Río Doce/El Fuerte.- Este municipio sigue siendo el lugar preferido para abandonar cadáveres de personas que fueron privadas de la libertad en otras demarcaciones. Al tiradero de cuerpos no escapan los policías, cuyas vidas continúan sacrificándose, sin que avancen las investigaciones.
En las últimas horas, dos cuerpos se sumaron a la lista inacabable de casos sin investigación
Se trata el de Víctor Romero, de 9 años de edad y residente del ejido Gabriel Leyva Solano, y quien fuera privado de la libertad el fin de semana en su comunidad. El cadáver de él apareció en un barranco, en la influencia territorial del poblado El Reparo. Tenía balazos en diferentes partes del cuerpo.
Hasta ahora, el despacho del Ministerio Público del Fuero Común en El Fuerte no registra avance de en la pesquisa, excepto la fe ministerial del levantamiento del cuerpo. Se presume que este será otro homicidio que quedará impune.
Al caso de Víctor se sumó otro asunto. Este es el de un desconocido a quien sus asesinos le dejaron la clava única de Registro Población, pero sin fotografía. En ella aparece el nombre de Jorge Alberto Rogland Rocha, quien tendría ahora 41 años de edad y viviría en Ensenada, Baja California.
El cadáver fue localizado envuelto en plástico negro, en la zona del ejido Lorenzo F. Robles.
Y finalmente, el caso del policía preventivo adscrito al grupo de reacción inmediata en El Fuerte, Manuel Herrera Almeida, y uno de sus sobrinos, que hasta ahora no fue identificado.
Los cuerpos de ambos fueron encontrados en el kínder de la sindicatura de Chinobampo.
Las investigaciones se centran en que el doble homicidio ocurrió en una fiesta, pues según la versión de los síndicos de los alrededores en la víspera se escucharon cohetones, pero que al día siguiente, con la luz del día, se supo que habrían sido disparos porque se encontraron los cadáveres de tío y sobrino.
Hasta ahora la Policía Ministerial del estado y la Procuraduría General de Justicia del Estado no dan con aciertos en los tres asesinatos, y a lo más a que han llegado es a guardar un sospechoso silencio, signo de ineptitud.
El alcalde, José Eleazar Rubio Ayala lamentó los casos y en especial la de su agente de seguridad, y dijo que estos asuntos traerán mala fama al municipio, que se esfuerza por ser un destino turístico.
No obstante que fueron elegidos para ser territorio de tiradero de cadáveres, el edil dijo que se reforzarán las campañas de imagen de Pueblo Mágico.