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Río Doce.- Dicen que recordar es vivir. En estas letras quiero entregarme a las imágenes que caen como cartas de mi pluma a los fonemas, una tras otra, imprimiendo el sello distintivo de historietas, impresas a varios colores o a dos tintas. Siempre me he preguntado en qué momento tantas personas en las comunidades rurales se volvieron ávidos lectores de historietas que indistintamente las denominaban novelas; para posteriormente, de la misma manera, abandonarlas, al menos así fue en mi comunidad. En la década de los 80 y hasta mediados de la siguiente, fue el libro más leído sin pensar en la biblia.

Pero a todo esto, qué tiene que ver la ilustración, que fue un movimiento filosófico iniciado en el siglo XVII en Europa, específicamente en Francia, donde se publicaron obras como La enciclopedia, que reunía conocimientos de su tiempo para que fuera utilizado por otras personas. En general, revolucionó el conocimiento al establecer la razón como fundamento para explicar el mundo que los rodeaba. Además buscaba dejar atrás la ignorancia con nuevas ideas en política, economía, sociedad, cultura, filosofía, etc. Pues quizás nada, porque las historietas básicamente contenían historias del lejano oeste, donde pueblos blancos en ocasiones eran arrasados por el ataque armado de los apaches y, posteriormente, venía la venganza de los blancos, obviamente omitiendo las invasiones de los blancos en la tierra de las tribus nativas.

O tal vez sea una mera fijación pensar en la ilustración y vincularla a las historietas o novelas que de niño también leí; como todos, me resultaba más asequible que los libros de texto. Además tenían espacio para la fantasía, espacio para recrearse con héroes que llegabas a sentirlos tan iguales a ti y en un entorno similar, en donde existía justicia y amor… aunque en el fondo, en parte era el aislamiento del que buscabas rehuir, sin importar, porque tampoco lo entendías, que con el western los Estados Unidos escribiera su propia épica.

La ilustración revolucionó las ideas de la sociedad, en parte por la preocupación que les infundía la iglesia y tratando de sacudirse la pesada lápida que representaba esa institución con su dogmatismo cansado e irracional. A través de las nuevas ideas le disputaron el control social y lo consiguieron, al lograr su aceptación e identificación para así dar lugar a la libre transición del pensamiento. En ese aspecto, la ilustración impone la barrera cultural contra el dogmatismo y el mundo determinado y para mí intuir otra realidad; en ese momento estaba únicamente a través de la lectura de las historietas, como única forma de barruntar otros escenarios.

Sin embargo, el fenómeno no deja de sorprender por sus elementos que se vislumbran. Toda una época en la que mujeres y hombres (sin importar la edad), desde el que no sabía leer ni escribir, hasta el que cursaba la Universidad, deseaba leerlas. Una especie de profusa necesidad de salir de la realidad de antaño y de romper la cotidianidad.

El intercambio de novelas en la comunidad era una práctica desarrollada por la urgente terquedad de leer más historietas. Había quienes tenían cajas con varias decenas de novelas de todo género, desde El Solitario, Joyas de la Literatura, el libro Vaquero, policiacas, etc. Otros se desplazaban a cercanas localidades a hacer cambalache con conocidos y cada que podían compraban una nueva y así se refrescaba el mercado de la lectura.

Existen experiencias de quienes, gracias a la inquietud de conocer los diálogos plasmados en las historietas, a sus avanzados años y no deseando hacer el esfuerzo de aprender a leer (más por lo segundo), consiguieron hacerlo por el boom de las historietas. Se entusiasmaron tanto que aprendieron a leer preguntando al amigo o amiga qué decían esas letras que no confirmaban lo que pensaban y con toda la energía y dedicación pronto se integraron al grupo de los lectores ávidos de historietas.

Quizás el germen de la disminución de la pasión por las historietas haya aparecido con la llegada de la televisión, que con lo moderno y práctico sorprendió y prendió a esos lectores. Es curioso reflexionar en torno a esas vivencias.