Para confirmar si la identidad de la persona encontrada ejecutada en el kilómetro 106 de la carretera Internacional 15 Mazatlán-Culiacán, el viernes 21 de septiembre, la Vicefiscalía de Justicia en la Zona Sur, aplicó la prueba de ADN.
Desde el viernes 21, algunos familiares y conocidos de Ramón Gallardo Campista el Gato, hicieron acto de presencia en el Servicio Médico Forense para reclamar el cadáver de quien se aseguraba correspondía al afamado gavillero, pero la Vicefiscalía, lo entregó hasta tener certeza plena de su identidad.
“En relación a esta persona localizada el viernes 21, fue identificada por una de sus hijas, quien respondía al nombre de Ramón Alberto, de 52 años, desempleado, sin domicilio fijo…”, dijo el Vicefiscal, Cruz Alejandro Flores Salazar.
El funcionario judicial agregó: “Al parecer vivía en la zona serrana de San Ignacio, Concordia y Cosalá, originario de El Pueblo Nuevo, El Caballo, San Ignacio, sin estudios, quien fue identificado por su hija y un sobrino, la hija aportó pruebas genéticas y al cuerpo también se le tomó una muestra, que concuerda con un 99.99 por ciento, la persona la identifica como tal”.
El final del mito
Perseguido por el gobierno y una legión de enemigos que se había ganado a pulso, Ramón Gallardo Campista, el Gato, desde la década de los años 90’s, hasta 2010, a salto de mata, se forjó una leyenda de gavillero entre traiciones y perpetrador de famosas masacres que habían dejado una estela de muerte.
“La que masacró a los 12 fue la gavilla de Los Librado que viven en Vado Hondo, son gente de el Gato“, corrió la voz aquél 11 de junio, de 2014, en San Ignacio, cuando 12 hombres originarios de El Guayabo fueron masacrados.
El gobierno del estado también había acusado a Gallardo Campista de ser el principal responsable, entre otros crímenes, de la masacre del 10 de mayo de 2002, en la sindicatura de San Jerónimo de Ajoya, donde murieron 12 personas, entre ellas, tres policías intermunicipales, cuando celebraban el Día de las Madres.
Desde ese entonces, Gallardo Campista, sentía que la muerte le pisaba los talones, porque en 2003, advirtió el “ojo por ojo” a sus enemigos de adentro y fuera del Gobierno.
“Si mis enemigos malandrines me andan buscando que vengan sin capucha donde yo estoy y me busquen y aquí nos arreglamos, pero no quiero que vengan revueltos con la Policía Ministerial del Estado”, retaba.
“La PME está muy acostumbrada a encapuchar a mis enemigos y son los que vienen haciendo el trabajo sucio, pero si siguen asesinando a gente inocente, yo voy a empezar a matar policías y van a ver que entre los policías vienen revueltos malandrines”, acusaba.
La madrugada del 21 de septiembre fue hallado ejecutado con un texto escrito con plumón negro en una cartulina blanca que sus ejecutores dejaron sobre su pecho y que la Vicefiscalía tampoco había querido confirmar: “Por fin cayó Ramón Gallardo alias el Gato, tanto tiempo que anduvimos tras de ti, pero a cada chango se le llega la hora y te tocó a ti. Ahí está ese secuestrador que tanto daño hizo a la gente”.
Artículo publicado el 30 de septiembre de 2018 en la edición 818 del semanario Ríodoce.