(h1)José Antonio Ríos Rojo es, sin duda, un activo de primera línea de la izquierda democrática en Sinaloa. Mientras otros han cambiado de ropaje político o han sido de militancia temporal, con una breve estancia aquí o allá, en tal o cual anagrama partidario, él ha permanecido fiel a un ideario desde que muy joven militaba en el Partido Mexicano de los Trabajadores al lado de figuras de la talla de Heberto Castillo, Demetrio Vallejo o Eduardo el Búho Valle Espinoza; y aquí en Sinaloa, con Jaime Palacios y Valdemar Rubio, entre otros.
Se ajusta al perfil de los imprescindibles, cualquier cosa que signifique hoy, como alguna vez llamó Bertolt Brecht a los que luchan toda la vida, sin pensar mucho en los sacrificios personales y los fracasos políticos. Ríos Rojo ha estado en los momentos estelares de la construcción partidaria de la izquierda del país que tiene hoy como terminal al partido Morena y sigue haciendo su contribución a la democratización del país.
Vamos, quizá es la figura más emblemática de la izquierda sinaloense democrática. Aun cuando en las pasadas elecciones no fue candidato a un cargo de representación popular y, vaya, lo merecía, después de la trastada que Andrés Manuel le hizo a la militancia morenista y frustró la posibilidad de que Ríos Rojo fuera candidato a gobernador en 2016 —aunque él dice que ni siquiera estuvo presente en Los Mochis, cuando se eligió la terna de donde saldría el candidato y quedó en segundo lugar después de Meché Murillo, quien como se sabe renunció y a Ríos le tocaba, pero…
Ese traspié político, sin embargo, no le quitó el sueño. Con este tipo de militante ya se sabe que después de un fracaso hay que dar vuelta a la hoja e ir a la siguiente. De las derrotas se aprende y en la posición en que pueda servir más a las causas de la izquierda.
Me tocó coincidir con él en los órganos electorales de 1999 a 2006, donde cumplíamos roles diferentes con un propósito común, yo como consejero electoral y él como representante del PRD, buscamos el cumplimiento de la ley y elecciones libres. Siempre puntual y defendiendo las causas de la izquierda fuera en los consejos, los medios de comunicación o en los cenáculos de la izquierda.
Este ingeniero civil nunca ha dejado la docencia, primero en la UAS y más tarde en la U de O. Tiene incluso trabajos de investigación electoral. Uno de ellos al lado de mi paisano y colega Octaviano Moya. Pero su vocación es la política, y estudia y viaja por todo el estado, como militante o dirigente político.
Quizá por eso, muchos estamos contentos que haya sido designado por unanimidad Secretario General del Congreso del Estado. Conoce las entrañas de la labor legislativa, tanto en lo federal como estatal, donde ha sido representante popular por el PMS-PRD.
Y ya su presencia se ha dejado sentir en posiciones que su partido ha asumido a favor de los ciudadanos, como es el ingreso a las sesiones del pleno. Aun cuando eso podría volver más difícil la conducción de las sesiones legislativas, atienden un justo reclamo ciudadano, luego de que en la pasada legislatura se hizo una “lista negra” de mal portados. Ahí, como Secretario General, tiene una de las tareas por cumplir que es la intermediación política y la conciliación de intereses. Nada fácil, pero la solvencia ayuda, y mucho en escenarios polarizados.
Ríos Rojo ya ha sido considerado mediáticamente como el “hombre tras el poder” de la fracción de Morena y por extensión en el resto de la representación, una expresión que seguramente no le gusta y menos a los diputados con ínfulas de superioridad, pero experiencia manda y orienta a los neófitos de buena voluntad, sobre todo en la curva de aprendizaje donde generalmente se cometen muchos tropiezos, por el desconocimiento de la ley, los reglamentos y las formas legislativas.
En definitiva, la colaboración estrecha que deberá tener con Graciela Domínguez, líder indiscutible del Congreso, será muy importante para impulsar una agenda progresista y sobre todo, a favor de la transparencia y rendición de cuentas del Gobierno del Estado y los municipios.
Por último, seguramente Ismael Bojórquez, director de Ríodoce, no cabe de gusto con la llegada de su analista político al primer plano de la política estatal. Tendrá que subirle el salario.
¡Enhorabuena!
Artículo de opinión publicado el 14 de octubre de 2018 en la edición 820 del semanario Ríodoce.
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