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ADN/Hoy.- Cada año, todos los periodistas extranjeros acreditados en China tenemos que pasar por una serie de trámites para obtener el permiso de residencia que nos permite informar desde la segunda potencia mundial. En teoría, el proceso es sencillo: una carta del medio de comunicación certifica que continuaremos ejerciendo nuestro trabajo durante el próximo año y Pekín emite una nueva tarjeta de prensa. Presentando esa acreditación, el departamento de Inmigración expide un nuevo visado válido hasta el 31 de diciembre del año siguiente. Sencillo y relativamente rápido.

En la práctica, sin embargo, las autoridades chinas utilizan este proceso anual para intimidar a los periodistas más incómodos. Las embajadas de todo el mundo recopilan la información publicada y envían informes que, luego, son estudiados por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Sus funcionarios son los encargados de emitir las acreditaciones y suelen aprovechar la ocasión para invitar a un café más cargado de tensión que de cafeína. En algunos casos termina siendo una reunión cordial, en otros se convierte en un repaso de lo que ha disgustado a los dirigentes chinos.

La no renovación del visado es siempre una posibilidad, pero, consciente de la mala reputación que ello conlleva, China ha llegado a ese extremo en pocas ocasiones. La última fue en mayo de 2012, cuando Melissa Chan, corresponsal estadounidense de ‘Al-Yasira’, fue expulsada. China no había tomado una decisión así en 13 años, y, aunque el caso enviaba un mensaje inquietante, se interpretó como algo puntual.

Este mes, sin embargo, la tensión es máxima. De hecho, ya se habla de una guerra abierta entre el Gobierno chino y la prensa extranjera. Al menos una veintena de corresponsales todavía no ha recibido respuesta sobre la renovación de sus credenciales y podría tener que hacer precipitadamente las maletas. Lo más llamativo es que en ese grupo están todos los informadores acreditados de dos grandes medios que, si la situación no cambia en los próximos días, tendrían que echar el cierre a las oficinas de China: el diario ‘The New York Times’ (NYT) y la red de noticias económicas ‘Bloomberg’. Teniendo en cuenta que en noviembre Pekín ya denegó el visado al periodista de la agencia Reuters Paul Mooney, las perspectivas no son muy halagüeñas, aunque muchos confían en una concesión de las acreditaciones en el último minuto.

Pekín guarda silencio

Oficialmente, Pekín no ha hecho comentario alguno sobre lo que sucede. Ni siquiera cuando el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, sacó el asunto en una cena con el presidente chino, Xi Jinping. El líder chino se limitó a decir que su país «trata a todos los periodistas extranjeros según marca la ley». No obstante, algunos de los informadores que todavía no conocen su suerte aseguran que funcionarios de Exteriores les han reconocido que hay un problema claro. Y todo apunta a que la razón de esta inusual belicosidad está en los reportajes -uno de ellos galardonado con el premio Pulitzer- en los que ambos medios detallaron la fortuna que han amasado líderes chinos como el exprimer ministro Wen Jiabao y el actual presidente, y sus conexiones en abigarradas redes empresariales.

«El ‘NYT’ y ‘Bloomberg’ han tratado de echar al Partido Comunista del poder en China», le comentó en privado un funcionario a Evan Osnos, reportero de la revista ‘The New Yorker’. El diario americano, sin embargo, ha defendido que lo suyo es sacar a la luz la verdad. Eso sí, su editora jefa, Jill Abramson, reconoció en una entrevista que el trámite anual, generalmente intrascendente, se ha convertido en un importante foco de preocupación para el periódico. «Una cobertura de calidad sobre China es crucial», dijo. Y aseguró que, independientemente de lo que suceda con sus reporteros, seguirá apostando por «el mejor periodismo sobre China».

No parece haberse mostrado tan firme ‘Bloomberg’. Según diferentes fuentes dentro de la empresa, su editor jefe, Matthew Winkler, informó a la plantilla de que no tenía intención de publicar un extenso reportaje que los corresponsales en China habían preparado sobre las relaciones que los hombres más ricos de ese país tienen con los líderes políticos comunistas. Después de que, en una decisión controvertida, el ‘NYT’ publicase en portada la historia, él negó que fuese cierta y aseguró que no había ‘matado’ el reportaje sino que esperaba que se siguiese trabajando en él.

Control y autocensura

Para muchos, no obstante, la decisión de ‘Bloomberg’ deja en evidencia la creciente relevancia de China y el poder que puede ejercer sobre las empresas informativas más importantes del mundo. En este caso concreto la mayoría de los ingresos no procede de la información sino de los terminales que vende a diferentes compañías. Y es posible que tema un boicot en China, donde las esferas política y económica están entrelazadas, si publica una bomba como la que parece que se guarda.

El resultado, apuntan algunos en diferentes debates, es la aparición del fantasma de la autocensura. Sin embargo, la directora de la oficina de la revista ‘Time’ en Pekín, Hannah Beech, negó rotundamente que así sea en un artículo titulado ‘Los periodistas extranjeros en China no se autocensuran para conseguir visados’. Y, aunque el panorama informativo no es precisamente bueno -en su informe anual Reporteros sin Fronteras pone a China en el puesto 173 de 179 en lo relativo a la libertad de prensa-, no hay más que echar un vistazo a cualquier medio internacional para encontrar multitud de críticas hacia el régimen autoritario de China. Pero la situación puede cambiar dramáticamente si Pekín decide expulsar a los reporteros que todavía no han renovado sus permisos. Y no faltan quienes piden que, si eso sucede, el resto de países no dude en decretar una medida recíproca. Es, dicen, la guerra por la libertad de prensa.

periodistas extranjeros han sido expulsados por el Gobierno de Pekín en los últimos 14 años

es el puesto que ocupa (de 179) en el informe anual de Reporteros Sin Fronteras sobre libertad de prensa.http://www.hoy.es/v/20131217/internacional/china-inicia-guerra-silenciosa-20131217.html?utm_source=hoy.es&utm_medium=rss&utm_content=internacional-rss&utm_campaign=traffic-rss