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La solicitud de apoyo tuvo por respuesta un despliegue militar
Culiacán.- A las 9:30 de la mañana de aquél jueves 6 de septiembre de 2007, las agendas de trabajo periodístico se vieron interrumpidas.

El punto de reunión fue una de las agencias funerarias de la ciudad donde eran velados los restos mortales del periodista Óscar Rivera Inzunza, asesinado un día antes cuando salía de su oficina en Palacio de Gobierno donde se desempeñaba como vocero en materia de seguridad.

El posicionamiento.
Alrededor de las 10:45 horas, reunidos una treintena de periodistas de diferentes medios de comunicación, se coincide en buscar al entonces comandante de la Novena Zona Militar, general Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, con la finalidad de conocer qué harían los militares luego de que había sido privado quien difundía, principalmente, las acciones de la milicia y servía como enlace entre el Ejército y los representantes de los diferentes medios de comunicación.

Se dispone de varias unidades y se hace el traslado desde las instalaciones de la funeraria, ubicada por el boulevard Emiliano Zapata, al poniente de la ciudad, hasta la base de la Novena Zona Militar, ubicada en la calzada Heroico Colegio Militar, frente a las instalaciones del Hospital Regional del Issste.

La indignación.
Una vez que se llega a las instalaciones militares, se busca concertar una audiencia con el comandante de la base y por respuesta, se tiene un simple “ese señor del que ustedes hablan no trabajaba aquí”. Todo inició cuando se le hizo saber al cabo de guardia el motivo de la visita, el querer conocer si, la milicia luego de recibir servicios profesionales del periodista Óscar Rivera, estos habrían de realizar alguna especie de investigación, ya que se presumía que el motivo de su muerte pudiera estar relacionado con dichas acciones realizadas.

La respuesta del general Hidalgo Eddy fue contundente, se negó a recibir a los periodistas y, por el contrario, ordenó que medio centenar de elementos de tropa, armados, bloquearan y dispersaran a los comunicadores apostados en la entrada.

Ante lo que consideraron como un acto de intimidación, los periodistas bloquearon la entrada principal evitando el ingreso y salida de todo ve-hículo militar, por lo que la respuesta del jefe castrense fue ordenar que los elementos de tropa apostados en la entrada, avanzaran para dispersar a los manifestantes logrando movilizarlos hasta el punto de la banqueta donde los representantes de los medios de comunicación desplegaron cartulinas en demanda de un posicionamiento frente a la muerte de quien por dos años estuvo a su servicio.

Por órdenes del general Hidalgo Eddy, se construyó una reja de acero con una caseta de vigilancia en el límite de la calle, desplazando la pluma de acceso que originalmente controlaba el acceso.http://www.debate.com.mx/culiacan/Cuando-el-general-se-nego-a-escuchar-20150907-0033.html