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XVIII

¿Y Dios?

Cuauhtémoc Villegas Durán

No tengo razones para amar a Dios, nunca he tenido fortuna, perdí la salud y ninguna mujer me ha amado verdaderamente, se quedan todas amarradas al pasado y al hombre que les revienta el imén aunque jamás se quedan con ellos, sólo es un pretexto para justificar su promiscuidad. No tengo casa, no tengo carro y ni mis hijas me quieren por las difamaciones de una hermana que más parece una serpiente que un ser humano.

En mi familia, en los políticos y los periodistas, he encontrado a los peores y mejores seres humanos. Ni siquiera sé por qué lo buscó, le pido, o, escribo, acerca de Él, de los profetas, las profecias o las montañas sagradas. Ya me cansé de escribir, de vivir, de luchar, de esperar, en una vida miserable de apestado y por si fuera poco, difamado.

Dios existe y sé que, millones de personas la pasan peor que yo, por lo que, lo que escribo no es una queja sino una certeza. Pero en mi vida he entendido que no se puede obligar a nadie a que lo quiera a uno. Menos a Dios.

He visto asesinos, ladrones, mentirosos, y toda clase de personas bajas, con fortuna, salud y amor mientras, al cristiano verdadero se le difama, se le desprecia, se le persigue sin que Dios intervenga, solo promete y pone ilusiones en la Biblia, pero, el Señor fue capaz de dejar que el mundo matará de la manera más cruel a su propio hijo ¿qué no hará con quien lo cuestiona? Dios existe pero me aborrece sino, no se entendendería tanto dolor, desprecio, difamación, desamor, persecuciones, miseria, enfermedades de pies a cabeza…