Como individuos nos es más fácil categorizar el ambiente que nos rodea para ordenarlo y entenderlo. Los estereotipos, como creencias y percepciones generalizadas acerca de las características asociadas a los grupos de personas, tienen una función importante en nuestra percepción del mundo. Podemos pensar en el estereotipo como un filtro mental sobre la realidad social.
Probablemente tenemos una idea clara de lo que son los estereotipos, pero resulta significativo recuperar el uso original de la palabra: deriva del griego στερεός (stereós = sólido) y τύπος (typos = impresión, molde). En la esfera de la tipografía, ésta se refiere al molde, generalmente de plomo, que se utilizaba en un tipo de impresión.
El estereotipo como estructura cognitiva crea imágenes mentales que suelen ser informativas y funcionales, es una de las principales fuentes para justificar nuestras actitudes hacia los demás. En realidad, es un marco de referencia; sin embargo, el problema comienza cuando éste se convierte en la única fuente de referencia y se transforma en una limitante y en un prejuicio.
Su construcción inicia con un proceso de diferenciación, se describen las características y se realzan las singularidades; posteriormente se contrasta con la realidad y, de ser acertado, se reproduce y se comparte socialmente. Los estereotipos son generalizaciones que dejan de lado las particularidades. Son justo eso, “moldes sólidos” que nos definen a una persona o grupo.
Los denominados estereotipos de género son ideas sobre los atributos, características, actitudes y comportamientos de las funciones sociales que desempeñan. Son aquellas preconcepciones socialmente construidas, aceptadas, de lo que una mujer y un hombre es, o mejor dicho, debe ser.
Desde la infancia se nos enseña cómo nos debemos comportar, cuáles son las expectativas sociales que debemos cumplir como niños, niñas, hombres y mujeres y así vamos por el mundo con nuestro “arsenal mental” que justifica la estratificación de los géneros. Lo anterior define la forma en que nos construimos como personas, lo que decidimos hacer, cómo y cuándo.
En México, los estereotipos de género están presentes en la convivencia diaria, lo que muchas veces llega a limitar nuestro desarrollo como individuos y no permite el ejercicio libre de los derechos humanos. Aunque ha sido un tema que se debate constantemente, la verdad es que identificar cuando se actúa de acuerdo con un estereotipo de género es complejo, pues se trata de una reflexión profunda que pone en jaque nuestra educación e incluso aquellos valores y prácticas que nos enseñan en casa.
Si lo pensamos un momento, incluso las expresiones populares traen arraigados ciertos estereotipos de género; tal es el caso de la frase “Aguántese como los machos”, pero ¿A quién le decimos esto?, ¿en qué contexto?, ¿qué quiero decir?, ¿por qué elijo estas palabras para referirme a estas circunstancias?
Tal vez estas preguntas no las hacemos y sólo repetimos frases sin entender las connotaciones, actitudes y comportamientos que se pueden justificar bajo ciertos estereotipos. Las imágenes mentales que reproducimos como sociedad son, en definitiva, una de las explicaciones para entender nuestra realidad.Desinfom
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