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En Banamex el dólar llegó hoy hasta los 19 pesos con 10 centavos tras la masacre de Orlando, Florida, mientras en Estados, Mina Justice, madre de una de las víctimas del atentado contra un club gay en Orlando, estaba empezando a caer dormida en la madrugada del pasado sábado cuando el sonido de su móvil la despertó. Era su hijo, Eddie Justice, que se encontraba en la discoteca Pulse, donde casi un centenar de personas —incluido él— fueron asesinadas a tiros esa noche.
Encerrado en el baño del local y sabedor de que puede ser la última vez que hable con su madre, este joven de 30 años envía el siguiente mensaje: “Mami, te quiero”. Eso sucede a las 2:06 de la mañana. Desde ese momento, comienza un angustioso intercambio de mensajes. El hijo le explica a la madre la situación: “Están disparando en el club”. Su madre le pregunta si está bien y él le explica que está atrapado en el baño. “¿En qué club?”, pregunta la madre. “En el Pulse, en el centro de la ciudad. Llama a la policía”, responde el hijo antes de apostillar “voy a morir”. Mina Justice llama a emergencias y vuelve a intentar contactar con su hijo mediante mensajes de Whatsapp: “Les estoy llamando”. “¿Sigues ahí?”. “Contesta a tu maldito teléfono”.
“Llámalos [a la policía]”. “Llámame”. Casi media hora después, a las 2:39, Mina Justice recibe una respuesta de su hijo: “Llámalos, mamá. Ahora”. Instantes después de enviar ese mensaje, Eddi Justice añade: “Ya viene. Voy a morir”. Acto seguido, Justice pregunta a su hijo si hay heridos y en qué baño se encuentra. “Muchos, sí”, responde su hijo de manera escueta. “¿Está allí la policia? Escríbeme, por favor”, inquiere la madre. Eddie tardó cuatro minutos en responder a este mensaje. “No. Seguimos aquí en el baño. Nos tiene.
Tienen que sacarnos de aquí”. —”¿Está el asesino en el baño? ¿Es un terrorista?”, intenta saber la madre. —”Sí”. Mina Justice no volvió a saber nada de hijo Eddie en varias horas. Acompañada de una docena de familiares y amigos, se personó en el hotel que hizo las veces de centro de atención de familiares durante la noche de la matanza. “Tengo un mal presentimiento”, contó a los medios de comunicación desplazados al lugar.
Horas más tarde sus peores temores terminarían haciéndose realidad al recibir la confirmación oficial de que su hijo había sido asesinado en el club Pulse. Ahora, esta madre hace público el intercambio de mensajes para que el mundo pueda conocer la angustia que compartió con su hijo, al que, según recoge The Guardian recuerda como un chico normal y de gustos sencillos: le gustaba la buena comida, hacer ejercicio y provocar la risa a las personas que le rodeaban.
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