Por Miguel Ángel Vega
A unas semanas de que el juez Brian Cogan emita la sentencia en contra de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, pistoleros, sobrinos, primos y colaboradores que durante años estuvieron a lado del capo, ven el fin inminente en la carrera delictiva del narcotraficante, y consideran imposible que el gobierno de Estados Unidos le aplique una condena “ligera” como la emitida a Vicente Zambada Niebla, el Vicentillo.
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“Nosotros sabemos que el Tío (Guzmán Loera) ya no va a regresar. Desde el principio supimos que era un juicio perdido, y aun así teníamos esperanza que ganara, pero era difícil. Desde que se lo llevaron a Estados Unidos fue difícil que las cosas salieran a su favor”, dijo un viejo pistolero y sobrino del Chapo, quien pidió que sólo se le identificará con el apodo de Comandante.
La nostalgia parece llenar al pistolero de Guzmán Loera cuando piensa en la ausencia del capo, pues asegura que en los tiempos en que su Tío aún estaba libre, había opulencia en la sierra, y sobre todo la gente se sentía segura pues el Chapo no sólo controlaba el territorio, sino que ayudaba a la gente que de pronto enfrentaba una necesidad o alguna urgencia.
“Cuando se enfermaba alguien, y la familia no tenía dinero, el señor enviaba para la medicina, o mandaba traer una avioneta para que llevaran al enfermo a Culiacán. Daba trabajo. Era muy noble con la gente, por eso lo querían”, dice el Comandante, quien acabó unido a una facción del Chapo que hoy por hoy controla un territorio integrado a la ciudad de Culiacán.
En cuanto a la seguridad en las montañas, el sobrino explica que actualmente se han presentado una serie de conflictos en las inmediaciones de lo que se conoce como el Triángulo Dorado, una zona completamente aislada y de difícil acceso donde convergen los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango.
“Desde que se lo llevaron (al Chapo), hay más guerras, más conflictos, porque los que quedaron en su lugar resultaron ser más desordenados que cuando mi Tío, y ahí empiezan a hacer lo que quieren, y ya no se respeta a la gente ni se respetan las reglas”, reveló el sobrino del capo.
El Cacho, quien también solicitó no se revelara su verdadera identidad, explicó que parte de la inseguridad que se vive en las montañas tiene que ver con la insistencia del Cártel de La Línea, que tiene semanas tratando de entrar a Sinaloa por la zona de Atascadero, en Chihuahua, y que por eso el Cártel de los Guzmán vigila toda la zona, y que están fuertemente armados para repeler cualquier invasión que pudiera suscitarse.
“Nosotros no nos movemos de aquí (de San Miguel, Badiraguato), y hay que estar pendientes y bien comunicados en caso de que algo se presente porque si esa gente (del Cártel La Línea) entra para acá, se van a poner muy feas las cosas”, dijo el Cacho.
Como parte de la estrategia, los Guzmán mantienen retenes en todos los caminos que conducen a Sinaloa por esa parte de la sierra, y la orden de los pistoleros es enfrentar al primer comando que se acerque sin permiso a la zona de La Tuna, San Miguel, Huixiopa y Alisitos.
Cristóbal Castañeda Camarillo, secretario de seguridad pública en Sinaloa, explicó que no se tienen reportes de hechos violentos en la sierra sinaloense, ya que de haberlos, los atenderían de inmediato.
“Nuestra estrategia es atender las zonas de mayor incidencia delictiva, y por el momento no se nos han reportado hechos violentos en la sierra, porque cuando eso pasa nosotros desplegamos un operativo coordinado con policía del estado, elementos castrenses de la Defensa Nacional, policía federal y municipal”, explicó el Secretario.
Al respecto, gente entrevistada que radica en la sierra de Sinaloa reconoció que no han habido hechos violentos que reportar, pero que se siente un ambiente tenso por la falta de trabajo, la ausencia del Chapo Guzmán, y la posible guerra entre el Cártel de Sinaloa y gente de La Línea.
“Si la gente esa entra por acá, los vamos a tener que enfrentar, porque estamos solos. ¿O ha visto gobierno por acá? —cuestionó—. Sólo se asoman cuando vienen a destruir las parcelitas de amapola que uno siembra con la esperanza de agarrar algo de dinero”, dijo el Cacho.
Interrogados los ex pistoleros y colaboradores de Guzmán Loera, el consenso fue unánime, al señalar que el territorio que pertenecía al Chapo quedó en posesión de la familia, ya sean hijos, hermanos, primos y sobrinos; muchos de ellos terminaron haciéndose de territorios y compradores de droga que antes rendían cuentas al capo, pero que tras su ausencia todos terminaron por quedarse, o por parte de su territorio, o por su cartera de clientes.
“Se fue el señor, pero para nosotros siempre será un líder, porque gracias a él se construyeron iglesias, escuelas, clínicas, y se abrieron caminos; hizo que llegara la electricidad hasta acá, se hicieron ductos para el agua potable, porque el viejo utilizaba sus influencias en el gobierno para todo eso, y son cosas que nadie las sabe pero hasta ordenaba a políticos que abrieran Conasupos en la sierra, que si no, ni eso tuviéramos”, dijo el Cacho, quien dijo tener 49 años.
Interrogado del por qué un pobre campesino como Guzmán Loera pudo crecer tanto, y el resto no lo logró, el Cacho fue muy directo al responder lo siguiente:
“Yo creo que porque el Chapo tenía mucho cerebro. Era trabajador y le gustaba el dinero, y supo hacer las cosas. Pero sinceramente, pocos como él, hasta en la forma de hablar. Lamentablemente él ya no está, y ahora hay que rascarse a cómo se pueda”.
En Culiacán, los pistoleros del Chapo terminaron cuadrándose a los menores, o bien se unieron a otras facciones del Cártel de Sinaloa, como los Cázares, los Zambada, los Díaz, pero muchos de ellos dicen que en el fondo siguen siendo gente del Chapo Guzmán.
“Aquí seguimos oiga. Echándole ganas, y trabajando porque el tráfico de la droga no se detiene aunque no esté el jefe, pero eso sí, pendientes que no nos vaya a caer el gobierno”, dijo el Comandante, para luego preguntar a este reportero si estaba enterado de la presencia de decenas de agentes de la DEA que la semana pasada habrían aterrizado en la ciudad de Culiacán.
El rumor era generalizado, y los puntos del Cártel de Sinaloa se mantuvieron más alertas que de costumbre, sobre todo en hoteles y restaurantes, pero tras una petición de acceso de información enviado a la DEA, voceros de ese agencia estadounidense dijeron que no podían ni negar, ni confirmar la existencia de agentes en Culiacán que estén realizando labores de investigación.
“Lo único que puedo decir es que, como un principio básico, la DEA no realiza operativos en países con quienes trabajamos, sino que proveemos entrenamiento, inteligencia, y labores de coordinación con las autoridades locales”, explicó Bárbara Carreno, vocera de la DEA en Washington.
Narcotraficantes de nivel medio y bajo entrevistados por Ríodoce, dijeron por su parte que se mantendrían alertas, y que “haga lo que haga el gobierno de México y Estados Unidos, se mantendría el tráfico de droga”.
“Así se la voy a poner mi amigo: mientras haya quien compre, va a haber quien venda y ni la pared más grande va a parar que la droga llegue allá (a Estados Unidos), porque si nosotros no la mandamos, van a ser los gringos quienes vengan a comprarla hasta acá”, enfatizó otro de los entrevistados.
Artículo publicado el 16 de junio de 2019 en la edición 855 del semanario Ríodoce.
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