Se ha escrito hasta el cansancio en los medios globales y en las redes sociales sobre errores y excesos del gobierno de Venezuela: que si Nicolás Maduro es un “dictador”, “populista”, violador de los derechos humanos; que si el Tribunal Supremo de Justicia provocó un golpe de Estado al anular a la Asamblea Nacional (dominada por la oposición de derecha) por el desacato a una orden judicial, que los más de 80 muertos en las movilizaciones son culpa de Maduro, que si hay desabasto de alimentos y medicamentos y otros problemas.
Fue destacable la maniobra para organizar la Asamblea General de la OEA en Cancún con el claro objetivo, que no se logró, de obtener una resolución condenatoria al gobierno de Maduro, teniendo a la Cancillería mexicana como operadora política y, contrario a su función, al Secretario General de la OEA, Luis Almagro, como promotor.
Así, México abandonó su tradicional diplomacia de neutralidad y respeto a la soberanía y a la autodeterminación de los pueblos. Jugaba en el concierto internacional un importante papel en la construcción de la paz mundial y era reconocido y respetado por ello. Basta recordar el papel durante la Guerra Civil Española al acoger a miles de refugiados perseguidos por el fascismo franquista; en la II Guerra Mundial, con el Embajador Gilberto Bosques, para proteger a víctimas del nazismo; su posición de no romper relaciones con Cuba por su expulsión de la OEA en los 60; su papel en la pacificación de Centroamérica en los 80, etc.
Hoy, la diplomacia mexicana, con Cancilleres improvisados y sin tamaños de Estadistas, hace el juego sucio a la política exterior de los EUA, más peligrosa para la estabilidad y la paz en América Latina y el Caribe tras el arribo de Donald Trump a la Presidencia del vecino país.
La sospecha del conjuro contra el gobierno de Maduro se hizo evidente no sólo por la lamentable posición del Canciller Videgaray, sino también por la campaña de manipulación mediática de algunos medios, como el programa matutino #DespiertaConLoret, que a diario entrevista sólo a personajes de la oposición venezolana sin la opinión de la contraparte, y proyecta reportajes de sus corresponsales en Venezuela con mensajes cargados hacia un solo lado.
Crear crisis donde no la hay
Mucho me han preguntado en las redes sociales por qué defiendo a Maduro, y aclaro: esencialmente y por cuestiones de principios no defiendo al régimen de Nicolás Maduro, sino al proyecto continental de independencia económica y soberana que inició Hugo Chávez. Se defiende al proyecto venezolano ante la amenaza del proyecto neoliberal que, en el Continente, encabezado por los EUA, el capital financiero internacional y la oligarquía criolla, pretende disponer de la riqueza del pueblo venezolano para sus fines privatizadores y lucrativos. Como en México.
Venezuela posee las reservas petroleras más importantes del mundo y las mayores reservas de oro del Continente, lo que la hace un manjar apetitoso para las trasnacionales. De ahí que el proyecto independentista Bolivariano estorbe a los planes de la oligarquía mundial.
Pero, además, Venezuela como Cuba, representa una esperanza de emancipación ante el poderoso país del norte y el capital financiero internacional. Es un “mal ejemplo” de independencia nacional para los países del Continente, de ahí que es importante reeditar hasta el cansancio el discurso Macartista de la Guerra Fría, de los buenos contra los malos, del cruel “dictador” socialista que mancilla a su pueblo. Y lamentablemente como en aquellos tiempos y ante la desinformación inducida, parte importante de la población lo cree.
En América Latina tenemos múltiples ejemplos de intervencionismo que terminan en tragedia para los pueblos que ceden a las fuertes presiones del poderoso país del norte. Recordemos la experiencia chilena en la década de los 70, en que el Presidente socialista Salvador Allende, electo democráticamente, nacionalizó el cobre y estatizó la banca, entre otros sectores estratégicos, terminando con el golpe militar y su asesinato. De ahí siguieron los golpes militares en Argentina, Uruguay, Perú, El Salvador, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Honduras y Venezuela.
El golpe de Estado de 1973 contra el gobierno del presidente Allende fue una cruel reacción no sólo de la oligarquía local, sino, bien se sabe, de los poderes económicos mundiales, en aquellos años focalizados en EUA por conducto de la CIA. Luego del golpe militar, Chile ha sido el laboratorio del modelo neoliberal. El asunto de las drogas es un ejemplo de cómo el dinero y el mercado mandan.
En México hay experiencia: nuestra soberanía energética, vital para el desarrollo nacional, ha sido entregada con la llamada “Reforma Energética” neoliberal. Así también, la banca, los puertos, las carreteras y otros sectores estratégicos.
También se encuentran en proceso de privatización los derechos al agua y al saneamiento, a la educación y a la salud, creciendo alarmantemente los indicadores de pobreza, la violencia, la militarización de la seguridad y las violaciones a los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales y de los Pueblos indígenas.
En México, casi el 15 por ciento de la población ha emigrado a los EUA huyendo de la pobreza y de la violencia, siendo perseguida y discriminada sin que nuestro gobierno asuma una defensa de principios hacia nuestros connacionales. En cambio, hace el juego sucio en contra del proyecto venezolano.
Por eso defendemos la Revolución Bolivariana, no por otra cosa.
*Director de la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste
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