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Aunque me regresen las cenizas clama madre de jornalero desaparecido en Sonora

La convicción de encontrarlos

 

Reunión de familiares de desaparecidos con el Gobierno Federal

La sangre y el coraje se heredan, el ADN enmarca cicatrices, recuerdos que se ensañan, miradas compungidas, solemnes, rabiosas y deseosas profundamente de revancha. Pero sobre todo, en busca de justicia, esa justicia parsimonia, desesperante, una aflicción avasallante y sin mesura. Una mezcla de cólera, furor, angustia y desesperanza. Eso viven al menos 23 mil 272 familias en el país, las cuales ahora buscan de manera estoica a sus familiares desaparecidos. 

Durante la mañana del pasado lunes, autoridades de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) se reunieron con familiares de desaparecidos de diferentes regiones del país, en la Ciudad de MéxicoAhí, un hombre de estatura media, ojos penetrantes, con sonrisa falaz y de formas afables, se presentó ante los más de 30 asistentes a la reunión quienes ya, un tanto molestos debido al retraso de cerca de dos horas, saludaron al impuntual Julio Antonio Hernández Barros, comisionado de dicho organismo

Barros abordó con los activistas, dirigentes y parientes de desaparecidos, los incipientes avances que se han tenido en algunos de los casos atendidos por esta comisión, en cuanto a apoyos e investigaciones para encontrar a las víctimas en territorio nacional. Además de garantizar que buscarán reformar la Ley General de Víctimas, para dar mejores resultados y brindar mejor atención a los familiares de los ausentes.

Anterior a su presencia, los agraviados fueron recibidos por el director de la oficina del comisionado Hernández: Armando Verdugo Henderson, un hombre gárrulo y casi ficticio, quien de forma cordial hizo llegar a la mesa agua, café, galletas y uno que otro tentempié para aguantar el hambre: el hambreque muchos traían consigo durante el viaje, kilómetros lejos de la gran urbe, esa que acoge en sus entrañas a tantas víctimas de innumerables injusticias.

De manera apremiante disparó ante el cortejo presente: “Yo soy sinaloense, hablo claro. A ver ¿dónde estamos trabados? Hay que resolver, es la intención principal de esta reunión”. Esto hizo crispar a uno que otro. Muchos dentro de sí mismos intentaban ser pacientes en la medida de lo posible. A partir de ese momento sabían que dicha asamblea iba para largo, quelos asuntos por tratar no podrían ser ejecutados en un santiamén. 

Alrededor se podía ver gente de muchos estados de la República, de Nuevo León, Sinaloa, Guerrero, Morelos,Veracruz, el Distrito Federal y el Estado de México, éste queencabeza los primeros lugares de los estados con mayor número de desaparecidos en el país desde enero de 2015. Estuvieron además, representantes de diversas organizaciones activistas como el Colectivo por la Paz de Xalapa, Red de Madres de Veracruz, Tadeco, Comité de Iguala, Justicia para Nuestras Hijas, Las Rastreadoras de El Fuerte SinaloaFuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Nuevo León (Fundenl), Familiares en Búsqueda María Herrera, Red de Enlaces Nacionales, entre otras.

Para que hubiese constancia y se tomara nota de este encuentro, estuvieron observadores de Amnistía Internacional, del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, del equipo forense y antropológico del EMAF, un portavoz del sitio Nuestra Aparente Rendición (NAR), y algunos oyentes miembros de la prensa y por consiguiente infiltrados. 

Desde el inicio se estipuló que la prensa no era bien recibida, ni por las autoridades de la CEAV y mucho menos por las víctimas, quienes se sienten incómodas al ver a algún reportero cerca. Tiempo después, en charlas con Juan Carlos Trujillo, éste aclaró que la Red Enlaces Nacionales busca proteger la integridad de las mismas, ya que, sin mayor aspaviento, aseguró que a los reporteros los miran como buitres, solo en busca de la nota, sin importar ni preservar la discreción y el respeto que merecen cada uno de los casos. Fue por ello que además de los observadores se exigió una minuta, la cual testificara a posteriori lo conciliado en la reunión.

Curiosamente en la mesa predominaban mujeres madres, muchas de ellas jóvenes. En sus rostros se enmarcaban las huellas del sufrimiento, de la desesperación, los surcos de la agripnia. De un suplicio intransigente. Eso, sin duda, no impidió que al arribo del comisionado una de ellas, abruptamente, abordara el primer tema a tratar: avances en torno a los casos. Más allá de la logística de cada uno, ella quería saber qué procedía con el caso de su hijo desaparecido en 2010. Muchos, todos, cada uno con el dolor y la importancia que merece. Inmediatamente, en medio del clima hostil que se cernía, Hernández aseguró que la Ley General de Atención a Víctimas será modificada para beneficio de todos y cada una de las familias afectadas. 

Además, anunció que se incluirán los modelos de atención a las víctimas y de salud, y sus respectivos planes. Todos increparon y entre el barullo difuso, Juan Carlos Trujillo,miembro y fundador de la organización Familiares en Búsqueda María Herreraapareció con voz resonante para instaurar el orden. Con todo esto se dio paso al argumento y presentación de cada uno de los familiares de las víctimas y sus lamentables casos.

“Yo le quiero decir una cosa, señor comisionado: cuando nosotros leemos la Ley General de Víctimas yo veo muchas cosas muy bonitas, pero¿qué haría usted para aplicarlas?, porque nosotros la leemos y la leemos y nos da muchas esperanzas y en la práctica es otra cosa, dígame usted ¿qué haría para que esto realmente se lleve a cabo?, o arránquele las hojas que le sobren”, exclamó un hombre de mediana edad,proveniente del estado de Guerrero y quien busca a sus hermano desaparecido en 2012. Él afirmó que el contingente de trabajadores sociales, así como los psicólogos enviados a Iguala son insuficientes para la gran demanda que impera.

Este, como muchos de los casos citados ante el funcionario, fue constatado de manera expresa por cada una de las víctimasfrente a todas las instancias gubernamentales habidas y por haber. Cada uno representando a cientos de familias de sus respectivos estados. Ellos, inundados de coraje y una inmedible fuerza de voluntad, se perfilaron —pese a que no ha sido la primera vez— frente a cada uno de los funcionarios que han contemplado solamente el calvario de los afectados. Quienes como cualquier sujeto servil de la burocracia oficialista, se han visto por demás indolentes, incompetentes e inanes ante tales demandas. 

El discurso demagogo del comisionado era acallado por la decena de exigencias e imprecaciones que emanaban de cada uno de los familiares. Verborrea en su máxima expresión. Falta de coherencia en algunos puntos y artículos de la Ley General de Víctimas, en contraste con las acciones que supuestamente han empleado y que no ha sido ni en lo más mínimo fructíferas

María Herrera Magdaleno, quien funge como la cabeza de la organización de familiares desaparecidos y quien además tiene cuatro hijos en esa condición desde el 2008, inició con un argumento digno y libre de eufemismos, en donde además consignó de forma tajante: “Nosotros no estamos tristes, estamos enojados, indignadoshasta la madre y lo que le sigue. No es justo que se estén llevando un salario a sus bolsillos cuando no están haciendo su trabajo. Si este organismo no sirve que desaparezca”. 

Algunos de los presentes incluso llegaron a denunciar acoso y amenazas de algunos servidores públicos. Ante el miedo que acecha no queda lugar para la certidumbre. A la postre de la alegación de cada uno de los casos, hubo un momento en donde a manera de reflexión un asistente pidió trato digno de parte de las autoridades: “Para nosotros el tiempo es oro, para nosotros cada segundo que pasa nos consume. Estamos perdiendo el trabajo a consecuencia de la omisión de nuestros propios asuntos. No hay qué comer cuando arribamos a nuestras casas. No vengo a pedir limosnas, vengo a exigir mis derechos”.

Por un momento el silencio imperó en la sala. A la brevedad llegaron los detalles escabrosos de cientos de víctimas, que al no estar corpóreamente se sentía su presencia.

Mirna Nereida Medina vestía una blusa blanca, sinónimo de paz, el cual seguramente le brindaba alivio y desespero al shock emocional que lleva a cuestas. Tiene 46 años encabeza al grupo de Las Rastreadoras de El Fuerte, Sinaloa. Además es la líder del grupo Desaparecidos de El Fuerte, en donde su función principal es representar los 72 casos en aquel estado, en donde ella, como muchas otras, sufre la ausencia de su hijo, el cual fue levantado en Mochicahui, Sinaloa, en julio del año pasado. 

Con aire tempestuoso relató cómo es que un grupo de mujeres se encuentran haciendo la labor de localización de cuerpos en las fosas clandestinas diseminadas a lo largo y ancho del estado, sin el apoyo de la autoridad estatal. Hizo énfasis en la falta de cobertura y sensibilidad por parte de las autoridades de justicia —y del propio gobernador— ya que éstas además de despistar y burlar su esfuerzo, no han descifrado siquiera cómo manejar y atajar la información que ella misma ha entregado para el pronto esclarecimiento de su caso. Lo mismo ocurre en el argumento de la señora Rosa Elia Vázquez, quien ha acudido a todas las instancias de Culiacán —incluida la Marina— y en las cuales el apoyo ha sido nulo para encontrar a su hijo. 

Mirna se mostraba serena, sin alteración alguna: “Yo no vengo a criticar al gobierno ni a sus funcionarios, yo vengo a que me den soluciones. Quiero que me ayuden a encontrar a mi hijo ya los de todas las madres que se encuentran igual que yo, viviendo el mismo calvario”, arrojó de golpe.

La mayoría de los presentes alegó que el director general de Asesoría Jurídica del CEAV, Rubén Vasconcelos, no ha cumplido con los compromisos planteados hace algunos meses. Otro de los aludidos fue el comisionado presidente,Sergio Jaime Rochín del Rincón, quien en reuniones anteriores cometió el mismo error de comprometerse a ofrecer resultados a las familias de las víctimas. Desde entonces yhasta la fecha todos ellos continúan a la expectativa. Sin un resquicio para la esperanza.

“Poco a poco estamos entrando en una dinámica en la cual no encontramos solución. La CEAV está entrando en este sistema burdo y burocrático, donde prueba de ello son todos estos procesos administrativos. Nos están revictimizando en un sentido infrahumano”, se lamentó súbitamente Juan Carlos Trujillo, quien con mueca de resquemor lanzó el reclamo al comisionado, de frente y a quemarropa. 

Un desaparecido trastoca todo

“Si ustedes son las víctimas, abran la mesa de reunión y dejen de seguir a los grillos”, descerrajó alguna Armando Verdugo Henderson, director de la oficina del comisionado Hernández.Con esta consigna inició a manera de presentación este personaje, el cual los acompañó desde el inicio hasta poco antes de culminada la comparecencia. Para todos, incluso hasta para la mayoría de los observadores, significó una grave falta de respeto. Ya en presencia del mismo Julio Hernández, se citó dicha zafiedad. 

“Vamos directo a nuestro entierro inminente. Los tiempos políticos y las coyunturas no ayudan, cada segundo que pasa nos está matando, ustedes juegan a que trabajan y nosotros a que les creemos”, exclama un hombre —quien pide su anonimato y el cual sale al fulgor de la trama, levantándose de la mesa y con las manos en alto, como emulando una detención policiaca

Le sigue la señora Alma Rosa Rojo, quien con todo el coraje reservado, increpó a Julio Hernández en torno al caso del asesinato de quien fuera su amiga y compañera de infortunio, Sandra Luz Hernández, asesinada a balazos el 12 de mayo de 2014, en Culiacán, cuando buscaba a su hijo Édgar, desaparecido

“Ella era una activista en busca de su hijo levantado en febrero de 2012, buscó y rebuscó, tenía nombres, datos, mismos que hizo de plena conciencia a la PGJE, a quienes solo se encargaron de liberar y absolver a su asesino confeso en marzo pasado. Ella fue asesinada dos veces, nosotros nos estamos enfrentando a dos mafias allá en Sinaloa: la del gobierno y la del crimen organizado”, lamentó.

Entre denuncia y demanda y llantos por dentro, (en todo el transcurso de dicha asamblea jamás brotó una sola lágrima de aquellos irascibles pares de ojos) surgió de nuevo una migaja de perspectiva e ilusión. Luego de aquello, se despidió somnoliento el comisionado Hernández, dando a conocer la agenda de visitas a distintos estados y donde recalcó que estaría presente en Los Mochis, Sinaloa, el 24 de junio, y en la Ciudad de México se llevará a cabo la junta de seguimiento el 22 de julio

Aseguró que al día siguiente se esperaba la reunión con miembros de la PGR para terminar de conciliar algunos detalles con sus respectivos especialistas y precisar algunos casos que tienen que ser atraídos por dicho órgano. Minutos después se marchó. Dejando tras de sí otro cúmulo deesperanzas para la audiencia. A la hora arribó a la sala un contador y algunos gestores de asuntos financieros, quienes se encargaron de prestar asesoría en torno al pago de los viáticos, diligencias y asuntos monetarios. Para entonces los ánimos se habían apagado y muchos de los presentes tuvieron que retirarse, en busca de sus vuelos de regreso

Otros tantos tenían asuntos personales que atender y por esa razón se tenían que ausentar a regañadientes. Todos se despidieron con un infinito agradecimiento de sus compañeros, siempre estrechándose la mano y con efusivosabrazos de complicidad desventurada.

Caras vacías, rostros desencajados, bostezos. El hambre comenzó a acechar. Al cabo de un rato se les hizo llegar un paquete con comida corrida, que de forma inmediata fue devorada. Entre broma y broma, risas apagadas y uno que otro chascarrillo, se pasó fugazmente aquel momento ameno. A pesar de todo aún se podía vislumbrar una sonrisa a medias, una vaga mancha de bonanza en medio de aquella penuria. Pasado aquel lapso y sin perder el tiempo, un grupo de cuatro abogados se hizo presente y comenzaron a determinar y aclarar las múltiples dudas en torno al avance de los casos en particular. 

Para muchos éste fue el momento idílico de exponer sus requerimientos e interpelaciones hacía la institución, alegando las inconsistencias penales en las que han incurrido y de las que aparecen nuevas anomalías. Los abogados toman nota de manera taimada. Son una mujer joven y veloz, tres hombres de facciones inexpresivas. De nuevo se hizo presente la barahúnda. Todos hablando, cuestionando, algunos incluso llegaron a reñir con los juristas, atañando sus propios casos en la mezcla del jolgorio.

Cayó la noche, la lluvia abatió a la ciudad. Dentro, se concretaban las últimas resoluciones de la maratónica sesión. Los más, comenzaban ya a despedirseUnos abogados con rostros anonadados abandonaron la diminuta sala. Algunos comentaron: “Qué atención la del gobierno, sí así trabajaran, esto sería otra cosa”. En poco más de veinte minutos ya estaban de nuevo en el vestíbulo de aquel edificio. Atajándose de la tormenta eléctrica que caía sobre la Ciudad de México. 

A la mañana siguiente, una fracción de esta comitiva partió rumbo a la ciudad de Iguala, Guerrero. En donde de manera general se trataron asuntos jurídicos, se hizo la revisión de algunos casos, y se les brindó apoyo y asesoría por parte de la procuraduría. Todo esto a cargo del subprocurador de Derechos Humanos de la PGR, Eber Betanzos Torres, quiende manera solemne y suntuosa hizo un compromiso con cada una de las mujeres activistas. 

Ahí estuvieron presentes las rastreadoras Mirna Nereida y Rosa Elia Vázquez, quienes además contaron con el apoyo moral de María Herrera Magdaleno. “Las autoridades de allá nos recibieron como lo hicieron las de aquí: con mucha amabilidad y eso nos ha llenado de esperanzas, el subprocurador expuso el caso de mi hijo…, pero, a pesar de ello no nos engañamos”, aseguró la impetuosa Mirna Nereida,mientras saboreaba su café en un reconocido restaurante de la ciudad de México. 

Según las cifras actuales de Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED)en este sexenio hay un desaparecido cada hora 52 minutos, mientras que en el pasado ocurría con uno cada cuatro horas con cinco minutos.

Es inverosímil que a pesar de tanto sufrimiento, tantas descargas emocionales superpuestas, años de lágrimas corrompidas, desasidas, intentos de todo y nada, trozos devida diseminadas por doquier, estas innumerables familias continúen con la convicción de encontrar algún día a sus seres queridos, vivos o muertos, o como manifestó una mujer de mirada desorientada: “Aunque me llegue en pedazos, en huesitos, en bolsa negra, calcinado o como fuera, pero finalmente encontrarle”.

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