Cuauhtémoc Villegas Durán
Yo no sentí el temblor, sólo vi en los pasillos de la secundaria que corrian los alumnos de otros salones, algunos compañeros de mi salón si salieron corriendo.
Luego nos tuvieron en uno de los patios de la Escuela Secundaria Técnica número 13. Los profes iban y venían hasta el prefecto dio la orden de irnos a nuestra casas.
Había un silencio sepulcral en las calles de Atemajac, Lomas de Atemajac, Zoquipan y mi Lago Tequesquitengo, mi amada calle que aun a veces recorro con nostalgia, que, conectaba directo con Zoquipan y separaba todo el Country de los antes suburbios como la Consti y el propio Zoquipan.
Mi madre angustiada trataba de comunicarse con mi hermano subdirector general en aquel entonces de Cotecoca, en la Sagarpa. Acababa él de llegar de Tamaulipas donde fue delegado.
México se había caído a pedazos y esa sensación solo la volví a sentir en esa ciudad un 23 de abril cuando explotó Pemex.
Me invade una sensación de escalofríos al recordar ambos episodios que dejaron en silencio una ciudad bulliciosa y con millones de habitantes. Dios tenga en su seno a todas las víctimas de aquel episodio que día a día se recuerda, todavía en la ciudad de México cuando unos se duerme pidiendo a Dios no terminar entre las ruinas…