Era la mañana del viernes 14 de agosto de 2015. Ese día los remolinos provocados por tres helicópteros que volaban muy cerca de los techos de las casas y cateos sin órdenes judiciales por parte de elementos de la Secretaria de Marina, interrumpieron la tranquilidad de los pobladores de El Barrio de Guanajuato, Babunica y Las Juntas, comunidades cercanas a la Noria Badiraguato, lugar de nacimiento del llamado “narco de narcos”.
Esa mañana se cumplían dos años y cinco días de que Rafael Caro Quintero recuperó su libertad, luego de 28 años en prisión acusado del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena.
A pesar de que los elementos de la Marina durante los cateos dijeron que estaban buscando armas, los pobladores creen que estaban en busca de Caro Quintero. Hasta el momento no se ha emitido ningún informe oficial del operativo por parte de la Armada de México.
Desde la liberación del capo, es el tercer operativo que realiza la Marina en la zona conocida como “la ruta de Caro Quintero”, denunciado públicamente por los pobladores debido a supuestos abusos por parte de la armada.
En El Barrio de Guanajuato, Badiraguato —una comunidad pegada al famoso Santiago de Los Caballeros—, los pobladores tienen en común sus apellidos: Caro, Quintero, o Elenes, y resultan ser parientes entre sí. Apenas terminaban de desayunar cuando el viento rompió la tranquilidad. El aire derribando árboles, macetas, tejabanes. Los pobladores lo comparan con un huracán, un ciclón sin lluvia llamado Marina.
A bordo de tres helicópteros descendieron unas tres docenas de efectivos de la Armada de México. Entraron a por lo menos diez viviendas. Lo hicieron de manera directa, sin presentar una orden de cateo, según dijeron los pobladores.
De manera simultánea, la Marina encabezó operación en otras dos poblaciones, Babunica y Las Juntas, en la misma “ruta de caro Quintero”.
Desayuno atorado
Una de las señoras a la que le catearon su casa, dijo que se encontraba barriendo el patio cuando escuchó el ruido de los helicópteros y sintió un fuerte viento que hizo que algunos objetos y plantas cayeran al piso.
La mujer estaba acompañada por su hija menor de edad, otro hijo que reside en la ciudad de Culiacán, y que recién acababa de llegar acompañado por un agente de seguros para verificar el domicilio.
“Estaba barriendo cuando se escucharon los tres helicópteros, mi hijo iba llegando y le dije ‘mira hijo van a volver a chingar a su madre, vete’ (a Culiacán); se subió al carro junto con el agente de seguros, y uno de los helicópteros se fue detrás de él y los siguieron hasta la carretera”
“Dice mi hijo que llegó a la carretera, y cuando se dio cuenta que hasta el carro se le movía por lo bajito que iba el helicóptero atrás de ellos, pues se paró y se bajó con las manos arriba. Desde el helicóptero les estaban apuntando y les gritaban ‘¡salgan todos, que salgan todos del carro!’, al bajarse se identificaron, los revisaron y como no encontraron nada los dejaron ir”, narró la mujer.
Dos helicópteros y alrededor de doce marinos que llegaron en un carro que tomaron de otra vivienda, empezaron a catear el lugar, abriendo los automóviles que estaban estacionados, en una supuesta búsqueda de armas en el primer domicilio al que llegaron. La operación duró casi tres horas.
“Me dijeron ¿tiene armas?, se hicieron que entraban y buscaban armas, pero les dije que no, que revisaran, luego me preguntaron cómo se llama mi esposo y fue todo lo que me dijeron, pero el helicóptero fue el que me hizo todo el desastre”.
“El helicóptero decía Marina, yo lo vi, en la casa de enfrente estaban golpeando la puerta y me arrimé al bordo, señores les dije, esa casa está sola, la señora está operada y no está, por favor”, continuó contando lo sucedido esa mañana.
La señora afectada indicó que los elementos no le hicieron caso, solo fueron por un hacha y continuaron golpeando la puerta hasta que lograron abrirla.
La mujer refirió que durante el cateo de su casa, uno de los agentes de la marina quitó una foto de un portarretrato que estaba en la sala donde aparecían ella y su esposo; también le pidieron que les mostrara su credencial de elector, a la que le tomaron fotos.
“Les exigí que me dijeran para que la querían, entonces, uno me dijo: para que vengan a pagarle todo el desastre”. Del patio se llevaron un carro y lo abandonaron en el camino, encendido.
Un día después del operativo realizado por la Marina en El Barrio de Guanajuato, todo se veía aparentemente tranquilo, pero a medida que uno se va adentrando por el camino, y topándose con las casas, se observan techos derribados, láminas levantadas y árboles caídos; al entrar a las casas donde estuvieron los elementos federales se ven jardines destruidos, suelas de botas pintadas en el lodo, y ollas tiradas en los patios.
“Muchos aquí nos apellidamos Caro, otros Quintero o Elenes, pero no por eso quiere decir que seamos delincuentes, o que conozcamos a ese señor (refiriéndose a Rafael Caro Quintero), este es un pueblo muy tranquilo, no somos maleantes”, mencionó otro de los afectados por la marina.
La casa de Lucio
Los pobladores de El Barrio de Guanajuato saben con anticipación de días sobre la llegada de la Marina. Y no porque se lo anuncien “halcones” o “punteros”, aprendieron a distinguir el zumbido de los drones. En la sierra madre, en la Ruta de Caro Quintero, la Marina vigila con drones e inicia las operaciones con fotografías y videos captados por los aparatos no tripulados.
A uno de los Caro se lo dijo uno de los oficiales a cargo de la operación ese viernes por la mañana. En una tableta le mostró la imagen desde el cielo, al verla sabía exactamente qué lugar era.
“Llévame a la casa de Lucio”, le exigió. “¿Esta es la casa de Lucio? —le alzaba la voz señalando la pantalla de la tableta.
Él sabía que sí era la casa de Lucio. Otro de los muchos Caro que viven en El Barrio de Guanajuato. Uno de los tres helicópteros que llegaron aterrizó en su patio y bajó una docena de Marinos. Se los topó de frente, preguntándoles qué buscaban. Para entonces ya estaban dentro del inmueble revolviendo cosas. Habían derribado la puerta principal.
Todos en esta zona serrana de Badiraguato reconocen el sonido del dron vigilante aunque no sepan qué es un dron. Basta con escuchar el zumbido y dicen: “Ya están chingando otra vez los Marinos”. Saben que dos o tres días después los tendrán en sus casas.
En las imágenes de la tableta están marcadas una por una las casas del Barrio de Guanajuato. Con los nombres de los propietarios.
Tras de Caro, no del Chapo
Luego de la segunda fuga de Joaquín Archivaldo el Chapo Guzmán, del penal de máxima seguridad del Altiplano, algunos periodistas, nacionales y extranjeros, llegaron a Sinaloa y visitaron Badiraguato, esperando ver grandes operativos en la búsqueda de uno de los narcotraficantes más buscado en México.
Sin embargo, nadie se llevó imágenes de espectaculares operativos de búsqueda del ChapoGuzmán, en la zona serrana; por esos días en varias visitas se cuestionó a pobladores sobre la presencia de elementos de la SEMAR, después de que se fugó el narcotraficante y todos respondieron con una negativa.
La presencia de la marina en Badiraguato ha sido más frecuente a partir de que fue liberado Rafael Caro Quintero, en la zona conocida como “la ruta de Caro Quintero”, por ser comunidades cercanas a la Noria, Badiraguato, lugar donde nació el capo.
Rafael Caro fue liberado tras 28 años de prisión, en agosto del 2013. Desde entonces el gobierno estadounidense ofrece una recompensa de 5 millones de dólares a quién colabore en su reaprehensión.
La recompensa por Caro Quintero supera en alrededor de 20 millones de pesos a la que la PGR ofrece por la cabeza de Joaquín Guzmán Loera.