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Cortesía/Ríodoce/Alfabeto QWERTY/Miguel Ángel Vega.

Primero lo que ya sabemos y aun lo estamos viviendo: De septiembre de 2024 a la fecha, los delitos en Sinaloa se dispararon exponencialmente. Basta un par de datos para dimensionarlo: de 2023 a 2024, los asesinatos en Sinaloa tuvieron una tasa de crecimiento de 62 por ciento; y Culiacán, el epicentro de la pugna entre Chapitos y Mayitos, elevó la tasa de crecimiento de homicidios en un 87 por ciento en el mismo periodo.

Ahora lo que es difícil dimensionar pero los números lo señalan: 2024 no ha sido el peor año en el comportamiento delictivo en general en Sinaloa, incluso ni en homicidios ni en robo de autos, sino 2017.

El gobierno federal emitió una tabla comparativa con los datos del comportamiento delictivo de los estados en la última década, de 2015 a 2024, y desglosado por municipios. Se construyó a partir de los informes de Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, lo que podría presentar variaciones con respecto a otras bases de datos, pero en lo fundamental se comprenden las tendencias y el comportamiento por cada delito.

La ficha de Sinaloa permite poner en perspectiva histórica los sucesos actuales. Y visualizar, con datos y estadísticas, que son justamente los periodos de conflictos internos entre las facciones del crimen organizado lo que provoca los más grandes picos de incrementos delictivos. Por eso las elevaciones están en 2017 –año de la pugna de Chapitos contra Dámaso López- y este 2024 –los mismo Chapitos, pero ahora contra Mayitos.

En todo el periodo de la 4T, de diciembre de 2018 a diciembre de 2024, según la ficha se cometieron 166 mil 014 asesinatos en México, y en Sinaloa sumaron 3 mil 870, lo que sería el 2.33 por ciento del total, porque excepto los últimos cinco meses, Sinaloa había tenido un descenso en los homicidios y luego una consistente estabilidad.

Pero eso se terminó: En diciembre pasado, que no ha sido el mes con más homicidios desde que inició la pugna, en Sinaloa se cometieron el 6.2 por ciento -casi el doble del porcentaje que había tenido en promedio en los últimos seis años- 6.2 por ciento de todos los asesinatos en el país, que sumaron 1 mil 872, aunque Sinaloa solo tiene menos del 3 por ciento de la población de México. Con el comportamiento de los últimos meses, Sinaloa de nueva cuenta superó la media nacional en casi todos los delitos que se miden.

Si Culiacán es el territorio de la disputa, es en la capital donde se cometieron el 66 por ciento de los homicidios el año pasado. Pero además, el comportamiento delictivo de Sinaloa lo marca lo que ocurre en Culiacán, así ha sido siempre en la entidad.

Margen de error

(Paz) Escuchar el grito de reclamo de que regrese la paz a Sinaloa es contradictorio, porque Sinaloa en realidad no ha tenido periodos de paz en los últimos 50 años, desde que el narcotráfico se convirtió en una actividad principal en muchas regiones del estado y asentamiento de los cabecillas de las organizaciones del negocio de las drogas.

A estas alturas nos ha quedado claro que la relativa paz de Sinaloa depende de la estabilidad de los grupos delictivos y que no tengan ningún conflicto interno. Y cuando se presenta una guerra entre ellos, entre sus grupos, una separación o una disputa, los gobiernos federal y estatal están imposibilitados para detener la ola de asesinatos que implica esa lucha interna.

Eso es justo lo que pasa ahora. Se han concentrado en cinco meses todo lo que ocurre en un año entero, o en un periodo entero. La diferencia con otros picos de violencia, como el de 2017, es la intensidad de los mensajes por las redes sociales que han sembrado el pánico social y el encierro y parálisis de Culiacán. Que tampoco el gobierno estatal y federal han logrado reducir, menos controlar y mucho menos inyectar una confianza perdida.

Primera cita

(Presión) Las movilizaciones y protestas de los últimos días en Culiacán, relacionadas con la exigencia al gobierno de un combate a la violencia que dé resultados y el añadido político de que la raíz del problema es el gobernador Rocha, tienen la característica de carecer de una cabeza visible del movimiento. No hay una claridad sobre quién organiza o quiénes convocan. De ahí es que han logrado aglutinar a muchos que le tienen fobias a ciertas marcas.

Si algo es necesario en este momento es el involucramiento de todos para enfrentar la situación especial.

Mirilla

(Loza) Óscar Loza llega por segunda ocasión a la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Sinaloa, es quizá el único Presidente que el Congreso no ratificó para un segundo periodo en su primer arribo como Ombudsperson de 2004 a 2007.

Nadie le puede regatear al profe –como le conocí en mis inicios como reportero- una vida entera dedicada a la defensa de los derechos humanos desde la sociedad civil, incluso desde la peligrosa soledad que significaba a finales de los años 80 y 90 del siglo pasado, emprender batallas sobre derechos humanos en este país. No es casual que dos de sus compañeros de aquellos años hayan sido asesinados, Norma Corona y Jesús Michel Jacobo.

Por décadas la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, y el profe Loza en particular, ha sido el referente obligado para entender los temas de la violencia y seguridad pública, desde la visión no oficial.

Muchos han dicho que la llegada de Óscar Loza por segunda ocasión a la CEDH es una forma de coronar una larga carrera en la defensa de los derechos humanos, pero en todo caso se trata de una nueva posibilidad de hacerlo con más recursos humanos y disposición de otras facultades en un quehacer conocido por Loza. Incluso, la responsabilidad ahora es distinta, porque aquí sus decisiones sí son vinculantes y además arriba en una circunstancia particularmente difícil para Sinaloa, aunque nada que no conozca de sobra el profe Loza (PUNTO).

Artículo publicado el 2 de febrero de 2025 en la edición 1149 del semanario Ríodoce.

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