Río Doce.- A nueve meses del asesinato de Javier Valdez Cárdenas, quien “amó con obras y miraba a través de los ojos del prójimo”, la familia del periodista cuestionó que se le haya dejado solo.
En un mensaje de la familia del fundador de Ríodoce, que fue leído por su hermana Patricia Valdez durante una protesta realizada este jueves en la Fiscalía General del Estado de Sinaloa, lo recordó como un hombre “terco”, que “amaba y defendía lo que hacía…”.
“Siempre se le miraba dedicado a su trabajo, lo disfrutaba, pero nunca se olvidaba de su gran amor que tenía hacia los jóvenes, niños y los adultos mayores desvalidos; cualquier persona que le compartía sus problemas los hacía propios, le quitaban el sueño y la tranquilidad a sus pensamientos, porque era una persona con un gran sentido de empatía y de protección de los vulnerables…los olvidados de una guerra sin fin”, señaló.
“Sus acciones siempre fueron hechos incondicionales, no se quedaba con los brazos cruzados, amó con obras y miraba a través de ojos del prójimo, nueve meses con él en el corazón y pensamiento… y ella, mi madre, sabe que lo hemos dejado solo, eso debe avergonzarnos a todos, porque somos cómplices en el silencio, en el miedo, en perder la fe, porque la justicia es poco viable en este país”.
Añadió que de no haber sido asesinado el 15 de mayo de 2017, volvería a repetir ‘quédense así, inmutables, escondidos, ausentes y callados, hasta que nos lleve a todos la chingada’.
Recordó que desde que nació Javier les cambió la forma de “ver y sustentar la vida”.
“Buscando la justicia y la equidad, especialmente para los más desprotegidos. (Mi madre) Te vio crecer, sabía de tus ideales, tu convicción y le rogaba a Dios que te dejará llegar lejos, mucho más del tiempo terrenal”, expresó.
“Te veía en la cima del mundo, sabía que eras grande, no sólo por tu tamaño, sino por la grandeza de espíritu. Lo miraba en tus ojos, en las expresiones que emanan del alma, auténtico mediador de las causas nobles. Te vio crecer durante cincuenta años, un mes y un día, se sentía satisfecha pero siempre preocupada por tu contribución a la paz y la justicia”.
Ante periodistas, activistas y amigos de Javier, dijo que a nueve meses de su asesinato, “no es tiempo de rendirse”, “no es tiempo de mirar a otro lado y cerrar los ojos a la realidad”.
“Es tiempo de fijar la mirada, en lo que queremos para cada uno. Es tiempo de pensar en todos los atropellos y los asesinatos contra los periodistas y ciudadanos honestos y valientes, ya no a la impunidad. Es tiempo de gritar verdades y romper silencios.
“¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que un crimen se olvide? ¿Cuántos días, cuántos meses, cuántos años? ¿Cuántas lágrimas hay que derramar? ¿Cuántos cuentos, cuántas crónicas, cuánta prosa gastar? Porque esa es la gran tarea que nos dejó Javier Valdez: no rendirnos ante las acechanzas, decir lo que pasa, contar lo que ocurre, investigar, narrar, denunciar, protestar… pensar”, dijo.
“Durante nueve meses hemos estado protestando por el crimen de nuestro compañero y hemos estado exigiendo que se haga justicia, que se investigue, que no se proteja a los criminales, que los autores materiales e intelectuales del asesinato sean llevados a juicio. Ahí queremos estar, y esperamos verlos en un banquillo judicial hasta que sean sentenciados. Y por eso no desmayamos y no habrá descanso para nosotros mientras no haya justicia y no se castigue a los asesinos”.
Añadió que la exigencia de justicia va también por el asesinato del doctor Miguel Ángel Camacho, director del la clínica del Issste de Mazatlán; el abogado Miguel Ángel Sánchez Morán, los dos maestros que laboraban en Concordia, y de la niña Dayanna…
“Dos semanas después de que emplazamos justicia para Javier Valdez, estuvo en Culiacán el secretario de Gobernación y ante él, el gobernador del estado, Quirino Ordaz Coppel, se comprometió a esclarecer y castigar estos crímenes. Y a la vuelta de ocho meses ninguno de estos casos se ha resuelto”, cuestionó.
“Y preguntamos entonces al gobernador del estado y al fiscal general de Sinaloa: ¿cómo miden ellos la justicia? ¿Con qué vara y qué criterios? ¿Tienen o no recursos para perseguir los delitos y castigarlos? ¿O es el miedo el que los ata? Sinaloa se ahoga ahora, como hace 10 y 20e años, en un mar de impunidad; nada ha cambiado en esta tierra donde el que manda está en las sombras e impone sus reglas a fuerza de plomo y sangre”.
Pese a la violenta realidad, estimó que Sinaloa merece paz.
“Esa es la realidad, nuestra realidad, y está en nosotros transformarla; no con el silencio ni la apatía, sino con la protesta, el reclamo, la unidad, la persistencia. Sinaloa, como México, merecen paz, pero esta no vendrá a nosotros; tenemos que ir por ella, buscarla, encontrarla; nos costará mucho más de lo que podamos imaginar, pero ahí está; y a eso nos invitó Javier en sus arengas y sus textos; a no ser apáticos, a atrevernos a pensar, a luchar, a protestar”.