EADN/El Mundo.- l pueblo de Qunu está triste, enfadado, indignado. Los ciudadanos no podrán asistir a la ceremonia celebrada por el funeral de Nelson Mandela. Para ellos se ha reservado un palco algo lejano, como un kilómetro, desde el que tendrán que seguir el último funeral el domingo. “Se va a colocar una pantalla para que la gente pueda seguirlo en el museo de Mandela”, confirman desde la organización.
Será un último homenaje reservado para familia, vips sudafricanos y periodistas. “No les hemos dicho que no vinieran, pero les hemos explicado que era peligroso”, contestan desde el Gobierno sobre la indicación dada al resto de jefes de estado para que no vinieran a la que en principio era el acto más importante. “Les hemos indicado que no hay instalaciones, pero claro que pueden venir”.
La ceremonia comenzará el domingo a las nueve horas de Sudáfrica (una hora más que en España) y está previsto que dure tres horas. No hay posibilidad de alquilar un sólo coche en la zona y los vuelos están también agotados.
Reacción de los ciudadanos
Los vecinos de Mandela se han tomado esta prohibición con una cierta resignación y timidez. “No estamos nada felices. Nosotros debíamos estar allí y el Gobierno no nos dejará entrar. A él le gustaría que estuviéramos”, dice un grupo de jóvenes que se ha colocado junto al punto de control policial que no deja pasar coches hasta el reciento funerario.
Dlamani, una mujer de 38 años describe así su sentir: “No es de buena educación que no nos dejen pasar. Él es el ex presidente, pero también era nuestro vecino”, explica. “Al Gobierno sólo le importan los altos mandatarios y no les interesa nada el pueblo”, incide. La misma opinión que dos hombres que cortan leña a serrucho cerca de una gasolinera: “Por supuesto que nos gustaría entrar. No esté bien que no dejen pasar a la gente de Qunu”, afirman.
Allí, tres adolescentes asisten a la ceremonia de la llegada de extranjeros. “Nos gusta ver a gente de otros lugares”, dicen ellas riéndose con timidez. ¿Sabéis que no podréis entrar el domingo en el funeral? “Sí, estamos muy tristes”, dicen ellas. “Todo el mundo quiere a Míster Mandela, esta es su casa”.
‘Volvemos donde empezó todo’
“La aldea de Qunu se encuentra en un valle cubierto de hierba, cruzado por arroyos claros, sobre el que se ciernen verdes colinas. Está habitado por un centenar de personas que viven en cabañas de barro, con una pértiga que sostiene un techo cónico de paja”. Así es como describe Nelson Mandela, en su autobiografía ‘Largo Camino a la Libertad’ la aldea en la que creció (nació en Mvezo, a pocos kilómetros de Qunu).
No ha cambiado mucho este lugar. Las hileras de colinas verdes son interminables y sólo el cemento ha sustituido a las cabañas de barro. Qunu es aún hoy una zona rural de marcado carácter africano. Esta es tierra de Xhosas y de sus costumbres. Será aquí donde Mandela termine su largo viaje, junto a sus ancestros, sus vecinos. “Volvemos a Qunu, donde empezó todo”, decía ayer uno de sus nietos, Mbuso Mandela.
El verdadero negocio está siendo para los hoteles, guest house y campings improvisados que se han montado. Algunos cuartos han multiplicado por cinco su valor, pagándose 150 euros por una cama, una ducha y una taza de baño. Ante tanta demanda, hay incluso casas particulares dispuestas a alojar a los se calcula 5.000 afortunados elegidos que asistirán al último adiós de Mandela.
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