Con la lectura del capítulo 26 de “El gran solitario de palacio”, Corina Martínez García, directora de Fomento a la Lectura de la UAEH, dio inicio a la nueva presentación de la ‘vieja’ novela que a pesar de haber visto la luz hace más de 46 años, sigue fresca y vigente. La obra fue presentada al público de la FUL 2014 en una edición conmemorativa efectuada en virtud de los 50 años que ya alcanzó como escritor el homenajeado René Avilés Fabila.
Aunque la suerte de este texto en particular ha sido larga y fructífera, pues ya va en 29 diferentes ediciones, con traducciones a varios idiomas, su inicio fue algo accidentado, pues en sus inicios ningún editor mexicano quiso publicarla, sólo una editorial argentina se atrevió a hacerlo en 1971 y no apareció en México sino hasta 1973, un poco clandestinamente.
Pero con esta edición conmemorativa de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz a la mano, el escritor y Doctor Honoris Causa por la UAEH, narró a los asistentes al foro “Josefina García Quintanar” las vicisitudes del libro y de su experiencia como autor, al ser él mismo un miembro ��“uno más”, dijo, “y no uno menos, más vale”— del movimiento estudiantil de 1968.
A la lectura y presentación de “El gran solitario de palacio”, asistió la plana mayor de la máxima casa de estudios hidalguense, encabezada por el presidente del Patronato Gerardo Sosa Castelán y todos los directores de sus institutos y escuelas. El auditorio, además, se abarrotó con jóvenes de las 19 asociaciones estudiantiles de todos los campus universitarios que acudieron a la FUL 2014 atraídos por el tema y el legendario carisma de René Avilés Fabila, padre y creador del entrañable suplemento “El Búho” que ahora se ha convertido en revista digital de promoción cultural con aparición mensual.
El novelista llegó acompañado de su inseparable Rosario Casco, esposa y principal promotora de su obra, a quien los jóvenes asistentes también brindaron un aplauso de reconocimiento. Jorge Mayorga, presidente del Consejo Estudiantil Universitario hizo una reseña del libro que tiene una trama y subtrama que habla de la cerrazón durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.
René Avilés recordó haber salido huyendo de la balacera del 2 de Octubre en Tlatelolco, pues estaba en tránsito para ir a estudiar a París. Allá siguió viendo las consecuencias de la represión y le costaba trabajo comunicarse a México “no era como ahora, que hay Internet y Facebook, los periódicos tardaban hasta dos días en llegar y, ¡claro¡ LeMonde no hablaba del movimiento estudiantil en México. No se me ocurrió ir a la embajada por mi ingenuo radicalismo de entonces; hubiera ido, el embajador era Silvio Závala. El historiador más grande que ha dado México me hubiera ayudado”.
A pregunta expresa de los jóvenes, como Aldo Gómez de la preparatoria 2, acerca de que si el movimiento “tenía la intención de mejorar el país o sólo alinearse al eje socialista, Avilés Fabila dijo que el movimiento no empezó siendo político, sino sólo de demandas escolares y académicas, pero en virtud de la cerrazón de las autoridades poco a poco se fue politizando, a grado tal que las autoridades de la UNAM tomaron partido por los estudiantes. “Algo más grave para el gobierno fue que se empezaron a sumar obreros y campesinos. Había una gran indignación porque se había vulnerado y violentado la autonomía de la UNAM. Hasta antes de la represión del 68, Díaz Ordaz no llevaba un mal gobierno, sólo se aneció con decir ‘no’ a las demandas estudiantiles, por la presencia de la prensa internacional en virtud de la proximidad de los Juegos Olímpicos, y en lugar de usar el diálogo, hizo uso de la violencia”.
El escritor también apunto que el movimiento estudiantil tuvo sus momentos lúdicos, “tuvo partes muy gozosas para la muchachada, pues era la época del ‘peace&love’, de los Beatles; todavía había esperanza en Cuba”. Él se afilió al Partido Comunista, hasta que lo expulsaron.
Respecto a que si cree que haya otro 68, Avilés respondió que es muy difícil porque “aunque hay muchos problemas con la universidad pública, —en el DF, yo soy garza no soy puma, guiñó con los estudiantes— no están dadas las condiciones objetivas para un suceso como aquél. “Cómo puede ser, si la UAM necesita apoyo y tiene que pedir limosna a la UAEH para modernizarse. El rector muy gentilmente les mostró lo que hace la UAEH y me dio una envidia espantosa, a pesar de ello no hay condiciones que permitan otro movimiento de esa magnitud”.
Una joven estudiante de Ciencias Sociales le preguntó qué sintió ante la represión de 1968: “Sentí odio y aversión por el gobierno mexicano. Sentí rabia de ver a mi profesor José Revueltas en la cárcel. Los gobernantes nunca me han sido particularmente simpáticos, pero entonces mi indignación fue tal que siempre preferí mantenerme lo más alejado posible”.
Relata que últimamente le han presentado a Enrique Peña Nieto cinco veces, y siempre le dice, muy atento: ‘Mucho gusto, René’, como si fuera la primera ocasión que lo viera.
El autor, activo e inquieto, acaba de entregar a la editorial un volumen de cuentos titulado “Perversiones” y está terminando un libro de ensayos, principalmente literarios y dice que entendió y quiso imaginarse el día en que el presidente decidió meterle bala a la juventud de su país: “Se ha haber sentido terriblemente solo, porque nadie le dice la verdad, ni lo confronta”.
“Sí creí que ante tanto ‘barbero’, frente a su propio poder omnipotente, los presidentes han de decir cómo el último capítulo de mi libro: ‘Carajo, qué soledad”, dijo al autor que se dice universitario, periodista y básicamente literato.
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