Ismael Bojórquez/Cortesía/Río Doce.
Lo que ocurre ahora con la Fiscalía General del Estado de Sinaloa es tan extravagante, absurdo, bizarro, grotesco –y puede ser que hasta criminal–, que debiera convocar al reclamo unánime de la población, incluso a la protesta airada. Pero nada de eso está ocurriendo y vale preguntarse por qué.
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Luego del asesinato de Héctor Melesio Cuen Ojeda, el 25 de julio, y de haber realizado las primeras diligencias para esclarecer y judicializar el crimen, la FGE mostró a los sinaloenses su sobrada incompetencia, su desparpajo a la hora de realizar peritajes y, si se quiere —de esto, si es el caso, ya se encargaría de demostrarlo la Fiscalía General de la República— su complicidad con la delincuencia organizada.
Una vez que la titular de la fiscalía estatal renunció al cargo en medio de señalamientos de la FGR por la cauda de irregularidades que presentaron las diligencias realizadas, desde la noche del 25 de julio hasta que el caso fue atraído por la autoridad federal, el Congreso del Estado tenía que nombrar un nuevo o nueva fiscal, mediante un procedimiento que ya pasó y que comprende, por ley, tres filtros, se supone que para hacer más riguroso el nombramiento y, con ello, escoger a la persona idónea: el Consejo Estatal de Seguridad, el gobernador del estado y el propio congreso.
Advertimos —porque sabíamos que podía ocurrir, casi estábamos seguros que ocurriría—, que se habían inscrito en la convocatoria varios de los funcionarios que habían estado a cargo del caso Cuen y que solo por ello debían ser excluidos de la justa. Pero no lo hizo el Consejo, que los incluyó en la quinteta entregada al gobernador, ni tampoco el gobernador, que los integró a la tercia enviada al congreso. Al final, éste optó por nombrar a Claudia Zulema Sánchez Kondo, ex vice fiscal de la zona centro de la propia fiscalía estatal y responsable directa, por ordenamiento legal, de todas las diligencias que realizan los agentes del ministerio público y, por extensión, de las pesquisas de los peritos, médicos forenses y policías de investigación que dependen de ellos.
Y resulta que al día siguiente de que el congreso extendió el nombramiento para la nueva fiscal, la FGR advirtió en un comunicado que citará a todos y cada uno de los funcionarios, investigadores y peritos que hayan intervenido en la investigación del crimen de Melesio Cuen, teniendo esto como trasfondo la exposición pública, hecha por la misma FGR, de las anomalías encontradas en la chira de carpeta que, hasta que le fue quitada, integró la FGE.
Luego de ser ungida fiscal, Claudia Zulema Sánchez dijo que, si encuentra anomalías en el caso Cuen, integraría una carpeta de investigación. ¿Aunque usted esté involucrada? Le preguntó Ríodoce. Aunque yo esté involucrada, respondió. Claro, y como ha demostrado su enorme capacidad de investigar, no dudamos que ella misma se impute y se siente en el banquillo ante un juez con el reclamo de ser declarada culpable.
Que alguien explique ahora —del Ejecutivo o del Legislativo—porqué esa terquedad de ungir a alguien que ya se sabe que puede tener responsabilidad en un hecho criminal y no cualquier hecho criminal, sino uno de altísimo impacto, relacionado con otro hecho criminal de impacto internacional —presunto secuestro de Ismael Zambada— que ahora ocupa las primeras planas de los diarios de México y los Estados Unidos. Dijimos que, si esto ocurría, la pretensión sería limpiar el estercolero que había dejado Sara Bruna Quiñónez al renunciar, cosa que ahora se antoja imposible, y también tener el gobierno estatal a alguien a modo para continuar con su estrategia legal en contra de los funcionarios y exfuncionarios de la UAS ahora en el banquillo.
Las mismas tres instancias se equivocaron hace tres años cuando designaron a Sara Bruna y lo vuelven a hacer esta vez con Sánchez Kondo, solo que ahora el horno no estaba para bollos; hace tres años el primer gobierno de Morena iba llegando con un bono democrático inigualable y en medio de eufóricas expectativas de cambio; ahora los escenarios son muy distintos y la soberbia no es buena consejera porque vuelve ciegos a los hombres del poder y los desconecta de la realidad. La historia está llena de ejemplos.
Bola y cadena
VOLVAMOS AL POR QUÉ EL PODER ACTÚA con tanta impunidad sin que la sociedad reclame. Si aceptamos que el crimen de Melesio Cuen fue de alto impacto por tratarse de un personaje envuelto siempre en polémicas, con armas políticas fuertes, sólidas, que solo con tronar los dedos llenaba calles y plazas, ¿por qué no hay un reclamo de justicia por parte de sus seguidores? ¿Dónde están sus amigos, su familia? ¿Dónde está el PAS? Cuando levantaron a uno de sus operadores, Luis Alonso García Corrales, fue Cuen quien encabezó movilizaciones para que lo regresaran con vida, airadas movilizaciones, incluso acusatorias. Este silencio solo puede explicarse por el miedo. Y esto es lo último que debiera ocurrir en una democracia, en un país de libertades: que nos atrape el miedo.
Sentido contrario
SI LOS MISMOS QUE ELIGIERON A la nueva fiscal de Sinaloa apoyan la elección de jueces, magistrados y ministros ¿por qué no proponen y cambian el sistema de elección de fiscales y agentes del ministerio público? Y hasta podríamos elegir a los jefes de la policía. Si se trata de combatir la corrupción, empecemos por aquí. Con eso salvaríamos la Patria.
Humo negro
SI ALGUIEN DICE O PIENSA QUE EL jueves pasado no fue negro porque la violencia no llegó a la ciudad y se mantuvo en la periferia, que les pregunten a los miles de culichis que tuvieron que caminar kilómetros para llegar a sus casas porque se suspendió arbitrariamente el servicio del transporte. Y sobre el pánico que abrazó la ciudad hasta que los comandos del narco se retiraron por su voluntad. Que nadie se cuelgue medallitas: el gobierno no hizo nada y solo le tocó después recoger los cacharros que quedaron en medio de las cenizas y el humeante tufo de caucho calcinado.
Artículo publicado el 01 de septiembre de 2024 en la edición 1127 del semanario Ríodoce.