Acusan a elementos de la Marina de ataques, desapariciones, agresiones y tortura
Alejando Monjardín/Río Doce.- Los elementos de la Secretaría de Marina continúan en la sierra de Durango en su “cacería” de Joaquín el Chapo Guzmán que inició hace un mes y medio y los pobladores desplazados temen volver, pues el fin de semana se registraron nuevas agresiones contra dos jóvenes.
Solo los pobladores de la comunidad El Verano pudieron regresar a sus casas, mientras que el resto permanece en Cosalá, dicen, desplazados en entrevista con Ríodoce.
En la cabecera municipal sigue pernoctando gente de las comunidades de El Limón, El Águila y El Comedero Colorado, en albergues que se habilitaron para apoyarlos.
Heraclio Peña Nájera, habitante de El Águila, aseguró que los agredidos son dos hermanos de 21 y 17 años, quienes tienen temor a denunciar públicamente debido a que fueron amenazados.
Los dos hombres regresaron al pueblo para revisar las condiciones en que se encontraban sus viviendas y el sábado 21 fueron golpeados por los marinos, según revelan los testimonios.
“Ya nos habían dicho que podíamos regresar y ya los muchachos iban adelante para ir limpiando el cochinero que dejaron”, dijo.
Después de 10 días de permanecer en la casa y haberse identificado con los Marinos, narró, los elementos navales llegaron a la vivienda donde se encontraban los jóvenes y les pusieron unos radios de comunicación para que escucharan y dijeran a quiénes se referían con las claves que mencionaban.
“Ellos contestaban que no sabían, que estaban cuidando el racho, ‘nada más se hacen pendejos’ les decían”, contó.
Al no obtener respuesta, los marinos supuestamente los empezaron a golpear desde las 13:00 hasta las 16:00 horas aproximadamente.
“Los golpeaban a manos extendidas en lo que era la nuca y les retacaron agua con una chira en la cara y les echaron agua en las narices y la boca y la bolsa en la cabeza”, abundó.
Los elementos de la Semar los amenazaron con matarlos si denunciaban y los dejaron golpeados en la casa de donde se llevaron comida y diversos objetos.
Los ofendidos acudieron el martes pasado en la mañana a la Agencia del Ministerio Público del Fuero Común de Cosalá a presentar denuncia pero fue rechazada debido a que es competencia de la Procuraduría General de la República.
Ese mismo día por la noche se fueron de Cosalá hacia el municipio de Elota.
Permiso para volver
Llevan más de 40 días de “arrimados” con familiares y quieren volver, pero además del temor porque los elementos continúan en el sitio y el fin de semana volvieron a golpear a dos pobladores, necesitan un permiso.
Hace aproximadamente dos semanas, durante la entrega de despensas, personal del Ayuntamiento de Tamazula dijo a los pobladores que ya habían tenido comunicación con la Semar y podrían volver a sus casas sin ningún problema.
Algunos, como Carmen, vecina de El Limón, que pidió no ser identificada, intentaron ir a su casa pero antes de llegar encontraron un grupo de agentes que les impidió continuar.
Los marinos, comentó, le dijeron que para volver necesitan solicitar un permiso a la Semar en la Ciudad de México y mostrarles el documento, de lo contrario no pueden ocupar sus casas.
“Dicen que tenemos que pedir permiso en México para que nos dejen pasar, que si no tenemos no podemos”, expresó.
“Lorena”, también residente de El Limón, había dejado su camioneta en el poblado días antes de que empezaran los operativos y la semana pasada que quiso recuperarla tampoco pudo llegar.
Los Marinos también le pidieron que solicitara un permiso para llegar hasta el pueblo.
La mujer no logró entrar al poblado pero en un barranco encontró su camioneta Jeep Cherokee, llena de balazos y volteada. Y una cuatrimoto totalmente quemada.
“Como puede uno va comprando sus cosas y ellos vienen y las balacean, yo lo único que quiero es que me paguen mi camioneta”, expresó.
Según los desplazados, los elementos navales continúan vigilando las comunidades y mantienen custodiado el rancho donde presuntamente se ocultaba el Chapo Guzmán.
Ya los olvidaron
Los desplazados de Tamazula se sienten olvidados por el Gobierno pues no les dan la posibilidad de retomar su vida y dejaron de entregarles apoyos.
“Ya nadie hace nada, ni los derechos humanos que vinieron, no ha pasado nada y uno sigue aquí malviviendo”, manifestó Lorena.
En las primeras semanas recibieron ropa y en cinco ocasiones despensas, que dicen a lo mucho alcanzaban para comer dos días, y después ya no hubo ninguna ayuda de parte de los Ayuntamientos de Cosalá y Tamazula.
Los desplazados, dicen que están viviendo con lo que les dan sus familiares que les dieron asilo, en casas donde habitan hasta 12 personas.
“Allá tenemos muchas cosas, mi marido con ahorros había comprado herramienta de trabajo de mecánica, son cosas que para uno valen, porque aquí a como la anda sufriendo uno pues ya las vende o algo”
“Aquí no tenemos como vivir y no vamos a poder estar todo el tiempo aquí”, comentó Carmen.
Carmen cree que ya no encontrará ninguna de las herramientas en su casa y además hallará la vivienda llena de balazos. Aquella mañana del 6 de octubre no supo cómo quedó, apenas cesaron las ráfagas que salían del helicóptero salió corriendo con su hija dos años en brazos y durante tres días caminó hasta Cosalá junto a su esposo y cuñado que la alcanzaron en el camino.
“Lo único que nosotros estamos esperando es que regrese todo a la tranquilidad y podamos regresar sin ser molestado pero ellos todavía siguen abusando de poder y de autoridad los Marinos”, señaló Heraclio.
Peña Nájera manifestó que no tienen inconveniente con la presencia de las fuerzas navales pero siempre y cuándo respeten a los pobladores y no los agredan.
“Los Marinos lo mataron”
Pedro López Trujillo no es desplazado ni está lejos de su casa, pero si lejos de su hermano Roberto.
Desde el 8 de octubre, el hombre de 44 años desapareció después de que junto con otras siete personas bajaba del poblado El Limón huyendo de los operativos y fueron atacados por los elementos de la Marina en una zona conocida como La Boquilla.
A estas fechas, Pedro duda que su hermano esté con vida, pues muy a su pesar está seguro que ya está muerto y acusa a los marinos de asesinarlo.
Ya pasó más de un mes y medio y es demasiado tiempo como para que no haya razón de él por eso cree que los mismos agentes lo sepultaron para que no quedara rastro.
“Yo pienso que a este hombre lo mataron, que digan ‘saben qué lo matamos en tal parte, ahí lo dejamos tirado, ya se lo comieron los animales’ o haber que paso con él o lo tenemos ahí está herido”, indicó.
Los primero días, pensó que estaba herido en algún hospital o detenido, pero ni una ni otra cosa pues no fue localizado en hospitales de Culiacán y Mazatlán y tampoco en las cárceles.
Cuatro días después de que desapareció fue al lugar donde les dispararon a buscarlo entre el monte y en el río y encontró solo su lámpara y la mochila con su ropa.
En esa ocasión preguntó a los marinos por su hermano sin obtener respuesta.
La única esperanza que le quedaba era que lo hubieran trasladado a la Ciudad de México y esa con el paso de los días también ya se desvaneció.
Según los testimonios que Roberto recabó con quienes acompañaban a su hermano, los ochos hombres venían caminando en la noche cuando de repente escucharon que montaron tiro en armas de fuego.
Los hombres dijeron buenas noches y no obtuvieron respuesta, al acercarse al monte donde escucharon los ruidos obtuvieron la respuesta: “de repente contestaron somos la marina perros y les empezaron a disparar”,
Todos corrieron hacia donde pudieron y uno de ellos asegura haber visto a Roberto caer al suelo.
Pedro planea presentar una denuncia por la desaparición de su hermano para que los Marinos digan dónde está.
“Yo pienso que los marinos lo tienen, ellos lo mataron o ellos lo tiene por ay, yo por eso quiero meter una demanda para si lo tienen ellos que digan lo tengo para no andarlo buscando”, indicó.
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