Asegura alcalde que el enfrentamiento ocurrió en los límites de La Yerbabuena, Durango.
A pesar de los enfrentamientos armados ocurridos en la zona serrana que han dejado sendos multihomicidios, los turistas extranjeros que llegan en los cruceros turísticos a Mazatlán, se van de gira hasta Copala, Concordia.
“No hay alerta”, dijo Raúl Díaz Bernal, presidente municipal de Concordia, el martes 8 de octubre, cuando observó a un grupo de norteamericanos atento ante un guía de turistas que le explicaba la historia de Concordia, apoyado en la descripción de los cuadros de la pared del pasillo de palacio municipal.
El contingente de extranjeros formaba parte de los 120 turistas que viajaron en tres autobuses desde Mazatlán con destino a Copala, pero antes recorrieron Concordia, donde desde el 9 de septiembre, se mantiene una calma tensa.
Uno de los conductores de los autobuses turísticos comentó que durante sus viajes a Copala han encontrado camionetas con hombres armados por la carretera, pero que los turistas extranjeros nunca han sido molestados.
Turistas sin miedo al “diablito” de Copala
El martes 8, sin miedo, los turistas visitaron la parroquia de San José, ubicada en Copala, una joya arquitectónica que según el sacerdote e historiador religioso, Tomás Meza Guzmán, autor del libro Una Diócesis en el sur de Sinaloa, data del año 1775 y cuenta con una serie de detalles curiosos.
“La mayoría de ellos inexplicables y que han sido interpretados por el ingenio popular, como el grabado de unos cuernos en la pared izquierda, en el que se ha querido ver a un ‘diablito’, o la extraña figura de un hombre en jarras y con tricornio que se asoma por encima del coro”, relata el presbítero.
El clérigo, agrega que el fervor y la preocupación de los “copalenses” ha permitido a la hermosa edificación superar diversos eventos infaustos, ocurridos a lo largo de lo que lleva de existencia y que rebasa dos centurias.
“En 1830, por ejemplo, una gavilla de bandoleros profanó el templo, apoderándose de la joyería religiosa; repuesta en parte, la valiosa ornamentación, fue objeto de un nuevo saqueo en los años de la Segunda Intervención Francesa”, enfatiza.
El multihomicidio de octubre
Momentos antes de la llegada de turistas extranjeros, el alcalde Díaz Bernal, dijo a Ríodoce que el enfrentamiento de civiles armados donde murieron cinco personas, no ocurrió en la comunidad de La Petaca, sino más allá, en los límites de la zona serrana de Concordia, con el estado de Durango.
“El último enfrentamiento (de la noche del 4 de octubre) ocurrió más allá de La Petaca, rumbo a unos pueblos de Durango que están en la colindancia de nuestro municipio, que se llama La Yerbabuena, Durango”, asegura.
Cuestionado sobre las versiones de que los grupos armados irrumpen en los pueblos serranos despojando a los habitantes de sus teléfonos celulares para retenerlos contra su voluntad, Díaz Bernal sostuvo que tiene conocimiento que los pobladores aledaños a la zona de conflicto se quedan voluntariamente.
El multihomicidio del 4 de octubre se sumó al perpetrado el 25 de septiembre, en la comunidad de Loberas, ubicada en la zona serrana, a aproximadamente a 60 kilómetros del municipio de Concordia, que dejó siete personas muertas y dos heridas, y bloqueado con dos tráileres ponchados el túnel El Sinaloense, donde también fueron encontrados dos civiles muertos.
Algunas personas que disienten tanto de las cifras oficiales de civiles muertos, como de los lugares donde los grupos armados protagonizaron las balaceras, aseguran que éstas se habrían extendido desde Potrerillos hasta La Petaca.
“Desde el viernes y el sábado hubo balaceras, y el domingo también hubo y no salió absolutamente nada de información, y en La Petaca nada más dijeron murieron cinco, pero fueron muchos más”, sostuvo uno de los pobladores.
Algunos habitantes de Las Cañitas, Potrerillos, cuentan que una de las cruentas balaceras duró alrededor de seis horas, sin hacer ninguna tregua entre los contendientes de la batalla nocturna que parecía no tener final.
“Esta fea la cosa, en las balaceras hubo un ‘mundo’ de muertos, de los que no se ha informado, pero como que tienen entre ellos el acuerdo de que a los caídos los recojan inmediatamente”, asegura una versión extraoficial.
Se supone, añade, que hay una base de soldados en El Palmito, pero en todos los alrededores merodea la gente armada para proteger el territorio.
“No se imagina el mundo de gente armada que anda, pero anda por los alrededores, como conocen muy bien la sierra, no se vienen por El Palmito, porque ahí está la base de soldados, pero la balacera está acá”, lamentan.
Aunado a los estragos de las escaramuzas armadas, las familias que decidieron quedarse en sus casas de la comunidad de Chirimoyos, sufren la carencia del servicio de agua potable, porque los técnicos de la Comisión Federal de Electricidad no han acudido a restablecer las cuchillas eléctricas que alimentan el sistema eléctrico hidráulico que los provee del vital líquido.
A raíz de los enfrentamientos armados, decenas de familias que habitaban las zonas de conflicto han sido desplazadas por la violencia hacia El Salto, Durango, San Luis Río Colorado, Chupaderos, Concordia y Mazatlán.
En Mazatlán, las familias desplazadas sobreviven dispersas en las diversas colonias del puerto, y en la sindicatura de Villa Unión, como lo hicieron las 572 familias durante la migración forzada ocurrida en 2019, en el sur de Sinaloa.
Artículo publicado el 13 de octubre de 2024 en la edición 1133 del semanario Ríodoce.