Homicidios y policías, una relación complicada
Otros datos analiza la relación entre las tasas de homicidios y de policías por cada 100 mil habitantes en México y América Latina.
Otros Datos: México cuenta con casi 330 policías por cada 100 mil habitantes; Estados Unidos, 204 y Canadá, 184.
También tiene más policías por cada 100 mil habitantes que Guatemala (240), Honduras (173) y Costa Rica (274).
Por Rodolfo Soriano-Núñez/Cortesía: Los Ángeles Press
¿Existe algún vínculo entre la violencia, medida según el número de homicidios por cada 100 mil habitantes, y el número de policías que prestan sus servicios?
Aunque en principio uno podría suponer que sí, que en la medida que se tenga un mayor número de policías la violencia y males asociados como el homicidio y otros crímenes se pueden controlar más, la realidad es que, al menos en lo que hace a América Latina, es muy difícil decir que efectivamente hay reducciones en la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes en la medida que se aumenta la tasa de policías por cada 100 mil habitantes.
Hay países que han logrado cumplir con esa idea, como Colombia, pero tal y como ocurre con la relación entre la tasa de homicidios y la tasa o el número de jueces por cada 100 mil habitantes, hay países en los que aunque se ha aumentado el número policías no han ocurrido mejoras en materia de violencia.
Con voz propia
México, con menos jueces que toda Latinoamérica
Las razones para ello pueden ser muchas. Es posible que los aumentos en el número de policías vayan demasiado rezagados respecto del número de homicidios. Es posible también que otros países de manera consciente reduzcan el número de policías porque se han adherido a nuevos paradigmas de seguridad pública que, por ejemplo, incorporen un mayor uso de tecnología de vigilancia o de tecnologías forenses, de modo que no se necesiten tantos detectives o policías investigadores como antes.
Lo que es un hecho es que, a la luz de la información disponible en el repositorio de la Oficina de Naciones Unidas Contra el Narcotráfico y el Crimen, UNODC por sus siglas en inglés, no es posible encontrar una respuesta contundente a las preguntas sobre las relaciones que podrían ocurrir entre el número de homicidios por cada cien mil habitantes, una medida proxy o de aproximación a la realidad de la violencia, y el número de policías también por cada 100 mil habitantes.
De hecho, como se puede ver en la primera gráfica de esta entrega de la serie Otros Datos, de 19 países para los que se cuenta con suficiente información para construir las correlaciones, en nueve el sentido de la correlación está lejos de ser alentador. Son países en los que, al mismo tiempo que han ocurrido aumentos en el número de policías también han ocurrido aumentos en la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes.
Hay casos como Argentina en el que es muy difícil validar el resultado tan robusto (0.60) de la correlación, porque sólo se cuenta con tres observaciones (2012, 2014 y 2015) para la serie de la tasa de policías por cada 100 mil habitantes, por lo que sería preferible poner ese resultado en una suerte de reserva.
Es una situación similar a la de Brasil, donde la correlación es todavía más robusta, a pesar de que se tienen un poco más de observaciones (ocho) para la serie que mide la tasa de policías por cada 100 mil habitantes.
Aunque es menos robusta la correlación (0.35), en Estados Unidos se presenta una situación similar: pues las tasas han variado casi de manera paralela, como se puede ver en la gráfica correspondiente. Es el caso también de Filipinas, donde la correlación es ligeramente más robusta (0.42) que la de Estados Unidos.
Lo es también en el caso de Perú, aunque—como ya se ha señalado en entregas previas de esta serie—la nación andina es una de las que menos información ofrece en materia de tasa de homicidio. Tristemente, también es el caso de Uruguay, que es el “campeón” en la tasa de policías por cada 100 mil habitantes con 886 oficiales que no han sido capaces de controlar la crecida en la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes que inicia a finales de los noventa y continúa.
Las correlaciones de Perú y Uruguay son de 0.87 y 0.86, lo que las hace muy robustas y podría llevar a muchos a suponer que sería mejor descartar este indicador. En ambos casos, sin embargo, sus tasas de homicidios por cada 100 mil habitantes son la tercera parte de las tasas que se observan en México y América Central.
El sentido de la correlación en este caso tendría que ser negativa, es decir, que con un mayor número de policías, ocurriera un menor número de homicidios. Ése es un escenario en que destaca la República Dominicana con una correlación negativa muy robusta, del orden de -0.88. Es el caso también de Honduras y Guatemala, donde el aumento en el número de policías ha ido acompañado de una caída en el número de homicidios.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de UNODC.
En Honduras la correlación es de -0.51, con un número más bien bajo de policías y en condiciones de operación muy difíciles, por lo que es posible suponer que ahí sí era necesario elevar el número de policías, pero—de todos modos—el número de policías hasta llegar a una tasa de poco más de 173 policías por cada 100 mil habitantes sigue siendo marcadamente inferior al de México y, de todos modos, las tasas de homicidios de México y Honduras son similares. Ello implica que aunque haya mejoras, aumentar el número de policías no resuelve por sí mismo el problema.
En Guatemala la correlación es mucho más robusta, similar a la de Perú o Uruguay, del orden de -0.85 y ocurre en el sentido deseado, es decir, en la medida que aumenta el número de policías disminuye el número de homicidios. Como en el caso de Honduras, es posible suponer que el aumento en el número de policías ayudó en alguna medida a que se redujera la intensidad de la violencia como la captura el índice de homicidios por cada 100 mil habitantes.
Colombia y Ecuador ofrecen correlaciones todavía más robustas. En Ecuador es de -0.9, casi perfecta, y se comporta según el patrón deseado: al mejorar , gracias a aumentos, la tasa de policías por cada 100 mil habitantes, mejora también, es decir, cae la tasa de homicidios. Lamentablemente, Ecuador no siempre reporta su información a los organismos internacionales que sostienen repositorios. En la entrega previa de esta serie, no fue posible construir la correlación entre la tasa de jueces por cada 100 mil habitantes y la de homicidios.
En Colombia la correlación es un poco menos robusta, del orden de -0.81 y sigue el patrón deseable, es decir, a mayor número de policías, menor número de homicidios. Colombia siempre plantea un reto para el análisis, pues es imposible perder de vista que muchos de los homicidios ahí tenían que ver con las actividades de los grupos guerrilleros. Eso es algo que ha existido antes en otros países de América Latina, como Perú o América Central, pero no es relevante ahora en América Central y no lo es, en modo alguno, en México, uno de los países más violentos de América Latina.
En la actualidad, Colombia y México tienen tasas de policías por cada 100 mil habitantes similares como lo son también las de homicidios. Será necesario prestar atención a lo que pudiera hacer en los próximos años el gobierno colombiano para comprender mejor el vínculo entre estas dos tasas y otras.
Hay dos países en los que aunque la correlación tiene el signo deseable, es decir, negativo, el resultado observado no es el deseable. Uno es Chile, el otro es México.
En Chile la correlación tiene signo negativo y es robusta, del orden de -0.51 pero ese comportamiento es el resultado de un proceso por el que, en años recientes, hubo una caída abrupta, muy marcada de la tasa de policías por cada 100 mil habitantes. En 2017 la tasa reportada por Chile era de 316 policías por cada 100 mil habitantes. Un año después esa tasa era de sólo 68 policías por cada 100 mil habitantes. Es un caso que, obviamente, requiere de mayor atención y análisis.
En un escenario similar se encuentra México. Ahí, la correlación es de -0.31. Es decir, el sentido es el deseable, pero el efecto se logra por las razones equivocadas, pues aumentaron los homicidios en la medida que caía la tasa de policías por cada 100 mil habitantes. La serie de esa tasa inicia en 2009 con 381 policías por cada 100 mil habitantes. Alcanza un pico de 387 en 2013 y llegó a 2020 en su mínimo, un total de 329. No es posible elaborar demasiado porque la serie mexicana apenas empieza en 2009.
No sabemos, tristemente, cuál era la situación en este asunto antes de que iniciara la dantesca Guerra contra el Crimen Organizado de Felipe Calderón, de modo que es difícil hacer evaluaciones de más largo aliento.
Un caso similar al de México y Chile es del Canadá. Ahí la correlación es más robusta que la mexicana, pues es de -0.45, pero es claro que han aumentado los homicidios en la medida que cae la tasa de policías por cada 100 mil habitantes. Como en el caso de Uruguay, es una caída que no acerca a ninguno de esos países a la situación similar a la de una guerra que se vive en México, pero deja ver un cierto empeoramiento de las condiciones de funcionamiento de su sistema de seguridad pública.
Al considerar las comparaciones de México con otras subregiones del continente americano, se observa una situación compleja. México tiene una mejor tasa de policías por cada 100 mil habitantes que Estados Unidos o Canadá, pero la tasa de homicidios en México es de las peores, como ya se ha visto en entregas previas de esta serie.
La situación es similar al comparar a México con Centroamérica, la República Dominicana y Belice. México no puede considerarse que tenga una marcada desventaja y, sin embargo, los niveles de violencia son graves.
Lo mismo puede decirse del resto de las comparaciones de México con América del Sur y con los países con un grado de desarrollo similar en el continente americano. Quizás sería bueno tener una situación similar a la uruguaya, pero las ventajas de Uruguay parecen no depender de la tasa de policías por cada 100 mil habitantes que tiene, la más elevada del hemisferio occidental.
Esta semana no fue posible comparar a México con Sudáfrica, pues ese país no ha reportado estos datos a la UNODC, por lo que la comparación sólo se hace con Filipinas. Esa comparación arroja la misma paradoja que la comparación con otros países y subregiones: México no está en peores condiciones en este indicador. De hecho, comparado con Filipinas, México tiene casi el doble del valor de la tasa de policías por cada 100 mil habitantes y, sin embargo, sus números en términos de homicidio son terribles.
Será necesario considerar otro de los factores a los que los gobiernos de América Latina han recurrido en fechas recientes para hacerle frente a sus problemas de seguridad y violencia: las fuerzas armadas, que será el tema de la siguiente entrega de esta serie de Otros datos.
También es necesario considerar el peso de la corrupción como un factor clave al considerar el efecto que puede tener, o no, datos como el la tasa de policías por cada 100 mil habitantes, así como el problema del diseño institucional. Una de las maneras en que países europeos y Estados Unidos resuelve el problema de la corrupción es por medio de estructuras que compiten entre sí y que se vigilan unas a otras.
En Europa es el caso de las estructuras de las gendarmerías que complementan pero también vigilan a otras corporaciones. En Estados Unidos, aunque la Agencia para el Control de las Drogas, la DEA por sus siglas en inglés, tiene amplias facultades en el ámbito del combate al narcotráfico, no es la única institución que puede perseguir los delitos vinculados al narcotráfico.
En México se ha optado ya desde los setenta porque sea el gobierno federal y sólo el gobierno federal el que tenga facultades en materia de tráfico de drogas, por ejemplo. Eso tiene consecuencias. Algunas podrían ser buenas, aunque son difíciles de identificar cuando se considera el saldo de la violencia que padecemos.