El Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México está en riesgo de inundación, al estarse construyendo en la zona del Lago de Texcoco, Estado de México, el cual se ha usado como un vaso regulador para que la capital del país no se inunde, y que además es un lugar que sufre hundimientos diferenciados.
Así lo dijo el doctor Arnoldo Matus Kramer, director General de la Agencia de Resiliencia de la Ciudad de México, al impartir ante estudiantes de la Maestría en Proyectos para el Desarrollo Urbano (MPDU) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México la conferencia ‘El proceso para la implementación de la Estrategia de Resiliencia de la CDMX’.
El riesgo de inundación del nuevo aeropuerto no es sólo un asunto de vulnerabilidad para éste, toda vez que cambiar el ciclo hidrológico del Lago de Texcoco puede tener también afectaciones para la Zona Metropolitana del Valle de México, en términos de inundación, explicó Matus durante su ponencia, que formó parte del ciclo de conferencias ‘Resiliencia urbana y sustentabilidad’ de la MPDU.
En términos de resiliencia el proyecto del nuevo aeropuerto es muy cuestionable; pero si ya se va a construir, hay muchas formas de hacerlo más resiliente. “Sé que hay medidas de mitigación, lo que no sé es qué nivel tengan ya de implementación estas medidas, en torno sobre todo a los componentes asociados con el agua”.
Por otro lado, la construcción del nuevo aeropuerto también representa una gran oportunidad, al ubicarse a cinco kilómetros del Centro Histórico y financiero de la Ciudad de México. Esto representa una oportunidad para toda esa zona de comunidades marginadas y con un nivel de desarrollo menor, donde se puede impulsar la regeneración urbana a través de una mezcla de usos de suelos.
“Se ha hablado que una gran parte de ese terreno debe ser un parque. A nosotros (la Agencia de Resiliencia de la Ciudad de México) nos interesa mucho que si se va a hacer algo en el (nuevo) aeropuerto el componente de agua sea clave”.
Resiliencia en la CDMX
Al hablar de la resiliencia de la CDMX, Matus Kramer mencionó que hay que “pensar en el pasado como un determinante de variables claves para entender tu vulnerabilidad presente, pero también para pensar en el futuro”.
Por ejemplo, el riesgo sísmico de la CDMX y las condiciones de su suelo no se pueden entender si no se considera que ésta era una ciudad lacustre, y que a lo largo del siglo XX ha sido transformada hasta convertirse en una de las más grandes megalópolis del planeta.
“Claramente, por las condiciones que tenemos, estamos propensos a inundaciones. Naturalmente, las escorrentías tienden a ir a la zona baja de lo que era la zona lacustre del Valle de México. Y hay una gran parte de nuestra infraestructura estratégica que está en las zonas bajas: el aeropuerto actual, el nuevo aeropuerto, el Centro Histórico, el centro financiero”.
En otro orden de ideas, dijo que en la CDMX falta todavía “atender proyectos muy puntuales de adaptación al cambio climático”; pero opinó que en la Maestría en Proyectos para el Desarrollo Urbano de la IBERO “se pueden empezar a generar proyectos a nivel local, a nivel comunitario, que realmente respondan a los retos que hay en relación con el cambio climático”.
Detalló que muchos de esos retos principales están asociados con el agua: inundaciones, provocadas por lluvias torrenciales; o sequías, que afectan el nivel de las presas del Sistema Cutzamala.
Afirmó que existe “un riesgo latente de sequía para el centro del país”, lo cual tendría implicaciones para la Ciudad de México; y si se prolonga por mucho tiempo podría generar conflictos sociales importantes. Por ejemplo, “después del terremoto (del 19-S) hubo fuertes afectaciones al sistema de agua potable, también al drenaje; y había vandalismo, había mucho descontento social, sobre todo en las delegaciones Iztapalapa y Xochimilco, por la falta de acceso al agua”.
Asimismo, la infraestructura hidráulica en la CDMX está en un momento crítico por falta de mantenimiento e inversión. El sistema de aguas de la ciudad cuenta sólo con alrededor de 50% del dinero necesario simplemente para mantenerlo en condiciones.
“Es un tema preocupante porque nuestra infraestructura hidráulica está envejeciendo, una gran parte de ella tiene más del ciclo de vida de 60 años que se calcula para la infraestructura, y se necesitaría estarla reemplazando. Y por otro lado, tenemos 42% en fugas en la ciudad”.
Para el doctor Arnoldo Matus, el tema del agua realmente es un tema crítico de largo plazo para la ciudad, pues el nivel de sobreexplotación del acuífero es dos veces el nivel de sostenibilidad, y además hay un gran desconocimiento de cuáles son los niveles actuales del acuífero y sobre cuánto va a durar el acuífero; algunos científicos dicen que restan 30, 40 años o 50 años.
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