Un día como hoy, de 1940, nacio en Durango, el maestro fundador de la primer guerrilla mexicana, Arturo Gámiz García, quien perdería la vida a sus veinticinco años de edad al tomar por asalto, junto a los fundadores del Grupo Popular Guerrillero, el cuartel militar de Madera, Chihuahua.
Al igual que los maestros Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, Gámiz inició su obra pacíficamente, organizando protestas y huelgas en la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) desde 1957, sin embargo la violencia con que la autoridad los combatió, llevó a los estudiantes, maestros, obreros y campesinos que conformaban la UGOCM a empuñar las armas en 1964. De esta manera se fundó el Grupo Popular Guerrillero (GPG), organización que dejó al descubierto la vulnerabilidad del gobierno, dejando bajas importantes en las fuerzas armadas.
A pesar de la muerte de Arturo Gámiz y los principales dirigentes del GPG en el asalto al cuartel, el 23 de septiembre de 1965, sus integrantes continuaron operando en la Sierra Tarahumara durante casi una década. Gracias al gran esfuerzo de Gámiz por emancipar económicamente a los trabajadores de México, le fueron suficientes tan sólo 25 años de su vida para pasar a la historia de nuestro pueblo como uno de los más insignes rebeldes de los últimos tiempos. En su comunicado “Sólo hay un camino” justificó su salto a la lucha armada con estas palabras:
“El camino que nosotros hemos escogido está perfectamente claro, consideramos que ya es la hora de iniciar la revolución. Sabemos que no han madurado todas las condiciones ni vamos a sentarnos a esperarlas, madurarán al calor de las acciones revolucionarias. Todos los argumentos en favor de la vía pacífica son insostenibles. El legalismo y el pacifismo no conducen a ninguna parte sino a un pantano, el reformismo tampoco lleva a ninguna parte. No hay que temer el auge revolucionario.
No hay el grado de conciencia que se quiere es muy cierto, pero el proceso revolucionario es el que puede dar esa conciencia a las masas, cosa que no puede hacer la politiquería. Está demostrado que no hay que esperar a que estén dadas todas las condiciones porque las que faltan surgen en el curso de la insurrección armada.
Organizar un movimiento revolucionario es difícil; no se empieza la revolución con una poderosa organización clandestina, ni con una decena de guerrillas, ni se producirán levantamientos armados simultáneamente en la mitad del país. De lo que se trata es de iniciar la acción donde sea, a la hora que sea y no importa si no son cinco o seis mil guerrilleros sino quince o veinte. No se trata de soñar grandes operaciones tácticas sino de contestar como sea uno de los múltiples golpes que el gobierno prodiga a las masas.
En el curso de las operaciones militares las guerrillas se foguearán, se consolidarán, aumentarán sus filas y se multiplicarán, la organización se irá estructurando poco a poco en la medida que surjan las condiciones que lo permitan, las llamas de la revolución se irán extendiendo poco a poco a más rincones de la República. La lucha será terriblemente prolongada, no se contará por años sino por décadas, por eso es ya la hora de empezar y hay que empezar jóvenes si queremos tener tiempo de lograr las cualidades que sólo los años de acción proporcionarán.
Los que dicen que hay que esperar a que se den todas las condiciones, que hay que esperar el momento y que hay que organizarlo todo perfectamente, de hecho están esperando tras su escritorio que las columnas rebeldes lleguen hasta su oficina para informarles que empiezan las operaciones regulares y de posiciones para darse cuenta de que ya es el momento. Pueden seguir cómodamente en sus despachos, tenemos fe absoluta en las masas populares y sabemos que de su seno surgirán cada día más revolucionarios que se encargarán de preparar e iniciar la acción…
Estamos convencidos de que ha llegado la hora de hablarles a los poderosos en el único lenguaje que entienden; llegó la hora de que las vanguardias más audaces empuñen el fusil porque es lo único que respetan y escuchan; llegó la hora de ver si en sus cabezas penetran las bala, ya que las razones nunca les entraron; llegó la hora de apoyarnos en el 30-30 y en el 30-06, más que en el Código Agrario y la Constitución.”
-Arturo Gámiz García (1940-1965) (pensamientos magonistas).
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