El Mundo- La influencia del otro lado de la frontera es avasalladora. El imperio de las barras y las estrellas siempre impuso sus costumbres con fuerza en suelo mexicano, desde los vaqueros hasta la hamburguesa con patatas, aunque irónicamente en ese capítulo, en la que muchos cubanos tildan como “la bebida del enemigo”, se hayan dejado ganar la partida.
Eso al menos en Los Ángeles, donde la Coca-Cola mexicana se vende casi mejor y es más valorada que la que sale desde Atlanta para abastecer la demanda nacional.
Tiene mucho que ver en realidad con el envase, una botella como la clásica de los primeros tiempos de Coca-Cola, pero sobretodo con el sabor y sus ingredientes. De ahí, precisamente, ha surgido la disputa, después de que varios reportes aseguraran que se estaba barajando la idea de dejar de usar la caña de azúcar que emplean para el producto mexicano y sustituirlo por el almíbar e maíz de alta fructosa que lleva la Coca-Cola tradicional y estadounidense.
La sola posibilidad hizo que muchos pusieran el grito en el cielo, con las redes sociales como plataforma de iras y lamentos. Por suerte, esos miedos parecen haberse disipado después de que desde la planta que embotella la popular bebida en México, Arca Continental, haya confirmado que no tocarán los ingredientes para abaratar los costes de producción.
También estuvo sobre la mesa la opción de haber un cambio por aquello de disminuir los niveles de obesidad en el país latinoamericano, siendo como es en la actualidad el mayor consumidor de bebidas carbonatas del mundo con unos 176 litros por persona al año.
Eso puede que no cambie y por suerte para sus millones de admiradores a ambos lados de la frontera, la Coca-Cola mexicana y en botella, tampoco.
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