Ajo Blanco/Cuauhtémoc Villegas Durán
La salida del Capitan Benítez de la policía municipal de Aguascalientes sólo demuestra una cosa: los mandos únicos no sirven más que para reprimir.
Para salvar a México se deben limpiar las policías y debe haber “Inteligencia” dijo hace unos días un mando policíaco que conformó la caída de los carteles de Colombia en la época de horror iniciada a finales de los 80 con Pablo Emilio Escobar Gaviria, considerado uno de lo más grandes criminales del mundo y abatido en 1993.
Algo le faltó decir al especialista en el tema: los políticos que mandan esas policías deben tener ética y valor, agallas.
En Aguascalientes, el recién corrido capítan Benítez fue impuesto por el gobernador Martín Orozco Sandoval en la policía municipal de Aguascalientes, quien acaba de nombrar subsecretario de Gobierno a un miembro del extremoderechista yunque.
Orozco es un hombre carente de palabra y también de ética: persigue a un antiguo amigo “periodista” José Luis Morales porque en la campaña a la gubernatura publicó una llamada donde su dipuatado Jorge López, un servil coordinador de campaña de Orozco hablaba de la venta de la plaza y donde se decía que la alcaldesa Tere Jiménez no le quiso entrar al negocio.
Como la alcaldesa no le entró al negocio, Orozco impuso a un hombre venido del convulsionado Guanajuato donde justificaba la represión y el abuso policíaco contra delincuentes e inocentes.
En el poco tiempo que lo tuvo en el municipio, Orozco uso al capitán Benitez para echar la policía 2 veces al director de Objetivo7 cuando barría la calle de su casa, golpeó en una trampa a normalistas de Michoacan uno de los cuales perdió el ojo y en el municipio se multiplicaron todos los delitos y volvieron las ejecuciones y por supuesto se lavó las manos culpando a la alcaldesa sólo provocando la caída de su represor Benítez.
Policías débiles y pequeñas pueden justificar el no enfrentar y hasta servir al narco pero, la policía de Aguascalintes con 1600 elementos -Más que la policía estatal- puede ser limpiada y ponerse verdaderamente al servicio de la sociedad en vez de procurar robarla y reprimirla y no hacer nada contra la delincuencia.
Aunque la alcaldesa quedó marcada por el tema de los “moches” cuando fue diputada, su posición firme y valiente le da la oportunidad de demostrar que cuando los alcaldes no se entregan a la delincuencia y se arriesgan a limpiar y mejorar sus policías, la guerra del narco podría tener su fin, más aún si se deja de legislar con hipocresía, temor e intereses, para legalizar las drogas, al menos las naturales como ya lo hace el primer mundo: y es que ese es el problema que vivimos, en un país tercermundista gobernado por saqueadores sinvergüenzas, asesinos y censores que sólo buscan puestos para volverse millonarios y tener todo lo no tuvieron cuando se morían de hambre en la infancia, como Martín Orozco, que de ser un niño campesino muerto de hambre, hoy viaja en aviones privados, tiene gasolineras, sirvientes serviles, terrenos, rancho, alcohol y comida en abundancia y sus infaltables putas a las que, por supuesto, nada les falta por abrir sus piernas a cuenta del trabajo y el sudor de los buenos ciudadanos que también mantienen a los bastardos del macho de Jalisco.
Carlos Lozano, quien impuso a Orozco con ayuda de la Iglesia local, uso también el mando único para saquear y reprimir a los maestros durante las reformas, a #YoSoy132 en la elección del 2012, para también perseguir y encerrar periodistas mientras entregaba los más grandes negocios de Aguascalientes, como el palenque y el casino de la feria de Aguascalientes al asesinado narcolavador de los Zetas, Alejandro Ceja y los sicarios zetas llegaban de Zacatecas, como Eric Tejas, detenido por el general Eddy y substituido en la entonces procuraduria local para que no pagara condena haciéndolo otro en su lugar.
Por es el Nuevo Sistema de Justicia Penal exhibe a las víctimas con nombre y foto mientras oculta a los criminales para que ni víctimas ni periodistas sepamos quienes son. Vaya legislaciones.