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ADN/Globedia.- Hablar sobre el misterio de la muerte y el mas allá en el México antiguo, era algo que constantemente se hacía. Representada en códices, murales, dinteles, templos, esculturas, constantemente se colocaba el símbolo de la muerte, quizá como algo reflexivo, ya que la vida del ser humano en aquella época, era muy corta –su esperanza de vida promedio era de 45 años- por lo que pretendían no olvidarla y los artistas se encargaban de simbolizarla, para cuando alguna persona se enfrentara a ella, no tuviera temor.

En una de las páginas del códice Borgia, se encuentra una representación de la vida y a sus espaldas lleva la muerte. Cuando nacemos ya traemos la muerte con nosotros, escondida en el corazón, en el hígado, en los riñones o quizá está allá afuera, oculta en algún lado, esperándonos para salir cuando menos lo imaginemos. Ese es el saber popular en los pueblos de México.

En el inconsciente colectivo del mexicano del siglo XXI aún se conserva el culto, venerado ahora bajo el nombre de la Santa Muerte. Pero con un detalle muy singular, aquel que solicite el favor, debe estar dispuesto a pagarlo hasta con su propia vida. A sabiendas de esto, muchos se dejan arrastrar por sus deseos más bajos e imploran su favor, consientes del precio.

Innumerables son las leyendas que se pueden escuchar todavía en los pueblos de México sobre espíritus, fantasmas, relatos del más allá que asombran hasta el más escéptico de los mortales. Aún se conservan tradiciones de sus ancestros muy similares a la que practicaban los iberos, como el de no maltratar a los perros porque acompañarían al alma en el más allá y quienes guiarían el alma de la persona que había fallecido hasta un lugar de tranquilidad. A la gente que fallecía le enterraban con su perro. Cuenta los relatos, que los perros al ya no tener a su amo, se dejaban morir, para poder acompañarlo en su gran viaje.

En las festividades de los pueblos de México, todavía se entremezclan la tradición de sus antepasados con las festividades religiosas actuales y en ellas se observa a través de la danza, algunos pasajes de libros sagrados como el popol vuh o la tira de los muertos. En ella, el alma pasa el río de la muerte o realiza un combate contra personajes siniestros que simbolizan todos sus temores. Una muestra de esto puede ser encontrado aún en la fiesta de Citlala, cerca de Chilapa, en el estado de Guerrero.

Así es la muerte en México, ha inundado su folklore y su cultura, por donde se ande, se verá alguna representación de la Catrina, como la representara José Guadalupe Posada, ilustrador y dibujante mexicano que la utilizó para representar con originalidad el espíritu, la vida cotidiana, las creencias religiosas y la magia del mexicano en compañía de la muerte.

Relatos de Bernardino de Sahagún

No son pocos los relatos con los que se encontró este fraile a su llegada a México, en su libro Historia General de la Nueva España relata en forma sintética las experiencias de apariciones que tenían los habitantes de la ciudad de México. Algunos comentan con lujo de detalle su experiencia, conociendo de antemano que eran ilusiones de una divinidad que ellos llamaban Tezcatlipoca.

Tradiciones y leyendas
Conozcamos algunos relatos: Son varias las personas que al caminar por las calles oscuras de lo que era Tenochtitlan, comentaban que se encontraban con algún fantasma en forma de bulto, ya que no tenían pies ni cabeza, se desplazaba por el suelo dando gemidos lúgubres, que ponían los cabellos de punta.

Lo tomaban como mal presagio, teniendo la creencia de que habrían de morir pronto, ya sea de una enfermedad, en algún viaje o que un infortunio se acercaba. Si era alguna persona temerosa al verlo echaban a correr y perdían el espíritu, -decían ellos-, ya que era tal la impresión que moría a los pocos días. Algunos osados, -relata el monje en su libro-, seguían al fantasma hasta atraparlo para que les diera riqueza.

Había otras apariciones como la de una mujer de baja estatura, con los cabellos largos hasta la cintura y que podía aparecer en cualquier lugar, generaba gran temor, ya que también se consideraba de mala suerte, porque quien la veía pensaba que pronto habría de morir. Ese espectro se veía en muchos de los pueblos del valle de México y no había ningún remedio más que hacerle frente.

Otro relato que podemos encontrar dentro del mundo indígena antiguo y actual, y que resulta demasiado lúgubre, es el de una aparición en forma de esqueleto, que se dejaba ver en las noches obscuras a los peregrinos que cruzaban los caminos que había entre las ciudades. Este esqueleto se aparecía de repente a las personas por la parte de atrás, causando gran terror. En el sureste de México a inicios del siglo XX, todavía había gente que decía haberlas visto y comentaba que se metía a las casas para causar daños a los dueños del lugar. Además de asustarla, le absorbía su energía llegando e enfermar. Algunas personas que llegaron a verla comentan que al volar desprende un líquido que quema las plantas. Muchos dicen que son personas malvadas que realizan un hechizo dentro de los bosques, diciéndole a su cuerpo ¡Bájate carne! hasta lograrlo y dedicarse a hacer el mal, otros que es una aparición del mal.

Comentan también que no hay forma de escaparse de ella, más que el valor que uno tenga de enfrentarlas y conjurarlas en el nombre de Jesús.

Hay un relato más, pero este ya no pertenece al libro, si no lo escuche al preguntarle a unas personas en un poblado de Chiapas sobre sus leyendas, me comentaron que en ese lugar hasta hace unos 20 años atrás, veían en las noches obscuras una cabeza que volaba por los caminos, que a veces se metía en las casas para hacer algún mal, asustando y quitando la vitalidad de algún habitante de la casa, le llamaban Copak Zoka, y las personas que la vieron, comentan que era la cabeza de una mujer muy malvada. El único detalle, – decían- es que no estaba muerta, si no viva y para hacer esto, se metía en una cueva donde recitaba algunos conjuros hasta que se desprendía la cabeza de su cuerpo y lograba volar por el aire.

Estos y muchos relatos más pueden encontrarse en el México de hoy, relatos tan fascinantes que provocan estupor a cualquiera. Pero quizá en otra ocasión podamos platicar más sobre ellos.