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Cortesía/Rio Doce/Andrés Villareal.

En aquel tiempo en México solo se hablaba de cuatro grandes agrupaciones criminales: Los Arellano en Tijuana; lo que quedaba de los Carrillo en Juárez; los de Sinaloa y su extraña hermandad –Guzmán recién fugado de Puente Grande y Zambada el inatrapable-; y el Golfo, con Osiel Cárdenas y sus Gafes. Todos los cabecillas originarios de Sinaloa, por cierto, a excepción de los de Tamaulipas. Se ubicaba también a los Amezcua en Colima y los Valencia en el llamado Cártel del Milenio.

Es el tránsito del partido hegemónico a la alternancia con la presidencia panista de Vicente Fox. Después de gobernar como una clase política única, entendiéndose siempre con cualquier poder emergente, la nueva composición del gobierno provocó también cambios en el mapa criminal del país. Después de esos años de “relativa tranquilidad” foxiana, con una reducción de los homicidios con respecto a la etapa priista de Salinas y Zedillo, nada volvería a ser igual.

De aquellos tiempos es Osiel Cárdenas Guillen, liberado esta semana en los Estados Unidos después de más de dos décadas en prisión. Lo capturó el Ejército en 2003 y apenas entrando Felipe Calderón a la presidencia fue extraditado en enero de 2007 al vecino país. Se decía que seguía mandando desde la cárcel mexicana de Almoloya –hoy del Altiplano- por eso la exigencia de ser trasladado.

Cada uno de esos grupos reinantes de la delincuencia fue descomponiendo las sociedades donde establecían su poder: Tijuana, Juárez, Matamoros, Culiacán.

De Osiel Cárdenas siempre se dijo que era violento en grado superlativo. Incluso más que el legendario Ramón Arellano. La otra característica definitoria de Osiel y su agrupación es que unió a militares de élite que se encargaban de su seguridad, los llamados Zetas. Quienes después de la captura y extradición de Osiel se erigen como una organización criminal independiente.

Antes, como ahora, el dominio de los territorios se disputaba en una guerra sin tregua. Los Arellano queriendo matar al Chapo, y éste montando una emboscada en la disco Christine en Vallarta. Lo que resta de los Carrillo agarrándose con las uñas de Juárez, y Osiel Cárdenas y Joaquín Guzmán (no ellos, se entiende, sino sus grupos armados), enfrentándose a sangre por varias zonas del país.

De esa generación de narcos de inicio de siglo, el único que quedaba libre era Ismael el Mayo Zambada. Los demás están muertos o en la cárcel. De esas cuatro organizaciones que dominaban el poder criminal en México solo sobrevive la de Sinaloa, con los hijos del Chapo y del Mayo al frente –aunque ellos están precisamente en un momento de definiciones sobre ese liderazgo.

Margen de error

(Fox) A Osiel Cárdenas y a Benjamín Arellano los capturaron en los tiempos de la presidencia de Fox. Y presumió en su informe de labores el combate a las “organizaciones dedicadas al narcotráfico”.

A diferencia de sus antecesores, los llamó en el documento por su nombre y apellido.

Contra Osiel Cárdenas destacó las múltiples capturas de miembros de su organización y los aseguramientos. Y en 2003 la propia detención de Cárdenas.

Sobre los Arellano, destacó en el informe la detención de Benjamín en marzo de 2002 en Puebla. Y el encarcelamiento de servidores públicos que le prestaban protección.

Pero las matemáticas no se le daban a Fox, observó puntilloso Jesús Blancornelas desde su doble plana de Zeta, en Tijuana. Ateniéndose a los datos del informe de gobierno del panista, para que cuadraran necesitaban detener a tres miembros de la organización de Osiel cada día durante 43 meses, para sumar los 4 mil 220 prisioneros que decía Fox tener en las cárceles.

En el caso de los Arellano, a quien Blancornelas conocía hasta sus balas, era todavía más complicado porque necesitaba cinco arrestos diarios para sumar 7 mil 376 asociados. “El Cártel Arellano Félix es enorme –escribió- Pero más con dinero…No tanto en infantería…creo que en este momento, ni antes, han operado de un trancazo con siete mil hombres y, o mujeres”.

Primera cita

(AMLO) López Obrador da este domingo su enésimo informe. Aprovechó cada fecha para recordar su triunfo: el 1 de diciembre por el inicio del mandato; cada 2 de julio por la victoria democrática; los 1 de septiembre por el informe…y así. Esta vez podría ser la última celebración –o mejor la penúltima, como diría el clásico Cayetano Osuna.

Mirilla

(Congreso) El Congreso Federal está en la mira, apenas si tendrán tiempo de sentarse en la curul y agarrar aire, porque tienen encima el primer capítulo de las reformas que hereda el Presidente a Claudia Sheinbaum.

Será en el poder legislativo donde López Obrador podría colgarse una medalla victoriosa con la aprobación de la reforma judicial, o dejar enfrascada en un dificultoso laberinto a su sucesora. Ya no se trata solo de sacar adelante las modificaciones legales necesarias, que posiblemente con la mayoría aplastante solo resulte de trámite. El juego está ahora en quienes serán los implementadores de una reforma de ese calado.

Por ahora todos hablan de la mayoría calificada y de la sobrerrepresentación, pero también la oposición se juega mucho en esta primera partida del ajedrez político de los próximos tres años. Aun con todo perdido, ¿serán capaces de asumir una oposición digna? ¿Revelarán el cobre o aun en la derrota podrán mantenerse en pie? De la oposición que vaya surgiendo de estos movimientos y discusiones sobre las reformas dependerá el futuro de los nuevos personajes de este otro mapa criminal –digo, mapa político de México (PUNTO).

Artículo publicado el 01 de septiembre de 2024 en la edición 1127 del semanario Ríodoce.