Es necesario crear una nueva normalidad, dice Tomás Guevara, porque la que teníamos era ficticia
El narco es un monstruo que se dejó crecer por intereses o incapacidad, y que, aunque la lucha que hoy sostienen grupos delincuenciales no es en contra de la sociedad civil, sí la afecta en su vida cotidiana, expresa Isaac Tomás Guevara Martínez.
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El fundador del Laboratorio de Estudios Psicosociales de la Violencia de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), considera que con estos enfrentamientos se da un rompimiento de la relación idílica que se tenía con el Cártel de Sinaloa, en que se asumía que este cuidaba a los ciudadanos y que cumplía las funciones de proporcionar seguridad.
Pero, agrega, con este conflicto que se tiene desde el 9 de septiembre ha quedado demostrado que sus integrantes carecen de escrúpulos y no les importa la tranquilidad de los sinaloenses.
La cara desconocida del monstruo
Guevara Martínez hace la analogía entre Frankenstein y el narco, un monstruo que hoy se voltea y devora a la sociedad.
“(El narco) es un monstruo que se dejó crecer, que se dejó fortalecer por equis o por zeta razón. Por conveniencia, por intereses, por falta de capacidad, por impotencia, por lo que sea. Es un monstruo que creció y creció”, señala.
Gobiernos que les dieron una autoridad moral, continúa, al permitirle a estos grupos hacer una función que no les correspondía al llevar pavimento o electrificación a poblados y rancherías.
“Esa es precisamente una forma de favorecer el fortalecimiento de estos grupos. Tenemos una deuda con la historia. Tenemos que hacer un corte histórico y plantear, subrayar, la cantidad de errores que varios gobiernos en los tres niveles fueron cometiendo para que ese monstruo ahora se voltee y nos devore”, asevera.
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Y recurre a estudios de la historia del narco que establecen que la sociedad ha aprendido a convivir con este grupo, con la violencia cotidiana que genera y que se convierte en una especie de narcocultura.
“Como decía un estudioso, yo no sé qué vamos a hacer cuando los que integran el cártel se dividan y se peleen entre ellos. Ese día vamos a conocer la verdadera cara de estos grupos, y eso es exactamente lo que está pasando. A ellos no les importa la sociedad civil. Pueden hacer una guerra en un centro comercial, sin importar las vidas que eso cueste”, subraya.
Culiacanazos y confrontación
El fundador del Laboratorio de Estudios Psicosociales de la Violencia de la UAS hace una distinción entre los “Culiacanazos” y la lucha actual entre estos grupos delincuenciales, que ha trastocado la vida de los habitantes de Culiacán.
“Ahora, claramente, se trata de una confrontación de dos grupos que antes eran socios y que están fuertemente armados y que nosotros sabemos que no tienen escrúpulos, y que en esa confrontación se han llevado en medio la tranquilidad”, indica.
El slogan
En este contexto de violencia por la que atraviesa Culiacán y algunos municipios del estado, el sociólogo hace alusión al slogan de que “En Sinaloa somos más los buenos que los malos”, que ya no se aplica como tal.
“Hay mucha gente que, de alguna manera, directa o indirectamente, está ligada a los intereses de estos grupos. Y nos impresionaría saber cuántos son, seguramente… porque también hay que aceptarlo. Hay mucha gente que se ha favorecido de esos grupos”.
Y pondera la tranquilidad del ciudadano por encima de la construcción de centros comerciales de primer mundo.
“Lo que queremos es tranquilidad. Eso es lo que tenemos que ponderar. No hay nada más valioso que la tranquilidad y la armonía. Eso es lo más importante que tener supermercados y centros comerciales a todo lujo, y que podamos comprar las marcas más sofisticadas de ropa… esas son cosas…” subraya.
Construir la nueva normalidad
Isaac Tomás Guevara Martínez plantea la construcción de una nueva normalidad porque la que se tenía era una normalidad ficticia, que ahora está mostrando su verdadero rostro.
“Ahora la tarea para nosotros es la de ver cómo construimos una nueva normalidad. Una normalidad en donde estos grupos ya no estén, en donde podamos sacarlos de la entidad, y si se puede del país, mejor”, expresa.
Ya es urgente, dice, que Sinaloa deje de ser visto como un estado de narcos… “Debemos pensar cómo demonios podemos construir una cultura de paz, cómo podemos transformar esta mente saturada, invadida por la narcocultura, por una cultura de paz, de tranquilidad”.
“Este es el momento en que tenemos que mostrar de qué estamos hechos. Si vamos a seguir idolatrándolos (porque) nos vendieron la idea de que nos cuidan, de que nos protegen, de que se encargan de los delincuentes y que favorecen el crecimiento del estado”, puntualiza.
Y no es quedándose en casa y encerrándose bajo cien candados como se va a afrontar el problema, subraya, sino saliendo a la calle y reclamar “fuera el narco”.
“Eso es lo que tenemos que hacer. Solo así podremos construir esto que ahora se llama una nueva normalidad, porque la que teníamos ya no la queremos. Ya vimos que era una normalidad ficticia, hechiza, que tronó y nos mostró su verdadero rostro”, enfatizó.
Artículo publicado el 29 de septiembre de 2024 en la edición 1131 del semanario Ríodoce.
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