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CRUCEROS. La bonanza que se fue.

Desmanteló el turismo naviero y lo que quedó lo entregó a parientes políticos: prestadores de servicios

A los turisteros de Mazatlán involucrados en la prestación de servicios al turismo naviero, les queda muy claro que el sexenio de Mario López Valdez fue un desastre.

La zona dorada no brilla como hace diez años. El deterioro y el declive se observan en sus calles desoladas y sucias y sus banquetas semidestruidas. Los restaurantes, bares y locales comerciales cerrados, y algunos en venta, advierten que algo está pasando.

Hay quienes atribuyen esta errática situación a la inexperiencia de los titulares de Turismo Oralia Rice y Francisco Córdova Celaya, que muy poca habilidad y dominio tuvieron para manejar la política turística del Estado.

También quienes asocian este desplome de la derrama económica del turismo naviero al interés del ex gobernador Mario López Valdez por favorecer al matrimonio Parolari-González, cuyo hijo, Giancarlo —casado con una supuesta sobrina de Malova—, agarró el “timón”, quedando entre familias el control de la derrama que genera el arribo de cruceros a Mazatlán.

Lo cierto es que los guías de turistas, artesanos, restauranteros del puerto y hasta los que antaño ofrecían pan y café de olla a los visitantes a cambio de una propina en los pueblos de Concordia y Rosario, ven este periodo de bonanza como algo del pasado y se lamentan porque transcurridos ya seis años, continúan esperando el regreso de estos grupos que cada semana ayudaban, más en la zona rural, a paliar su complicada pobreza.

El ex presidente de una Asociación de Guías de Turistas, Alfonso Salmán Morales, se atrevió a decir que “los sinaloenses cambiamos el corazón por la chuleta”.

Hacía referencia a ese “error histórico” de haber optado por Malova para Gobernador de Sinaloa, y no por Jesús Vizcarra, quien cuando fue Secretario de Desarrollo Económico del Estado, elaboró un diagnóstico sobre ventajas que tendría convertir a Mazatlán en “home port”, o algo así como hacer de Mazatlán el puerto base para el embarque de pasajeros de todas las navieras que operan cruceros por la costa del Pacífico.

“Y es lamentable porque el abasto de insumos para estos barcos habría reactivado muchas áreas de la economía regional”, asegura el operador con más de treinta años prestando servicios, quien asume que “el gobierno pasado nos desmanteló la actividad”.

Oscar Juárez, otro de los ex líderes de las Asociaciones de Guías Turísticos que pasearon al turismo naviero por el sur de Sinaloa, destaca que el puerto llegó a recibir a algunas de las más importantes y lujosas compañías navieras el mundo.

En los folletos de Cristal Cruices Line; Princess Cruices Line; Celebrity Cruice Line; Carnival Cruice Line; Royal Caribean; Norweigian Cruices Line; Disney Cruices Line; Holland American Cruice Line y Oceanía Cruices, se promovía a Mazatlán como uno de los destinos turísticos más atractivos de la riviera mexicana.

Algunas de estas navieras se retiraron de forma definitiva y otras continúan con mucho menos escalas.

Carnival Cruices Line, que traía dos barcos cada semana a Mazatlán, ahora llega ocasionalmente una vez al mes o cada dos meses, mientras que a Puerto Vallarta y Los Cabos continúa operando sus cruceros semanalmente.

Esta naviera decidió suprimir los arribos a Mazatlán y los agregó a Puerto Vallarta, donde los turistas en vez de estar un día —como antes— ahora permanecen dos. Esta misma naviera le daba a Mazatlán estrenar algunos de sus cruceros como el “Jubile”; “Elations” y el más grande de estos, “Carnival Splendor” que era de cuatro mil pasajeros.

Otra de las navieras que consintió a Mazatlán fue “Royal Caribean”, la cual se ha distinguido por construir los cruceros más grandes del mundo, y el “Mariner of the Sea” se estrenó en Mazatlán cuando era crucero de mayor capacidad en la flota naviera mundial.

“Kristal Cruice Line”, una de las más lujosas y que tenía en Mazatlán uno de sus destinos preferidos, ahora llega solamente dos veces al año.

Este año, de enero a diciembre solo arribarán un promedio de 85 barcos, cuando en las épocas de bonanza, anteriores del 2010, llegaban en promedio 350 a 400 barcos.

Con estos datos, los prestadores de servicios coinciden en que se trató de un desmantelamiento del filón turístico naviero.

Enrique Peraza, un prestador de servicios de arrendamiento de autobuses turísticos sostiene que quien le pegó “al traste” al arribo de cruceros en Mazatlán, fue la ex Secretaria de Turismo del Estado, Oralia Rice.

Las compañías navieras se agarraron del asesinato del empleado ocurrido en el hotel las Flores en la zona dorada. “Oralia, no supo qué hacer. Con su trato descortés y su soberbia con que siempre se manejó, echó abajo las negociaciones porque no supo manejar los protocolos con que se rigen estas compañías. Le faltó tacto al gobierno para liderar las negociaciones con los empresarios. Nos puso puros secretarios de turismo de fachada”, dice.

Nunca entendieron, agregó, “que la actividad turística es muy frágil y habría que poner al frente del turismo en Sinaloa a un funcionario con un perfil amplio. Nombró secretarios sin experiencia y terminamos con esto que parece un sexenio perdido. Sin avances y con un Mazatlán jodido como cuando acaba de pasar un ciclón”.

Y para colmo, agrega, lo poco que dejó del turismo naviero, se lo entrega a una familia, los Parolari, que junto con Tropical Tours tienen monopolizado el negocio del turismo naviero.

“A nosotros, los de abajo, solo nos reparten migajas”, asegura.

Destaca que ciertamente cuando Tropical Tours operaba los servicios a las compañías navieras, era también un monopolio, pero Rafael Rivera, el encargado en Mazatlán, les daba trabajo a muchos.

La derrama se distribuía más equitativamente porque contrataban hasta 200 taxis, 100 pulmoneros, 50 aurigueros, autobuses para los paseos foráneos y el reparto era más equitativo. En los pueblos, hasta los niños que vendían artesanías de madera recibían beneficios. Ahora, todos estos beneficios los concentran las familias Parolari e Irving, propietarios de Playasol y Tropical Tours, respectivamente, señala.

Encima de que controlan el servicio de transporte, a los pocos prestadores de servicios que contratan, Parolari les pagan cuando le da su voluntad y lo hace porque se siente protegido por la autoridad. Opera camiones de su propiedad en la ciudad y ofrece el servicio como si fuera un camión urbano. Los turistas suben una y otra vez, cuantas veces quieran cuando permanecen en el puerto. Y aquí los taxistas, pulmoneros, aurigueros son los amolados, porque antes de ejercerle monopolio eran servicios que ellos ofrecían, comenta el arrendador de autobuses turísticos.

Jorge Luis Ríos Rubio, líder del Sindicato de Vendedores de Artesanías en zona federal, declara que a los turistas navieros que llegan, se los llevan a sus negocios y los regresan ya muy tarde al recinto fiscal, donde se localiza el mercado de artesanías.

Asegura que la están pasando muy mal porque hay semanas que no llega barco y cuando hay es muy poca la venta porque no los dejan comprar con libertad en estos lugares.

Y coincide en que el arribo de viajeros por barco está monopolizado por el Operador de Playa Sol. Ese es el sentir de los vendedores de artesanías. Desde el 2011 comenta que han emigrado de Mazatlán muchos empresarios propietarios de tiendas de artesanías, galerías de arte que ahora están en Los Cabos, Cancún, Vallarta o Playa del Carmen.

El propietario de un local de artesanías en el Recinto Fiscal asegura que el turismo que llega a raíz de que se inauguró la autopista Mazatlán-Durango, si ha favorecido pero compra muy poco este tipo de productos, y la afluencia de este flujo de visitantes es de jueves a domingo.

El grupo de dirigentes cuestionó fuertemente el ingreso de nuevas modalidades en la venta y oferta de servicios turísticos al puerto, y refirieron que al monopolio que ya se observa en el turismo naviero, se presenta también el tema de los paquetes todo incluido.

Acordaron en una reunión que pedirán una entrevista con el Gobernador del Estado, Quirino Ordaz Copel y el Secretario de Turismo Estatal, y solicitarán a la Diputada de la Comisión de Turismo del Congreso estatal, Margarita Villaescusa, que se aborde el problema y aporten soluciones.

La diputada Margarita Villaescusa opinó que “turistas de algunos cruceros ni siquiera bajan de los barcos, debido a la percepción de que Mazatlán no es un lugar seguro y en eso hay que trabajar. Hay que apostarle a que lleguen más turistas y a ofrecer mayor seguridad para que puedan incluso quedarse”.

El “All inclusive”, es una modalidad que si bien está en Sinaloa, no son muchos los hoteles que operan esta estrategia, entre ellos el Riu, de los más grandes.

Para la diputada local, se debe tener claro el impacto que ocasionan las estrategias de comercialización de las empresas operadoras de servicios turísticos cuando se va concentrando la oferta de servicios, como es el caso del “All Inclusive”.

Considera que en este tema, es importante tener claro hacia donde se quiere llevar a Sinaloa y sobre esto crear leyes para regular la actividad turística de tal forma que se abran espacios para la operación de los paquetes “Todo Incluido” o bien establecer normas y criterios para evitar el surgimiento y crecimiento de monopolios que puedan afectar los ingresos de las familias que tradicionalmente dependen de esta actividad, como el caso de la gastronomía rural.

Admite que no está Mazatlán al nivel de Playa del Carmen o Cancún —que tienen un mayor flujo de turistas—, pero sugiere que autoridades y legisladores junto con prestadores de servicios deben ocuparse en trabajar una política pública que garantice orden y sustentabilidad en la actividad.

Recientemente se aprobó una nueva ley donde el recurso del tres por ciento de promoción será administrado por el Secretario de Turismo con apoyo de un Consejo Ciudadano, integrado por empresarios y prestadores de servicios organizados, para definir mejor el gasto del sector turístico.