDOS NO ES una metáfora ni parte de la sátira legislativa, sino una realidad que recorre el país, que parte de las cámaras federales y pasa por las legislaturas locales, las cuales en tiempos récord aprobaron la ley de supremacía constitucional, sin discusión alguna. Podrán argumentar que todo es parte de un proyecto y que, como los electores les dieron la mayoría, tienen derecho a hacer del país los que les parezca mejor; no importa que para ello tengan que desaparecer lo que ellos mismos, como oposición, ayudaron a construir.

Sentido contrario
LA INFORMACIÓN DE LA FGR sobre el caso Melesio Cuen ha llegado a cuentagotas y no es remoto que también ellos quieran manipular la investigación para proteger los intereses de personajes ligados al poder ¿Por qué no hay todavía órdenes de aprehensión si en otros casos han sido extremadamente diligentes? ¿O ya les está afectando el conflicto que traen con el Poder Judicial?

Humo negro
AUNQUE ESTA SEMANA FUE MENOS violenta que las anteriores desde que el conflicto se desató el 9 de septiembre, no hay signos de que esto vaya a concluir en el corto plazo. Las operaciones del gobierno, que han golpeado tanto a Mayos como a Chapos, han sido importantes para que los grupos en pugna tengan que medir muy bien sus acciones. El pleito es entre ellos y el Gobierno es un tercero en discordia, por cierto, mucho más poderoso que aquellos dos juntos. Ya se verá qué sigue.

Artículo publicado el 03 de octubre de 2024 en la edición 1136 del semanario Ríodoce.