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Evita la presidenta hablar de la violencia en Guerrero

Marcelo Ebrard prepara un análisis de cuánto contribuye la migración mexicana a la economía de Estados Unidos, informó este miércoles Sheinbaum.

Captura de pantalla de la transmisión del 13 de noviembre de 2024.

Apurada por viajar a Izcalli, para encontrarse con la Conferencia del Episcopado Mexicano, Claudia Sheinbaum evitó hablar de la violencia en Guerrero.

Ahí se arrestó a un oficial del Ejército como presunto responsable de la decapitación del presidente municipal de Chilpancingo. Además de la migración, Sheinbaum también defendió la reestructuración de Pemex.

Cortesía/Los Ángeles Press.

La actividad en Palacio Nacional este miércoles 13 de noviembre ha sido una de las más breves. La presidente tenía urgencia de salir del Centro Histórico de la Ciudad de México hacia las nueve de la mañana.

Como se apuntó ayer, Claudia Sheinbaum está al momento de redactar estas líneas en Cuautitlán Izcalli, en la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano, la máxima instancia de la Iglesia Católica en México.

Ayer, el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro fue electo por sus colegas como presidente de ese órgano eclesiástico y por razones que se exploran en el texto que aparece enlazado después de este párrafo, Sheinbaum tuvo interés de acudir ahí.

La necesidad del gobierno de México de contar con alguna mediación ante el gobierno de Estados es cada día más evidente, pues Donald Trump, a quien Andrés Manuel López Obrador frecuentemente llamó su “amigo”, acumula nombramientos de ideólogos y radicales que parecen dispuestos a destruir todos los equilibrios construidos entre México, Estados Unidos y Canadá desde que el 1 de enero de 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio entre los tres países.

Así lo hizo ver Sheinbaum este miércoles en Palacio Nacional, como se puede ver en el vídeo que aparece después de este párrafo.

Aunque la idea de presentar los argumentos racionales para sostener el modelo de cooperación entre los tres países de América del Norte parece sensata, quizás sería necesario recordar que todos esos argumentos son muy conocidos en Ottawa, en Ciudad de México y en Washington, D.C.; por eso se aprobaron los cambios que el tratado original implicaron para los tres países.

Lo que Sheinbaum y Ebrard parecen perder de vista es que con Trump y el equipo de ideólogos y radicales que le acompañarán en su segunda presidencia, ese tipo de discusiones no tienen los resultados que podían lograrse con funcionarios con otros perfiles.

Basta ver la posición del nuevo “zar” de la migración y la frontera en Estados Unidos, Tom Homan.

A cualquier dato que el gobierno de México pueda ofrecer, el futuro gobierno de Estados Unidos puede responder con la misma frase que López Obrador acuñó para desacreditar cualquier crítica en su contra: “yo tengo otros datos”.

En todo caso, lo que transpira de lo dicho por la presidente es la urgencia de encontrar un asidero desde el cual abordar la relación con Estados Unidos, en un momento en que Trump puede actuar—como él mismo lo anunció—como un dictador.

Es claro que la segunda versión del acuerdo, la que firmaron López Obrador, su “amigo” Trump y Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, seguirá vigente por lo menos hasta 2026, pero eso no garantiza que continúen fluyendo las inversiones a las que el gobierno de México se aficionó, pero que—al mismo tiempo—pone en peligro por imponer como lo ha hecho una reforma del Poder Judicial que elimina cualquier contrapeso al poder presidencial.

Es una situación paradójica que requiere de algo más que las discusiones sobre la racionalidad de una política pública a las que se acostumbró Marcelo Ebrard cuando era parte del gabinete ampliado de Carlos Salinas de Gortari.

Con Trump, no hay otra racionalidad que valga que la que su manera de imponer su visión de un Estados Unidos autárquico, cerrado a la posible influencia de otros y, sobre todo, dominado por impulsos profundamente racistas que una y otra vez fueron normalizados por López Obrador y sus más cercanos en el gobierno anterior, incluido el excanciller Ebrard.

Por lo pronto, además de anunciar su viaje a Izcalli y los trabajos para argumentar la racionalidad del acuerdo comercial con Estados Unidos, Sheinbaum defendió a capa y espada la reestructuración de Petróleos Mexicanos.

Sheinbaum negó que pudiera haber problemas con los pagos que Pemex debe hacer al exterior, al tiempo que celebraba el que, ahora sí, Dos Bocas podrá operar al cien por ciento en unos días más.

En otros temas, la presidente se desentendió de la reelección de Rosario Piedra en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, atizó el conflicto con el Partido Acción Nacional al volver a atacar al presidente de esa organización y felicitó en dos ocasiones a su predecesor, López Obrador.

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Medio independiente de Aguascalientes.

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