López Obrador insistió en culpar a los medios que reportan los hechos de violencia en distintas regiones de México pues según él “están controlados”.
Cortesía/Los Ángeles Press.
Además de ignorar la violencia, López Obrador insistió en sus ataques al Poder Judicial del que dijo “siempre ha sido un poder subordinado”.
Los Ángeles Press
Este lunes 23 de septiembre, seis días antes de que concluya su mandato, Andrés Manuel López Obrador usó su tribuna en el Salón Tesorería de Palacio Nacional para minimizar el que ayer domingo, mientras realizaba una de sus giras en el estado de Veracruz, alguien le lanzara una botella de agua.
Afortunadamente el hecho no pasó a mayores. Era difícil que pudiera causar algún daño real, pues la botella era de plástico, pero el hecho que además de lanzar la botella un grupo de asistentes gritara durante varios minutos “dictador”, es algo que no debería pasar desapercibido en un país que padece los efectos de distintos tipos de violencia.
El propio presidente desvía la atención mediática una vez más los hechos de violencia que ocurrieron durante el fin de semana en Sinaloa, en Sonora y Chiapas, entre otras entidades.
Fiel a su estilo, López Obrador acusó a los medios que dan alguna cobertura a los hechos de violencia que afectan a distintas comunidades del país. Una forma de controlar la narrativa mediática desde Palacio Nacional. Una vez más, implicó que quienes publican información sobre hechos de violencia, lo hacen o por consigna, o por negocio o porque, según el léxico de López Obrador y sus fieles, porque se trata de medios “conservadores”.
En efecto, poco después de las nueve de la mañana, López Obrador volvió a usar el repertorio de invectivas contra los medios. Los acusó de estar “controlados por el poder económico” y señaló, de manera textual que “como ahora ya no reciben privilegios están muy molestos”.
Ni una palabra del sufrimiento, del dolor o de la zozobra en la que viven periodistas que ni son conservadores, ni están controlados por “el poder económico”, como en el caso de Dalia Villatoro, que ha sido amenazada en Chiapas por ejercer su derecho a ser periodista.
Tampoco hubo algún reconocimiento del hecho objetivo, derivado de los números que su propio gobierno reporta, que el suyo es el sexenio más violento en 90 años de historia de México al acumular poco más de 198 mil homicidios, cifra que rebasa por mucho los más de cien mil de Felipe Calderón Hinojosa o los más de 71 mil de Ernesto Zedillo Ponce de León, como se puede ver en la gráfica de TResearch International de México que aparece después de este párrafo. Esa gráfica, por cierto, se elabora a partir de los datos que el propio gobierno federal reporta a diario.
Un poco después de los ataques a los medios de comunicación, sin el menor reconocimiento de la pluralidad que existe en ellos, especialmente en México, López Obrador reiteró sus ataques al Poder Judicial de la Federación, del que se mofó diciendo, poco antes de las nueve y media que “nunca ha habido independencia en el Poder Judicial, siempre ha sido un poder subordinado”.
Es más interesante que lo diga quien siempre que puede celebra el paso de Benito Juárez por la Suprema Corte de Justicia del México del siglo XIX, desde donde pasó a ejercer la presidencia de la República.
Aunque López Obrador eludió también hablar del nombramiento de su propio hijo Andrés Manuel López Beltrán como parte de la dirigencia de Morena, el titular del Ejecutivo celebró la designación de Luisa María Alcalde como presidente de esa agrupación, del que dijo dejará de ser militante, al tiempo que bañaba en elogios a Alcalde y a Claudia Sheinbaum que, al celebrar la elección de Alcalde habló de que no habrá un “partido de Estado”.
También el tipo de palabras que suele usar contra sus antecesores en el cargo, con excepción de personajes como Luis Echeverría Alvárez o Enrique Peña Nieto.
Los reproches en esta ocasión los dirigió a Zedillo de quien le molestó el que, según él, “enfrente a quiénes estamos impulsando esta transformación aunque él no tenga autoridad moral”. No es claro, desde luego, qué es lo que le da la “autoridad moral” a unos por encima de otros.
Finalmente, a pesar de sus ataques a la Suprema Corte anunció que la próxima semana ese órgano resolverá el pago por la evasión de impuestos imputada al Grupo Salinas. Insistió en que “son dos expedientes, uno de dos mil 500 millones de pesos y otro de cinco mil millones que, con los intereses y otros añadidos, va a llegar como a 35 mil millones de pesos”.
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