BBC
Ben Crump se ha convertido en una presencia casi constante en Estados Unidos para todo lo relacionado con desigualdad racial y brutalidad policial. En la última década, este abogado de 51 años se ha involucrado en los casos más notorios de afroestadounidenses muertos o gravemente lesionados a manos de la policía.
Hablamos de Trayvon Martin, Michael Brown, Jacob Blake, Ahmaud Arbery, Breonna Taylor, George Floyd o, más recientemente, Daunte Wright y Andrew Brown, cada uno con una historia diferente, pero cuyo destino común sirvió para dar forma e impulso al movimiento Black Lives Matter.
Crump apenas tiene tiempo para celebrar una victoria judicial, como por ejemplo el veredicto de culpabilidad al exagente de policía Derek Chauvin el pasado 20 de abril por el asesinato de George Floyd en mayo de 2020. Se le acumulan los casos pendientes o los nuevos encargos.
Un día está celebrando un fallo en un tribunal con los familiares de una víctima y al día siguiente está en un funeral por otro joven muerto a tiros. ¿Quién es este abogado que parece estar en todas partes?
Tras la condena a Chauvin, el abogado nacido en Lumberton, Carolina del Norte, y afincado en Florida, apareció orgulloso ante las cámaras.
Rodeado de familiares de Floyd, Crump calificó el veredicto como una victoria para todos.
“La justicia no es justicia si no nos incluye a cada uno de nosotros”, exclamó. “Es una victoria para cada hombre, mujer y niño que anheló y peleó por la justicia, pero no vivió para verla”.
Crump no lideró la acusación penal contra el exagente de policía, pero representó a la familia de Floyd en su demanda civil contra la ciudad de Mineápolis y consiguió para ellos la mayor compensación económica de la historia de EE.UU. en una demanda civil previa a un juicio: US$27 millones.
“Sigo esperando y confiando en que, si podemos hacer que paguen millones de dólares cada vez que disparan a un negro por la espalda, habrá menos personas negras a las que se les dispara por la espalda”, explicó Crump ante los medios.
“Ésa es mi teoría, que sigo sin confirmar porque nos siguen matando. Debemos luchar hasta que se hiele el infierno”.
A esa lucha le ha dedicado su vida profesional como abogado, incluso antes de convertirse en una figura tan pública y mediática.
“He sido un abogado de derechos civiles durante toda mi vida profesional, pero he sido negro toda mi vida”.
En esta frase se resume el pensamiento y la determinación de Crump para pelear contra la injusticia racial y para defenderse de las voces críticas, que también las hay, que le tachan de oportunista y de tener afán de protagonismo.
Se crió cerca de Fort Bragg, una importante base militar que fue pionera en la integración de blancos y negros en EE.UU.
El mayor de 9 hermanos y hermanastros, su traslado a una escuela que antes había sido solo para blancos le hizo darse cuenta de las diferencias raciales ya desde pequeño.
En su libro Open Season: Legalized Genocide of Colored People (“Temporada abierta: el genocidio legal de la gente de color”), Crump describe cómo en la escuela primaria se enteró de que la asignación semanal de un compañero blanco era igual que el salario semanal que ganaba su madre con dos empleos en una fábrica de zapatos y la lavandería de un hotel.
En esta obra autobiográfica, Crump evoca cómo su madre le contó la historia del afamado abogado de derechos civiles Thurgood Marshall, el primer juez negro en llegar a la Corte Suprema de EE.UU., que se convirtió en su héroe.
Estudió secundaria en Tallahassee, Florida, donde vivió con su madre y el segundo esposo de ella, el hombre al que Crump considera su padre. Obtuvo una beca para la Universidad Estatal de Florida (FSU), donde estudió Derecho y fue presidente del Sindicato de Estudiantes Negros.
“Siempre ha luchado por estos temas, y en aquel momento no era tan diferente. Combatía cualquier injusticia que percibiera como tal”, le cuenta a la revista Time Sean Pittman, graduado de FSU y abogado que conoce a Crump desde hace más de 30 años.
Para Pittman, los casos que Crump defiende ahora son más grandes e importantes, pero el hombre es el mismo.
De profundas creencias religiosas, Crump lleva 22 años casado con su esposa, con quien tiene una hija de 8 años, Brooklyn.
Crump asumió desde el principio de su carrera casos de demandas civiles de personas afroestadounidenses con los que fue dando forma a su perfil actual. Consiguió elevadas compensaciones económicas en varios litigios que hicieron que su nombre empezara a conocerse en Florida.
Hasta que llegó el caso de Trayvon Martin, que fue el que dio a Crump notoriedad nacional como abogado de derechos civiles.
Trayvon era un joven de 17 años que, una noche de febrero de 2012, caminaba por una calle de Sanford, Florida, hacia la casa de la novia de su padre.
Era de noche y el muchacho iba desarmado, pero George Zimmerman, un vigilante voluntario que patrullaba la zona, lo atacó y lo mató. Alegó que lo había hecho en defensa propia.
El padre de Trayvon contactó con Crump para que representara a la familia y así fue como el nombre e imagen del abogado comenzaron a asociarse con este tipo de casos.
Tras el de Trayvon Martin llegaron otros casos, como el de Michael Brown en Ferguson, Misuri, un joven de 18 años que en 2014 murió por los disparos del agente de policía blanco Darren Wilson.
O el de Breonna Taylor, una mujer de 26 años de Louisville, Kentucky, que murió en un tiroteo en su propia casa en una redada policial.
Todos estos procesos le han ganado apodos, entre los que destaca el de “fiscal general del Estados Unidos negro” que le puso el reverendo Al Sharpton.
Cuando se le menciona ese apelativo, Crump simplemente se encoge de hombros.
Las cámaras siguen a Crump allá donde va, la gente lo detiene para tomarse fotos con él, ha aparecido en documentales e incluso brevemente en una película, “Marshall”, sobre su admirado Thurgood Marshall, y Netflix está preparando un filme sobre su lucha.
La autora conservadora Candace Owens lo acusó en abril de intentar sacar provecho de los disparos policiales y de estimular las protestas violentas.
“Mantener los temas raciales vivos se ha convertido en un negocio en Estados Unidos”, dijo Owens en una entrevista en el canal conservador Fox News. “Era Al Sharpton ayer, Jesse Jackson mañana, Ben Crump hoy”.
Esto no le molesta a Crump: “Sería el colmo de la arrogancia pensar que todo el mundo te va a adorar. Esto no es un concurso de popularidad“.
Contrario a lo que pudiera parecer, la tarifa de Crump es la estándar para los casos en los que el acuerdo es que el cliente no paga nada hasta que haya una resolución.
Quienes ganan en los tribunales o reciben una compensación suelen pagar a sus abogados entre el 33% y el 40%.
Crump, cuya elegante firma legal con sede en Tallahassee emplea a 110 personas, explica que gana la mayor parte de su dinero y paga a su personal con ingresos adquiridos en casos menos visibles.
No se siente único ni imprescindible.
“Espero hacer todo lo humanamente posible, durante el tiempo como pueda, y cuando no pueda, me resultará perfecto pasarle el relevo a la siguiente generación”.
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