Regeneración, 5 de abril del 2020. Por años, los migrantes mexicanos han sido parte fundamental de la producción agrícola de Estados Unidos.
El trabajo de miles de paisanos en territorio estadounidense retribuye no sólo a esa nación sino directamente a México con las remesas que envían, «los heroes vivientes», como los ha llamado el presidente López Obrador.
A pesar de su importancia, la administración de Donald Trump ha sido enérgico con su postura antimigrante.
Sin embargo, la emergencia mundial provocada por el coronavirus ha estimulado el oportunismo por parte del gobierno estadounidense, tal como lo califica la Dolia Estevez
Ironía: los indocumentados, la mayoría mexicanos, que cada año cosechan frutas y verduras que consumen , portan ahora un documento que dice que son “esenciales” para la cadena alimenticia por lo que no pueden ser deportados. Primer documento oficial que les dan. Oportunismo.1
La periodista señala que la tercera parte de los alimentos que consumen los ciudadanos estadounidenses, los recolectan manos mexicanas.
Esta medida forma parte del plan de emergencia de Estados Unidos ante los estragos económicos que traerá la emergencia sanitaria en el mundo, el cual considera «esenciales» a trabajadores principalmente procedentes de México.
Pero la ambigüedad de esta declaratoria se expresa en el que este «reconocimiento» es parcial, pues no significa el otorgamiento de la residencia o ciudadanía a los trabajadores.
La conveniencia se nota a simple vista. Estado Unidos tiene que salir «victorioso» de la recesión que se avecina y para eso necesita a los migrantes mexicanos.
La pandemia también ha suspendido muchas de las operaciones de Inmigración y Control de Aduanas, en el país.
«El 18 de marzo, la agencia dijo que ajustaría temporalmente su postura de ejecución para enfocarse no en inmigrantes indocumentados comunes comunes, sino en aquellos que representan una amenaza para la seguridad pública o criminal», refiere Miriam Jordan periodista del New York Times.
Sin embargo, aunque con menor temor por la deportación, los trabajadores del campo continúan trabajando, incluso poniendo en riesgo su salud.