El alma de los luceros/Kendra Pineda Mesa
Poesía cubana contemporánea llega a las páginas de Objetivo7 llenando de Caribe nuestra sección cultural.
LI
Mi Cristo es el amado
Que anuncia a mis mañanas
Sabor de primavera
Sumida en nuevas ansias
Tendiendo sobre mi alma
El vuelo del que adora
Tras la sombra incolora
Asomándose en brillos
Que afirman horizontes
Tras el opaco sol.
Es quien labra en los montes
Un camino sublime
Y me convida a erguirme
En irisado vuelo
Cual si fuera el destello
De la alabanza viva
En melodía triste
Que deparó el destino
Porque a el siempre acontece
Alegre la ceniza.
Yo soy de su sonrisa
Su promesa en lo alto
Resonancia de trueno
Y el corazón austero
Del que es santo, santo, santo
Soy de si una esperanza
Soy de si lo que convoca
Soy el agua de su roca
Emanando de su seno
Y su corazón de ola.
En su alma me busca
Cual lucero entre luceros
Cual la rima entre la rima
Cual destello de la luz
Y en su deseo se esconden mis tesoros
Y el retoño de mi luz
Por que le invoco
Como a padre verdadero
Que me nace en el sosiego
Del amor y del seno de la luz
LII
Como Lazos se restauran
Toda el ansia que es por siempre
Las palabras para verte
Desde el sonoro silencio.
Tú cual todo lo que busco,
Este trillado sendero,
Este camino que ampara
Cuando se torna el abismo.
Hoy se apaga mi egoísmo
Y mi inocencia te espera.
LIII
El hombre miserable y moribundo
Con su migaja de amor,
Con su pobreza,
Debatiéndose entre el odio
Y la tristeza:
Mas Dios le ha hecho camino
Con sus manos
Y le ofrece sin pago
La belleza.
LIV
Resurrección
Te dejo pasar como al día,
Te sumerges en la noche.
Te dejo caer como lluvia y
Ya te internas en el mar.
Te dejo escapar igual a un segundo,
Te escondes en mi reloj.
Te dejo ir como a todo lo que vuela
Pues de alguna manera
Te estoy esperando.
LV
Y te busco largamente como a un río
Por asomar las aguas hacia el mar.
Y te busco en el amor de mucho dar
Junto al cause del dolor y del olvido.
Y paso sorda y torpe los caminos
Con tesoros en mis manos quebrantadas
Y mis pasos van al ritmo de tu ala
Donde mi vida vuelve del vacío.
Perenne recorrido es tu sendero
Hacia la vastedad de la ternura
Porque le nace al fuego de tu cima
Un corazón pozado en mi sendero.
Estrella me has asido con tu mano
Y alumbras el lugar que está en mis sueños
Y el lucero de mi vida es solo el beso
En el seno de este fondo donde calla.
Porque busco de tu vida y tu palabra
Yo confieso ese camino de Tu Gloria
Y en el quebranto amargo de mis horas
Voy encendiendo el fuego de tus aguas.
LVI
En el negro de la hoja me dibujo
Sin tu soles que descubren la mañana
Y en el incienso sacro de las almas
Se vuelve ya de amor la nueva hora.
En el negro de la hoja te consagro
Haciendo lo feliz de lo que escombra
Y en el evano ardiente de mis hojas,
Hago señal de amor sobre el regazo.
Tu me cubres de la luz en la penumbra
Tu despiertas mis andares sobre el lodo
Y voy naciendo a poco hacia los oros
Que alcanzan lo inmortal entre tus llamas
Sin el negro mas pueril, vil de mi alma.
Hoy te cultivo rosas rojas de verano.
LVII
Los fieles del camino transitan en la aurora.
Houy beso la memoria que al mundo es del olvido
Aquel paso de sangre que irisa la mañana
Con un color celeste y el tesoro del Alba.
Los fieles cotidianos en un tiempo infinito,
De pisadas futuras que avivan la frescura
Aun el segundo ingrato de la Tribulación
Hallando paz y gloria que emana en las alturas.
Altura del que es digno cordero para siempre.
Los fieles ante Aquel, el Dios enaltecido
Nuestra esperanza etrena que nace con el día,
La noche la susurra y a la mañana es Ley.
Fieles de Dios que es hoy y siempre lo será.
Amado es el Cordero de la fidelidad.
LVIII
Alma mía bendice a Aquel que es Santo,
Santo, Santo aquel que es sol de la mañana,
Al que junta lde los mares, las aguas
Y de la tierra frágil forma Vida.
Alma mía bendice al homicida,
Bendice en esta hora al hombre fatuo,
Al que hiere tu costado y tu mejilla,
Condúcele a la vida en nuevo salmo.
Porque solo el Señor es el más digno,
Desde el seno de la noche hasta la aurora
Permanece en las alturas al que llora
Y el la meseta breve del que olvida.
Pues para amar a Dios de noche y día
Amasarás en miel todo lo amargo.
LIX
Hosana al Rey, su trono.
Hosana al que es amado
Al Justo que agraviado
Ofreció su mejilla.
Hosanna al Enviado
Desde un amor bendito
Hosana, por los siglos
Y siglos sea tui amparo.
Oh Rey que en ti soy Hombre
De nobleza Triunfal.
En ti la potestad,
Mi ser del todo tuyo,
Tu corazón mi escudo
Frente al eterno mal.
LX
Manchado de mis luces
No alcanzo a sonreir clamando a tu Belleza
La que has sabido en mí.
Manchado de mis glorias
Se irisa vaga estrella con tan teñida lumbre
Tan lejos de Tu Sol.
Y miro a ti mi amparo
Que labras en tu trono la sangre dulce y casta
Sobre mi amarga vid.
LXI
De amor voy suspirando a mi escondite
De aguas taciturnas que se agolpan
Para decir en tránsito de ola
Que el corazón de Dios es infinito.
Yo amo a mi inmortal que de tan hombre
Me hizo nacer mujer más fiel y augusta,
Me hizo crecer de si con su ternura
Porque es Cristo mi faz a cada plazo
Y la razón desnuda de mi brazo
Junto a la razón amarga de mi duda.
En él está la ciencia de la luna
Y el sol de la mañana cual regazo.
LXII
Yo se de la esperanza
Que habita allí en tu seno
Yo se de aquellos ecos
Que calaron tu mano.
El dolor no fue nunca
Tu invocación más pronta
Pero fuiste del llanto
Pronta canción de amor.
Yo se lo que tu adiós
Significó algún día
Y luego la valía
De lo que floreció
Más tarde en ese huerto
De corazones arduos
Calando ya las horas
Junto a la eternidad.
Y sabes tú también
Como me hiciste nueva
La mujer pasajera
Que queda con tu fé.
LXIII
La noche de mi seno
Mecidos los dolores de la vida
Me vuelvo a aquella senda de la aurora
Mecidas las heridas de mi hora
Yo extiendo mi alma adonde son tus enigmas
Son los mares de Cristo los jardines
De tersa flor en medio del camino
Sociego al corazón pese a tormentas
Qu empujan al abismo mi esperanza.
En ti Señor habita mi confianza
Te tomo yo y calo mi destino
Te tomo pues y voy hacia la cima
De oros y explendores pues casi cotidianos
El galardón de amor a aquello que es amargo
Y a la firme justicia ya se abisma.
LXIV
Amargo camino mío
De tedio que me abruma
Amargo son de luna
Y sol que poco existe.
Sendero en mis memorias
Donde vierto lo amargo
Sendas del desauciado
Que espera en la locura.
Mas, se torna Natura
Si estás en mi diario
Volviéndote a mi vida.
Te avivo en cada plazo.
Te encuentro y sí respira
Lo que una vez fue muerto
Y al toque de lo eterno
Tu resurrección me invita.
LXV
Debilítame la noche
Las tinieblas cual olvido
Mas, tú me hallarás rendido
Al caliz de tu ternura.
Desasociego y reproches
La aberración de la vida
Pero prendida a tus días
Gano el gozo de tu altura.
Felicidad tras lo oscuro
Benignidad tras lo amargo
Bendición del deseado
Y majestad de tus días
Se esconde en la mancha oscura
Ese gozo de la vida.
LXVI
Y prende la flor cercana
Tu luminosa ronda
Corona de suspiros
Que esculpen lo divino.
Mi corazón es tuyo
Y soy tu amado nido
Que brota de lo eterno
Hacia un más nuevo sol.
Y se rompe el ocaso
Hacia la luz más bella
La sombra multiforme
Se torna hacia la aurora
En el cenit de la Vida.
LXVII
Amante voy en luto
Menguando la sonrisa
Ausente de tu brisa
Naciendo de lo oscuro.
Y más allá tu brillo
En arte más profundo
El vuelo hacia la cima
Del amor tal absurdo,
Absurdo porque lloro
Sin ver que tú me buscas
Con canticos del cielo.
Y gimo tras el velo
Sin ver que eres lo nuevo
Y te nombran los Días.
LXVIII
Tienes en mi añoranza
Un inmutable centro
Tú forjas en mi luto
Tu luz de cielo nuevo
Que nace de tu amor
Y de sublime encuentro
Entre yo, un hombre
Y Dios,
Entre afectos sencillos
Que no sabré nombrar
Pero que serán siempre
El signo de tu Paz.
LXIX
Al seguir la tempestad yo quiero amarte.
Con el fuego de quien nace primaveras
y frecuentar lo hermoso de tu espera,
la espera de tu sublime llegada
para pagar las vidas de tus hijos
con el oro de tu sangre mas hermosa.
Quiero ser yo mas fiera y dolorosa
y prenderme a la cruz con que has amado.
Soy la viuda del pasado y soy la esposa
de aquel que hizo la tierras e hizo los cielos.
Andare en sus caminos y senderos
de grande amor y fuerza cual la daga.
Tu apariencia de sombra no me turbe
invisible razon al que no esperando
porque esres la razon de la quimera
que se vuelve tan firme en la mañana.
Injusto es discutir aquel derecho
a obrar por fe la nueva primavera
de quien no lleva pan por alimento
sino le llueve el hambre cual promesa.
En mi país se esconde la mañana
nacemos del dolor y de ese tedio
de compartir el oro con las armas
y no batir espadas de silencio.
Los corazones mienten sin condena
los pensamientos matan sin suceso
y no esperamos luz de tierra nueva
sino la desazón de un gran desierto
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