CASO JAVIER VALDEZ. Sigue el silencio
Río Doce.- Por una nota de la periodista Dolia Esteves, publicada el viernes en el portal de noticias sin embargo.mx, nos enteramos que el gobierno de Sinaloa contrató a la empresa Mercury Public Affairs, dedicada a las relaciones públicas, para mejorar la imagen del estado. Como si fuera cosa de una campaña publicitaria cambiar la percepción de la gente, se invertirán 5 millones de pesos (ya con los gastos de operación) en diez meses. Tal vez la cantidad no es muy grande, y pueden ser diez, o 20 o cien, eso es lo de menos. Porque no se trata aquí de cambiar la imagen, sino las cosas, la realidad que padecemos todos los días los sinaloenses.
No se sabe aún para qué, específicamente, fue contratada la empresa. Será porque en abril del año entrante se llevará a cabo en Mazatlán, por primera vez, el Tianguis Turístico o porque, en el marco de la renegociación del Tratado de Libre Comercio, Sinaloa esté tratando de limpiar los tomates y las berenjenas de suspicacias relacionadas con el medio ambiente, —por aquello del uso de herbicidas y plaguicidas no permitidos— o con los derechos humanos, con eso del uso, —todavía no controlado del todo—, de mano de obra infantil.
Que no se tire el dinero a la basura. A los extranjeros no se les engaña con un paneo sobre el mar, el sol brillante y una chica —modelo, por supuesto— dando sorbos a una Margarita. Lo que tiene que cambiarse es la realidad, la inseguridad con que aquí vive la gente, la de a pie y la de autos de lujo también. Y todavía así no hay ninguna garantía de que las percepciones cambien porque se encuentran muy arraigadas.
Todo el mundo sabe que la imagen de nuestro Sinaloa es terrible no solo en México sino en el extranjero. Hace años el exgobernador Mario López Valdez pidió al gobierno federal que ya no llamara al cártel local “Cártel de Sinaloa” porque eso afectaba la imagen de la entidad. Alguien le hizo caso y luego se le empezó a llamar “Cártel de Pacífico”. Malova le apostaba a las percepciones, más que a la realidad. Pero, además, de una manera muy hipócrita, porque desde que asumió el poder entregó las policías a quienes lo habían apoyado en su campaña hasta con acciones intimidatorias y de guerra sucia contra sus opositores, ya no digamos con dinero, porque ese siempre aparece en las campañas.
En el gobierno de Jesús Aguilar pasó algo peor. No existía la Secretaría de Turismo y se creó con el fin de llevar a cabo acciones que permitieran el desarrollo de esa actividad aprovechando las potencialidades de la entidad: Mazatlán, los pueblos mágicos, la gastronomía, la historia…
Pero el primer titular de la secretaría fue Antonio Ibarra Salgado, un conocido lavador de dinero del narcotráfico, en los tiempos en que en el Cártel de Sinaloa todo era miel sobre hojuelas. Todo iba bien o eso parecía. Relacionado el señor, nadie se atrevió a decirle al gobernador que se había equivocado, que una persona con ese perfil no podía ser el encargado de promover la cara bonita de Sinaloa y que, por el contrario, podía ser contraproducente.
El 22 de diciembre de 2009, el funcionario fue asesinado con ráfagas de metralleta en pleno centro de Culiacán. Una semana antes, elementos del ejército había cateado su casa, ubicada en el residencial Álamos, donde también viven los Coppel, los Vizcarra… Nunca se aclaró el crimen, por supuesto, y a nadie le interesaba hacerlo porque todo el mundo dio por hecho que su muerte tuvo que ver con el manejo de dinero sucio de la mafia.
Quirino Ordaz está cometiendo muchos errores y lleva apenas seis meses al frente de la administración. No se percibe un gobernador que traiga idea de lo que hay que hacer y más bien se observa disperso, sin idea de la política, agobiado por los problemas de violencia y la carencia de recursos que enfrenta. Por si fuera poco, carga como una cruz uno de los crímenes de más alto impacto que se haya cometido en México en los últimos años, el del periodista de Ríodoce, Javier Valdez.
¿Quiere cambiar la imagen de Sinaloa en el extranjero, gobernador? Cambie la forma de gobernar. Eso sería un buen comienzo. Y tal vez le cueste menos.
Bola y cadena
EL GOBERNADOR ES DE MAZATLÁN y debe recordarlo muy bien. Antes de que una bola de plebes amanecidos lazara la estatua de El Venadito y la tumbara jalando la cuerda con una camioneta, era parte de un no pedido narcotour porque tenía tres o cuatro balazos que le había pegado el Cochiloco en los años ochenta. Los taxistas llevaban a los turistas y les mostraban los impactos de bala, luego los pasaban por las casas aseguradas de los Arellano Félix ubicadas en el malecón y les contaban la historias que habían escuchado. Y nadie decía nada. Cuando detuvieron a Joaquín Guzmán en el edificio Miramar, este se convirtió en la atracción turística por excelencia. Pero ahora el empresario turístico es gobernador. Y hay que cambiar la imagen…
Sentido contrario
PASAN LOS DÍAS Y EL CASO de Javier Valdez sigue encriptado por las fiscalías que lo investigan. Aunque es una demanda que ya tiene 15 días expuesta oficialmente ante el gobernador, con copia a las fiscalías, no han definido quién se queda con el caso para evitar que la responsabilidad se diluya. O no tienen nada concreto todavía, o le están apostando al olvido. Mientras, la gente quiere respuestas.
Humo negro
DICE LA EX PROCURADORA, Arely Gómez, que la PGR usó el espionaje a través del programa llamado Pegasus que adquirió Jesús Murillo, el de la “verdad histórica” sobre Ayotzinapa. Y que ella también lo hizo, pero para combatir al crimen organizado. Muy bien, ahora que alguien explique quién espió a los periodistas, a los defensores de derechos humanos y a varios políticos.