0 8 min 4 años

Ismael Bojórquez/Río Doce.- Esta semana terminan las campañas, todo indica que igual que comenzaron, sin novedades en la contienda principal que, en Sinaloa, es por la gubernatura. Estas fueron planas, sin sacudidas importantes, con escarceos mínimos, golpes bajos que no trascendieron y una batalla paralela en los tribunales que tuvo su alcance más importante en la decisión de la sala regional de Guadalajara del TEPJF de eliminar las candidaturas comunes en tres municipios y seis distritos locales, con lo cual terminó afectando las aspiraciones del Partido Sinaloense y, de paso, aunque en menor grado, las expectativas de Morena.

El segundo debate de candidatos a la gubernatura fue esperado en el marco de una puja mediática de los dos candidatos principales, Mario Zamora y Rubén Rocha, por demostrar quién estaba arriba en las encuestas y si su desempeño en el debate, organizado por el IEES, podía marcar una clara diferencia de uno sobre el otro. No fue así. Los dos iban preparados para responder ataques pero al final ninguno de ellos tiró la primera piedra. Rocha llevaba en su portafolio documentos de supuestos créditos que, estando en Financiera Nacional, Mario Zamora otorgó a Francisco Labastida hijo, al parecer a fondo perdido. Por su parte, Mario llevaba en sus carpetas documentos que supuestamente probaban negocios de Jesús Aguilar con uno de los hijos de Rubén Rocha cuando el ex gobernador se desempeñaba como subsecretario de Agricultura en la administración de Enrique Peña Nieto. Pero se quedaron con las pistolas apuntando, amartilladas y con el dedo en el gatillo, porque nadie disparó, como en las películas del Piporro.

Eso sí, quisieron usar secuaces para que dispararan por ellos. Los dos candidatos acudieron a Gloria González, ex candidata del PT, para que fuera ella quien descargara las pistolas. Lo hizo Rocha pensando que, siendo el Partido del Trabajo un aliado de la 4T, Gloria podría acceder. Pero no fue así. También porque días antes la candidata había atacado al gobernador en una entrevista que le hizo El Sol de Sinaloa, diciendo que cuando estuvo en el Registro Civil, la despidió por no prestarse a simular gastos que no se hacían, con el propósito de desviar recursos. Pero no la convenció y entonces habló Mario Zamora –o su gente– con ella y el resultado fue que mejor no se presentó al debate pretextando que tenía síntomas de COVID-19. Raro porque ese mismo día estuvo en una entrevista en la televisión local, donde se le miró absolutamente sana. Ese martes 26 la candidata acudió a un centro de salud para hacerse la prueba del covid y salió negativa. Ambos, Rocha y Mario sabían que podían hacerse daño en el debate pero decidieron no atacarse. Lo cual, al final, convino más al candidato que lleva la delantera porque las percepciones no se modificaron y, con ello, tampoco las preferencias. (el viernes, cuando esto se escribía, Gloria González anunció que declinaba su candidatura para unirse a Mario Zamora, lo cual fue calificado por el diputado federal petista, Gerardo Fernández Noroña, con un “son chingaderas”. Y llamó a votar por Morena.

Ese fue el nivel de las campañas. Ninguno de los dos candidatos hilvanó propuestas de fondo. Rubén Rocha construyó su discurso a partir de los postulados del presidente Andrés Manuel López Obrador –emulando, incluso, algunos de sus desplantes—y Mario Zamora no salió de sus “créditos para todos”. Ninguno planteó una estrategia contra la drogadicción y la violencia, menos contra el narcotráfico. Y ninguno tampoco fue concreto en temas de salud, educación, empleo, que son vitales para lograr un buen nivel de vida en la gente, en toda, no solo en los más desprotegidos.

A la renuncia de la candidata del PT para unirse a Zamora, Rocha respondió que no alcanzará a sumarle ni un punto porcentual. Y Zamora pudo contestarle que Tomás Saucedo, que hizo lo mismo para sumarse a Rocha, no le dará dos votos.

Fue una campaña breve, por fortuna, y todo indica que en este nivel no habrá sorpresas. Éstas pueden presentarse en algunos municipios y distritos locales y federales, pero con saldos no muy alentadores para la alianza Va por Sinaloa, reflejo de la que fue concebida a nivel nacional para detener a Morena y sus aliados, bajo el emblema “Salvar a México”. Ya hablarán las urnas.

Bola y cadena
Y AUNQUE LA SANGRE NO LLEGÓ al río como en otras entidades, las campañas no fueron ajenas a la violencia y a las presiones del crimen organizado y de grupos de poder ligados a cacicazgos de todo tipo. Una de las víctimas de los últimos días fue Fernando Pucheta, candidato de la alianza PRI-PAN-PRD, a quien amenazaron para que se bajara de la campaña so pena de sufrir las consecuencias. No lo hizo hasta ahora, pero estuvo a punto. El asesinato del comandante Joel Ernesto Soto, su jefe de policía cuando fue alcalde y director de la Policía Estatal, fue interpretado por él como un mensaje inapelable.

Sentido contrario
SOBRE ESTE CRIMEN QUE SIN DUDA hay que cargar al crimen organizado, las autoridades deben explicar por qué, conociendo los antecedentes –operativos donde había estado– y el contexto, con agresiones previas, se permitió que el comandante anduviera sin escoltas. No basta con que el secretario Cristóbal Castañeda diga que él quiso moverse con un bajo perfil. Todos ellos tienen formación militar y sabían los riesgos que enfrentaba el director de la Policía. Hay responsables administrativos en esta muerte. Y muy probablemente también de otro tipo.

Humo negro
¿DE QUÉ SE RÍEN LOS CANDIDATOS? Cuando posan para la cámara, deben decir, repetidamente, “tres, tres, tres”. El fotógrafo puede disparar decenas y decenas de veces la cámara hasta que logra lo que le encargó el publicista. Se trata de vender confianza, empatía, seguridad… Es la envoltura del producto, como los Cheetos. Para que la gente los compre.

Columna publicada el 30 de mayo de 2021 en la edición 957 del semanario Ríodoce.