Si el Gobierno de México y las fuerzas armadas hicieran su trabajo, prácticamente todos los presidentes municipales y todos los trabajadores de “Reglamentos” de Jalisco deberían de estar en la cárcel por permitir que los baños de antros, restaurantes, bares, antros y burdeles de todo este estado sean tiendas de droga donde están los sicarios y vendedores entre el turismo nacional y extranjero como sucede en Tlaquepaque, Tonalá, El Salto, Guadalajara, Zapopan, Puerto Vallarta y todos los municipios del estado.
Pero como los políticos se hacen leyes para ellos, son intocables, nadie les puede hacer nada porque gozan de “Fuero”, una figura constitucional que permite a todo funcionario de México delinquir sin que nadie les haga nada.
En los baños del burdeles como el Cartier ubicado en El Salto, El Cadillac, la cervecería Chapultepec y el Botanero 21, en Tlaquepaque, se ven los vendedores y vendedoras del cartel, ensillados o enbancados con las drogas y el dinero en las manos con la protección de los guardias de estos antros. Sólo así se explica el alto número de asesinatos y desaparecidos en este estado.
El Ejército, la Guardia Nacional y la Secretaría de Gobernación hacen oídos sordos a las denuncias que algunos hacen y estos denunciantes son criminalizados por las fuerzas dependientes del presidente que abrazándolos (a los asesinos), sólo multiplicó el mal y la adoración al Demonio, en una impunidad nunca antes vista ni en lugares como la Colombia de Pablo Escobar Gaviria.
Las cervecerías empezaron en Aguascalientes, con un prestanombres del cacique de ese estado, Carlos Lozano de la Torre y de Ricardo Monreal Ávila, también cacique pero del estado de Zacatecas y por supuesto, sus negocios son transnacionales con cientos de lugares esparcidos por todo México y América Latina.