Barack Obama aterrizó este domingo en La Habana. El primer presidente de EE UU que visita Cuba en casi 90 años llega a un país en el que el anuncio el 17 de diciembre de 2014 del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la Administración estadounidense y el régimen castrista no ha cambiado demasiado las cosas. Los disidentes denuncian el mantenimiento e incluso intensificación de la represión y las carencias que sigue sufriendo el pueblo.
“Raúl Castro no ha dado ningún paso para el acercamiento. La Comisión Cubana de Derechos Humanos, que preside Elizardo Sánchez, apunta que en enero y febrero se produjeron 2.650 detenciones arbitrarias”, señala Rigoberto Carceller, presidente de honor de Cuba Democracia ¡Ya! “Los linchamientos públicos están a la orden del día”, agrega este expreso político. Él fue deportado a España en 1993 y en estos 22 años no ha podido volver a su tierra. A más de 7.000 kilómetros, Manuel Cuesta Marúa, portavoz del partido Arco Progresista Socialdemócrata, y Daniel Ferrer García, coordinador general de Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), corroboran esas circunstancias.
“La situación ha continuado muy difícil para la inmensa mayoría de los cubanos. Ha sido un año de mucha miseria y de un aumento considerable de la represión”, lamenta Ferrer García desde Santiago de Cuba. “Se producen detenciones cortas, ninguna ha llevado a los tribunales a nadie hasta ahora, pero en algunos casos sí llegan a la violencia física”, añade Cuesta Marúa desde La Habana.
Este disidente considera que “la ligera mejora” se ha producido al crecer el flujo entre los cubanos que viven en Estados Unidos y los de la isla: “La situación económica de aquellos que tienen familia allí se ha visto un poco aliviada. No así la del resto”. “Se esperaba que el Gobierno se moviera más para reestructurar la economía y abrirla a la participación de los cubanos y esto no ha sucedido. En el tema de las inversiones no se ha dado respuesta positiva a la oferta de instalar por ejemplo internet de manera instantánea”, explica.
Ha sido un año de mucha miseria y de un aumento de la represión
Con motivo de la llegada de Obama, Unpacu ha grabado una serie de vídeos con declaraciones de cerca de un millar de ciudadanos. Las quejas sobre las necesidades que padecen y sobre las violaciones de los derechos humanos son constantes. Los entrevistados esperan que la histórica visita sirva para progresar en ambas direcciones. “Las personas han ido perdiendo el temor a opinar”, comenta Ferrer García. Tanto él como Cuesta Marúa esperan estar entre la decena de opositores que el martes se reunirá con el mandatario norteamericano. Sus nombres aparecen en la lista, pero a escasos días de la cita, el temor de que el Ejecutivo cubano intentase evitarlo era patente. “Se han dado algunas detenciones de compatriotas en estos días. A otros les han dicho que no les van a dejar moverse de sus lugares, que no les van a dejar venir a La Habana”, manifestaba el portavoz de Arco Progresista Socialdemócrata el miércoles pasado.
Reproches a Obama
Es muy probable que en ese encuentro no haya representación de las Damas de Blanco. Este colectivo de mujeres familiares de presos políticos reprocha al presidente de EE UU que acuda a la isla sin que se hayan producido avances en materia de derechos humanos. Eso ocurrirá “cuando cese la violencia policial y no existan presos políticos”, destacan en una misiva que le enviaron.
“Abordaré directamente estos temas con el presidente Castro”, les respondió él, igualmente por carta. “Rechazamos la manipulación y el doble rasero sobre los derechos humanos”, apunta ‘Granma’A través de la embajada estadounidense en España, Cuba Democracia ¡Ya! le ha transmitido a Obama el aviso de que el Ejecutivo cubano “le va a hacer creer que se está metiendo en los asuntos internos de un país”. “Él no puede caer, como dijo Martin Luther King, en el escandaloso silencio de las buenas personas. Los derechos humanos son patrimonio de la humanidad”, resalta Carceller.
“Le han puesto una serie de exigencias sobre la mesa pero nadie explica qué ofrece Cuba a cambio”, critica, haciendo referencia a un editorial publicado el 8 de marzo en Granma, el medio oficial del Partido Comunista cubano. En él se cita “el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político, económico, social y cultural sin injerencias de ninguna forma” y se advierte de que “las profundas diferencias de concepciones entre Cuba y los Estados Unidos sobre los modelos políticos, la democracia, el ejercicio de los derechos humanos, la justicia social, las relaciones internacionales, la paz y la estabilidad mundial, entre otros, persistirán”.
“Rechazamos la manipulación y el doble rasero sobre los derechos humanos”, insiste. El embargo continúa El diario afirma que esta visita “será un paso importante hacia la normalización de las relaciones bilaterales” pero forma parte de un proceso que reconoce “complejo” y que se encuentra en sus inicios. Granma defiende que el presidente de EE UU se encontrará con “una nación enfrascada en su desarrollo económico y social y en el mejoramiento del bienestar de sus ciudadanos”. “Este pueblo disfruta derechos y puede exhibir logros que constituyen una quimera para muchos países del mundo, a pesar de las limitaciones que se derivan de su condición de país bloqueado y subdesarrollado”, recalca. El artículo subraya precisamente como determinante el levantamiento de ese bloqueo económico, comercial y financiero para la normalización de las relaciones entre ambas naciones. En estos 15 meses, EE UU y Cuba han adoptado algunas medidas para ahondar en su acercamiento. A la apertura de las embajadas, cerradas desde 1961, le siguieron la firma de un acuerdo sobre aviación civil con rutas regulares directas y el permiso para que los cubanos puedan usar dólares. Pero el principal obstáculo persiste: Washington mantiene el embargo contra la isla. Y después, ¿qué? Pese a ser escéptico con esta visita, Carceller quiere creer que “algo positivo va a quedar”. Más optimistas son sus compatriotas Cuesta Morúa y Ferrer García. Para este último, “Obama va a tener la posibilidad de pronunciar en Cuba un discurso tan trascendental como aquel que pronunció Reagan ante la Puerta de Brandemburgo, cuando dijo: ‘Señor Gorbachov, ese muro hay que derribarlo’. Va a poder decirle al Gobierno cubano que en Cuba hay muchos muros que deben ser derribados”. “Esperamos que alimente mucho más las esperanzas iniciales de que la mejora de las relaciones con Estados Unidos podría mejorar la situación de los cubanos de forma general.
El pretexto que ha dado el Gobierno durante 57 años para la parálisis nacional responde a este conflicto: la excusa del embargo, de la real o supuesta hostilidad, de que Estados Unidos pretende destruir la nación cubana… La presencia de Obama aquí le pone fin a esa noción de que los Estados Unidos son el enemigo”, expone Cuesta Morúa. La presencia de Obama aquí le pone fin a esa noción de que los Estados Unidos son el enemigoLos opositores reclaman que Castro dé próximamente algún paso. Cuba Democracia ¡Ya! le pide, en una carta, que espera que el presidente estadounidense le pueda entregar, “que sea valiente” y se reúna con la disidencia. “Es tan fácil tener un gesto de buena voluntad. Aunque sea para ganar tiempo”, comenta Rigoberto Carceller.
“Cabe esperar que el Gobierno en su congreso de abril piense mejor las cosas, que tenga un debate más pegado a la nación y a sus demandas y que abra la economía. Hay inversores que quieren trabajar en la isla pero el Gobierno no ha creado todas las condiciones necesarias para ello. Habría que proceder a la reestructuración del empleo y la economía, la activación y estimulación del mercado interno y la liberalización de todos los sectores a la participación de los cubanos.
El siguiente paso dentro de este proceso debería ser una respuesta a esa oferta”, opinan desde Arco Progresista Socialdemócrata. Ferrer García considera que lo ideal sería que Raúl Castro anunciase por dónde va a ir la nueva ley electoral, la legalización de los disidentes y que los medios de comunicación den participación a todos los sectores, en definitiva, un compromiso “a dar pasos en cuestión de derechos humanos”. Sin embargo reconoce que, “conociendo la naturaleza del régimen”, sería más fácil que los avances comenzasen en materia económica, en un proceso que se prevé lento pero que muchos creen que no tiene marcha atrás.
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