Los medios crean, fabrican monstruos de papel y saliva; pero la realidad es que éstos no pueden gobernar; mucho menos garantizar la seguridad de sus gobernados. Estos gigantes a hechura de los medios y las redes sociales tienen nombre y apellido.
En Chihuahua el fenómeno se llama Javier Corral Jurado; extraordinario polemista; consumado orador; feroz crítico del sistema; pero la realidad es que desde su arribo al gobierno de aquel estado la violencia se ha incrementado notablemente. En los primeros meses de su gobierno los asesinatos y las ejecuciones aumentaron en un 84 por ciento. En semanas pasadas el gobernador chihuahuense fue entrevistado en el programa ‘Tragaluz’ de Milenio Televisión; ahí dejó en claro que no tiene una línea estratégica para apaciguar al Cártel de la Línea que impera en su entidad.
Caso semejante es del veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares quien sólo se ha dedicado a desatar una persecución verbal en contra de su antecesor Javier Duarte de Ochoa. Mientras orquesta encendidas e incendiarias polémicas mediáticas, los dos cárteles que se disputan las calles jarochas siguen creciendo de manera incontrolable. Los Zetas siguen librando una atroz guerra contra sus adversarios del Cártel Jalisco Nueva Generación en las calles de Poza Rica, Coatzacoalcos, Córdoba y por supuesto el puerto de Veracruz.
En Aguascalientes el panista Martín Orozco Sandoval simplemente no atina, no acierta a definir una estrategia congruente, una línea de gobierno para enfrentar el crecimiento de la delincuencia organizada. Desde el inicio de su gobierno los mayores ataques que ha lanzado contra los cárteles son meramente verbales, pero las ejecuciones han aumentado en un 100 por ciento.
El caso de Sinaloa debe leerse en otro contexto. La extradición de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” desató una confrontación fuera de lo común, inédita y superlativa. Estamos ante un enfrentamiento de fuerzas criminales que tratan de reposicionarse para tomar el control del cártel más grande del país y uno de los más grandes del orbe. En este escenario el gobernador sinaloense Quirino Ordaz Coppel está sometido a ordenar dentro de sus oficinas y aposentos. Pero en las calles de Culiacán, Los Mochis, Guasave o Navolato se vive la ley de la selva; son ciudades tierra de nadie y sus pobladores saben que sobreviven como si no hubiera gobernador.
En Puebla la presencia y crecimiento del crimen organizado son una realidad incuestionable. En esta Cúpula lo apuntamos desde hace años: el “efecto Facundo” fue la Caja de Pandora poblana, la puerta que desató todos los demonios.
Empero, en días pasados el “levantón” y asesinato de tres agentes ministeriales de la “Fiscalía de Secuestros y Delitos de Alto Impacto” (Fisdai) encendió los focos rojos y las alarmas en el gobierno de Tony Gali Fayad. Hay que decirlo con toda precisión: la decisión y la firmeza que se mostraron son inéditas.
Sobre el mandatario poblano se ha señalado su don de gentes, su sencillez y carisma; es un verdadero político apasionado de los baños de pueblo. Gali es pez en el agua saludando a la anciana en sillas de ruedas que se acerca a un acto en Tehuacán; cargando a un bebé en Zacatlán; abrazando a los jóvenes en Atlixco. Es el gobernante más carismático y popular que ha conocido Puebla. Sólo se le puede comparar Melquiades Morales Flores.
Pero poco se sabía sobre su otra faceta: la del gobernante de mano dura e implacable. En cuanto Gali fue informado de la ejecución de tres agentes ministeriales no le tembló la voz para dar la orden. Mientras daba un manotazo en el escritorio y con firmeza ordenaba el mayor despliegue policiaco que se haya visto en Puebla su Secretario de Seguridad Pública Jesús Morales sólo apretaba la mandíbula.
El mega-operativo desatado en Atzitzintla y Encrucijada concentró a 800 uniformados entre policías estatales, ministeriales, federales, elementos de la Gendarmería y efectivos de la Sedena y Marina. Un despliegue nunca antes visto en Puebla. Los resultados están a la vista.
Mientras en otros estados se puede argumentar y sostener con cifras que sus mandatarios no atinan a enfrentar a la delincuencia, en Puebla queda claro que existe la voluntad y la firmeza para dar un manotazo en el corazón del “Triángulo Rojo”.
Los poblanos esperan que esta misma firmeza se sostenga durante todo el periodo de Gali Fayad.
Así lo esperamos.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.
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