Andréz Villareal/Río Doce.- Tiempo muerto es lo que piensa el PAN de Sinaloa que son estos meses previos a la llegada del gobierno de Quirino Ordaz. Quiere detener todo, como si existiera el botón de pausa, esperan que termine su pesadilla del gobierno de Malova y tomar decisiones después del 1 de enero de 2017. Mientras tanto, en los meses que faltan, los grupos internos se desgarran.
Con esa decisión el PAN demuestra que todavía le tiene miedo al gobernador. El hombre que llevaron al poder y que les correspondió después imponiéndoles como dirigente a Edgardo Burgos, aún es temido por quienes deciden en la cúpula de Acción Nacional. Tanto, que prefieren esperar su salida y solo después meterse en su proceso interno. No es solo eso, claramente, tiene que ver también con la lógica nacional y la disputa por la candidatura a la presidencia en 2018.
Con el agua que le queda al bule de Malova creen los panistas que pudieran ahogarse, para usar aquella gastada frase atribuida a Alfonso G. Calderón cuando le dijeron que ya su gobierno agonizaba. Precavidos los panistas mejor se quedan quitecitos. A veces, alguien puede ahogarse hasta con su saliva.
Aunque desde el PAN pregonen que es absurdo que a estas alturas Mario López Valdez quisiera seguir siendo factor de poder en Acción Nacional, lo absurdo está en la afirmación. Malova todavía necesita cuidarse las espaldas y para eso no le basta el PRI, necesita del PAN y de quien sea —del PAS también, claro—.
Evidentemente también la disputa de anayistas y zavalistas, el PAN está pagando cara su ingenuidad de 2010 y los años siguientes —y caro es primero que todo dinero: el PAS recibirá más dinero que el PAN, apenas medio millón más de prerrogativas, pero bastante para un neonato todavía—. Más caro todavía también le ha resultado recomponerse, sacudirse de la intromisión del gobernador y sus huestes.
Pero la coraza con que se protege el PAN es débil, se muestra en todo caso como una válvula de escape culpando a otros de su propia desgracia. No es Malova quien se impuso como el verdadero poder mandón en el partido. Fueron ellos quienes permitieron que se apoderara de las siglas por nada a cambio. Panistas viejos y jóvenes, de alcurnia, burócratas y proles, fueron permitiendo que el gobierno de clara filiación priista se les colara a tomar las decisiones.
Cuando desde el mismo PAN intentaron desmarcarse ya era tarde, debilitados en 2013 no pasó de ser una bravuconada de quien grita por despecho.
Mientras el PAN sigue con la tos del ahogado que resucita, el gobernador electo se pasea por las oficinas de gobierno, se reúne con Héctor Melesio Cuen y la UAS. Arma y teje a escondidas, otra vez sin oposición.
Los seis años de Malova fueron la muestra clara de lo que pasa en un estado sin oposición política. Sin contrapesos. No es que preocupe el destino del PAN o del PRD —que también allá tiene su historia de nube negra depresiva—, sino que la clase política en el gobierno o desde la oposición cumple una función básica, donde unos le cuidan las manos a los otros porque mañana todos quieren el poder.
Margen de error
(Azul celeste) Desde que el PAN llegó a ser gobierno fue perdiendo la inocencia impuesta por la brega de eternidad, más acostumbrados a ser oposición que gobierno el poder llegó y sacaron el priista que todos llevamos dentro.
El PAN se juega mucho más de lo que dentro de sí mismos piensan, la visión de Gómez Morín a largo plazo, dos generaciones después está nublada por la elección inmediata, las plurinominales en el Congreso y el Senado, o hasta las regidurías. Cualquier migaja da de comer en las crisis.
En sintomático que aun cuando estuvieron desde el 2000 en la presidencia, no forjaron una figura sólida para las elecciones de 2004 —que recurrieron a un miembro del mismo gabinete de Juan Millán para lanzarlo de candidato, Heriberto Félix— ni seis años después con Mario López Valdez, y tampoco este 2016 que ya sin el poder federal optaron igualmente por alguien forjado en las filas del PRI, el exalcalde y exdiputado federal Martín Heredia.
El PAN se juega mucho más porque el relevo generacional le resultó vano, hueco, no estaba listo Edgardo Burgos. ¿Quién se va a imponer? ¿La pugna por la candidatura presidencial entre los seguidores de Margarita Zavala y Calderón o los arribistas de Ricardo Anaya surgido de la cepa de Madero? ¿Una contienda local, con intereses locales? Es aún prematuro, los externos que dirigen actualmente al PAN muestran mano férrea y han logrado contener la pugna, pero se visualiza difícil que tengan la fuerza para mantenerse cuatro meses más solo haciendo eso, conteniendo la explosión.
Mirilla
(Síndrome) El simple hecho de que el encuentro con jóvenes de Enrique Peña en su cuarto informe no concluyera con alguien estampándole un pastel en la cara o irrumpiendo con una cartulina reclamándole los 43 desparecidos de Ayotzinapa es ya un logro del gobierno. Que si el town hall era un formato para hace tres años cuando empezó el gobierno, que si respondió acartonado y no logró una conexión con el sector de jóvenes real —y no solo con esos 300 sentados en el encuentro— eso es otro asunto.
Contrario a lo que muchos dicen que la campaña de comunicación política del gobierno federal es fallida, esta vez Enrique Peña Nieto sembró la idea de que en el gobierno Las cosas buenas cuentan y cuentan mucho, aunque las cosas malas sean más, aunque sean más difundidas o más interesantes. Nadie puede escatimarle que el Presidente está en el esfuerzo.
El síndrome de que las cosas buenas cuentan y cuentan mucho permea en todos los gobiernos del PRI, que se encargan de reclamar el porqué de la difusión siempre de los temas negativos.
Primera cita
(El bule) El diccionario de frases lapidarias políticas en México es basto. Célebre y siempre para consulta es el cacique Gonzalo N. Santos. Una para aprenderse de memoria es: “La moral es un árbol que da moras, o vale para una chingada”, va en el mismo tono del fin del poder de Alfonso G. Calderón:
—Se le está acabando el agua al bule.
—Pero con esa te ahogas (PUNTO)