López Obrador usa como ejemplo el caso García Luna que es un logro de Estados Unidos al tiempo que se molesta por el arresto de Zambada o Cienfuegos.
Cortesía/Los Ángeles Press.
Además de elogiar a Estados Unidos por el caso García Luna, AMLO volvió a endosar la responsabilidad de Ayotzinapa a Sheinbaum.
Aunque puso a García Luna como ejemplo de lo positivo que es que no haya impunidad, en el caso Ayotzinapa eso es lo que su gobierno ha dado.
Los Ángeles Press
La penúltima actividad matutina de Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional estuvo marcada por las profundas contradicciones que afloran entre la actitud y tono que asume cuando celebra el que Estados Unidos haya arrestado y enjuiciado a Genaro García Luna y la actitud que despliega cuando se trata de defender al general Salvador Cienfuegos o de tomar distancia del arresto por Estados Unidos de Ismael Zambada.
Y es que buena parte de la primera hora de la actividad de este jueves 26 de septiembre estuvo dedicada a atizar el fuego del encono con su predecesor en el cargo, Felipe Calderón Hinojosa.
Uno desde Madrid, el otro desde Palacio Nacional, se embarcaron en una de sus dinámicas favoritas desde que eran presidentes de los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática en la ahora lejana década de los noventa.
Si hay quienes celebran el que Calderón Hinojosa, responsable de la ahora tercera más cruenta ola de homicidios en la historia de México, pero que en su momento fue la primera, de imputarle a López Obrador y a su partido vínculos con las organizaciones criminales, ¿qué se podría decir de quien fue jefe de Genaro García Luna en el periodo 2006-12?
Y lo mismo se tiene que decir de quien reprochaba a Calderón el uso abusivo del Ejército en las campañas presidenciales de 2012 y 2018 pero que, apenas hace unos días, logró a fuerza de doblegar a quienes, hasta hace unos días descalificaba, como en el caso de la familia Yunes, que el Ejército tenga ahora facultades de fiscal o de ministerio público.
Y ello sin olvidar que López Obrador logró de su “amigo” Donald J. Trump el que el Departamento de Justicia de Estados Unidos se desistiera del arresto del general Salvador Cienfuegos, quien tiene entre uno de sus muchos “méritos” el haber sido el jefe supremo de la Secretaría de la Defensa Nacional cuando ocurrió lo que con toda probabilidad fue una masacre en las calles de Iguala en septiembre de 2014.
No conforme con haber tramitado en Washington, DC, la liberación del militar mexicano, López Obrador rehabilitó al exsecretario de la Defensa Nacional al condecorarlo en un acto público en Perote, Veracruz, en octubre del año pasado, como se puede ver en la fotografía que aparece después de este párrafo.
Es ahí donde yace una de las más notables contradicciones del actual gobierno. Por una parte, usa tanto como puede los buenos oficios del gobierno de Estados Unidos que investigó, arrestó y ahora busca fijar una pena de prisión de cadena perpetua a Genaro García Luna.
Ello se puede apreciar en este primer vídeo, un fragmento de la actividad en Palacio Nacional este jueves.
Lo hace al mismo tiempo que se dice víctima de ese mismo gobierno cuando habla de Salvador Cienfuegos, cuando se dice ajeno a todo conocimiento de las actividades criminales de Ismael Zambada o, peor aún, cuando ataca a Tim Golden por haber dado cuenta de los vínculos de los subordinados de López Obrador con las organizaciones criminales de México en 2006.
Y sí, López Obrador reconoció hoy lo importante que es que no haya impunidad y fue en ese sentido que celebró, una vez más, los buenos oficios del gobierno de Estados Unidos, cuando se trata de los crímenes de Genaro García Luna, como se puede ver en este segundo fragmento de la transmisión de la actividad de este jueves.
Sin embargo, tal y como lo hizo ayer, en el caso de la “desaparición” de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, López Obrador, simplemente jugó al bote pateado y dejará que sea su sucesora, Claudia Sheinbaum quien, a partir de la próxima semana refresque el repertorio de los pretextos para garantizar que haya impunidad en ese caso.
López Obrador dijo, una vez más que no quería irse sin expresar su “tristeza con los padres y madres de los jóvenes de Ayotzinapa”. Como si hubiera necesidad de explicarlo, dijo “hay que comprender lo que significa la pérdida de un hijo”.
Condescendiente, López Obrador les reconoció el derecho a expresarse públicamente, al tiempo que aprovechaba la oportunidad para volver a bañar en elogios a su sucesora de quien dijo, una vez más, “dará continuidad a la investigación”.
Ahí, López Obrador insistió en que no habría impunidad para nadie. Dijo que, según él, hicieron “todo por encontrarlos, se complicaron las cosas, están enredadas por intereses… La justicia tarda pero llega”.
En un párrafo que hubiera sido la envidia de Corín Tellado o de alguno de los guionistas de telenovelas de Televisa de la década de los setenta reprochó “a los oportunistas” y los culpó que es por ellos que se ha blindado una vez más el Palacio Nacional.
Así transcurrió la penúltima actividad de López Obrador en Palacio Nacional hasta que, poco antes de las diez de la mañana decidió llamar al equipo de producción de medios audiovisuales de la Presidencia de la República para tomarse fotografías juntos y desearse parabienes.
Las imágenes con el equipo que acompaña a López Obrador deberían servir, por cierto, para olvidarse del mito del presidente de la República como una suerte de adalid de los medios alternativos que por su cuenta sostiene canales en distintas redes sociales.
Lejos de ello, es una operación profesional, pagada con recursos públicos y que sólo desde la lógica de la simulación se puede presentar como cercana o similar al periodismo independiente.