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El Cholo Iván emboscó al ejército porque lo vigiló en su fiesta a pesar de haberles pagado protección

La Tasajera era un pueblo tranquilo, hasta el domingo. Los dos días que tenían en reunión, en una supuesta fiesta, no fueron suficientes para alborotar la vida y sembrar el pavor de los habitantes de este pequeño pueblo polvoriento y apacible, pero sí la emboscada perpetrada por un comando contra dos patrullas del Ejército Mexicano.

Datos oficiales indican que el saldo fue de un soldado muerto y cuatro heridos, al parecer de gravedad. El militar que murió en el lugar fue identificado como Luis Guzmán Gutiérrez, sargento segundo. Los lesionados, quienes fueron llevados a Guasave y luego trasladados en helicóptero con rumbo desconocido, no fueron identificados.

Versiones extraoficiales indican que en una vivienda ubicada por la calle de atrás del poblado, contigua a la calle principal, había una fiesta o reunión en la que estaba Orso Iván Gastélum, conocido como el Cholo Iván, jefe de la célula del Cártel de Sinaloa que controla los municipios de Salvador Alvarado, Mocorito y Angostura.

Los asistentes, varias decenas, habían sido advertidos de que no se retirarían del lugar mientras permaneciera ahí Gastélum. Eso, dijeron, podía durar de tres a cinco días, y había empezado el jueves. Pero los vecinos no recuerdan haber escuchado música, aunque hubo bebidas de todo tipo y drogas.

“A los que asistieron les advirtieron que la cosa iba a durar varios días. Que nadie de los asistentes iba a poder moverse hasta que el jefe se fuera de ahí. Mientras tanto iba a haber pisto y droga para todos. Fue una especie de encierro entre el jefe y sus matones”, señaló una fuente cercana a las investigaciones.

Varios militares habían acudido el viernes. Fuentes extraoficiales señalan que los delincuentes les habían dado dinero a cambio de que dejaran de vigilar la zona; los delincuentes les habrían dado 150 mil pesos a los soldados. Pero durante sábado y domingo siguieron pasando, y para entonces “el Cholo ya estaba drogado”.

Cuando la reunión estaba en su apogeo, un convoy de militares pasó por el lugar en dos o tres ocasiones. Eso molestó al Cholo, quien pidió a sus subordinados que trajeran una camioneta doble rodado que tiene un fusil Barret empotrado en el capacete, y cuando volvieron a pasar los soldados abrió fuego contra ellos, iniciándose la balacera.

Y fue él mismo, el jefe de la célula del Cártel de Sinaloa en la región, quien accionó contra los de verde olivo el Barret.

“Fueron como unos 15 minutos, pero tupidos. Bien duros”, dijo Jesús Castaños, de 56 años, habitante de La tasajera.

Emboscada

La Tasajera es una comunidad ubicada a cerca de 30 kilómetros al sur de la ciudad de Guamúchil, a un kilómetro del entronque con la carretera internacional México 15, por el camino que conduce a Cacalotita.

En cuanto se abandona la lengua de chapopote, el camino se hace pedregoso y el polvo se espanta al rodar de las llantas: polvareda fácil, insumisa y traviesa, sobre todo en tiempos. Alrededor solo hay monte y un poco más adelante un caserío tímido, de patios grandes y árboles prehistóricos.

El pueblo está partido por este camino, que es la calle principal. De pronto, las cortas avenidas se confunden con los patios de las casas y al revés. Hay una calle en la parte de atrás, en el sur del caserío. Es una calle escondida, ahora expropiada por los militares que mantienen sitiado el inmueble donde se realizó esa reunión y desde el cual les dispararon.

Los vecinos cuentan que los sicarios esperaron pacientemente a los soldados. Unos se mantuvieron del lado de la vivienda, una casa larga, de un solo piso, y tres puertas laterales que parecen conducir a una cuartería. El patio es grande y parece compartido con dos o tres viviendas. Desde ahí, desde los vehículos y esa camioneta doble rodado, les dispararon a los militares. Los agresores usaron armas calibre .50 —fusil Barret antiblindaje— AK-47, AR-15 y .38.

Desde otro punto, ubicado en el otro extremo del pueblo, también agredieron a balazos a los uniformados, que iban en dos vehículos artillados y sumaban alrededor de 10 o 12. Los sicarios se escondieron en una especie de barranco, un desnivel venido a zanja. Ahí se metieron y les empezaron a disparar a los militares, desde una distancia cercana a los 100 metros del inmueble ubicado al otro extremo.

Desde tres posiciones fueron agredidos los del convoy, aseguran.

Una de las balas hirió levemente árboles ubicados en los patios de las viviendas. También perforó la carrocería de una camioneta blanca marca Ford, placas UE-13035. Afortunadamente no hubo lesionados. Los mismos vecinos cuentan que los militares, mientras corrían y respondían la agresión, les gritaban que se tiraran al piso y eso hicieron en patios y dentro de las casas, los vecinos de La tasajera.

Versiones extraoficiales indican que en el lugar había al menos 10 militares tirados en el suelo, ensangrentados. Las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Estado solo reportaron un soldado muerto y cuatro heridos, pero otras fuentes indican que de esos 10 tirados, solo uno se movía. Otro más fue auxiliado por sus compañeros y llevado a un lugar seguro.

Al lugar llegaron agentes de corporaciones locales y también los de la funeraria Sedano, de Guamúchil. Los militares aseguraron armas y cartuchos, pero no lograron detener a nadie. Entre lo decomisado había una pistola calibre .38, con cachas de oro.

“Como aquí están los soldados, ahora todo está tranquilo. Pero aquí nunca se había visto una cosa así, de éstas. Aquí todos somos pacíficos”, dijo uno de los habitantes de La Tasajera.

Los militares evitaron el paso vehicular y peatonal por este sector. Con un “lo ignoro” respondieron a las más diversas preguntas sobre el operativo, su presencia en el lugar y la vida en ese poblado.

“Nadie entra. Ni los vecinos”, fue la más extensa de sus respuestas.

Negro pasado

Aquí, en este lugar, personal del Ejército Mexicano y la Secretaría de Marina destruyó, hace alrededor de seis años, un plantío de mariguana que fue localizado vía satélite por las autoridades federales. El enervante ocupaba cerca de 40 hectáreas y parte de la superficie estaba cubierta por malasombra, bajo invernadero.

En el operativo, los militares aseguraron una camioneta Cherokee, blindada. Pero no lograron detener a nadie.

Versiones de funcionarios del gobierno federal indica que la región de La tasajera y sus alrededores ha sido refugio de delincuentes y capos del narcotráfico, entre ellos familiares de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, jefe del Cártel de Sinaloa y hoy preso en el penal de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México.

También el Cholo ha ocupado esta zona como guarida.

Levantones y asedio

Hace alrededor de 20 días, varias patrullas de la Secretaría de Marina hicieron un operativo en Caitime, en el municipio de Salvador Alvarado. Cayeron a la casa propiedad de una persona que trabaja para el Cholo en cuanto a blindaje de vehículos y apertura del gasoducto para el robo de combustible.

Los uniformados, que iban en dos patrullas le insistían que les dijera dónde estaba Orso Iván Gastélum, pero como no obtuvieron resultados favorables, terminaron por exigirle la entrega de dinero a cambio de no detenerlo. Y se fueron.

Luego de la refriega en La Tasajera, los marinos volvieron a Caitime, pero no encontraron a quien buscaban. En su lugar, se llevaron a su esposa y a un hijo de 14 años, cuyas identidades no fueron proporcionadas.

“Los pasearon, los tuvieron varias horas dando vueltas por Guamúchil, hasta que los metieron a un cuarto, no sabe dónde. Ahí le pusieron varias veces una bolsa de plástico en la cabeza, para torturarlo. Le preguntaban una y otra vez si sabía dónde estaba el Cholo. A ellos los levantaron como a las tres de la tarde, y a las ocho de la noche los habían soltado”.

La huida

Informes extraoficiales señalan que luego de la emboscada, el Cholo huyó de La Tasajera hacia la comunidad de Acatita, rumbo a la carretera Costera. Ahí, de acuerdo con estos testimonios, dejó una camioneta blindada doble cabina, marca Ford, color gris.

Sorpresivamente, Gastélum tomó “prestada” una Cheyenne, que conducía un joven, a quien le dijo que se la iba a regresar, pero que si algo le pasaba a la camioneta se la pagaría. Horas después, la camioneta fue devuelta a sus dueños.

En la región de Mocorito, Guamúchil y Angostura, la Marina y el Ejército mantienen una férrea vigilancia. Como parte del endurecimiento de los operativos, se dio el enfrentamiento a balazos en la plazuela de la ciudad de Mocorito, en la que participaron, de acuerdo con testigos, un hombre identificado solo con el apodo de Marisquero, quien funge como gente de confianza delCholo en esa cabecera municipal.

La refriega devino en persecución pero no hubo detenciones, solo un vehículo asegurado. El operativo de respuesta de la Marina y el Ejército fue aparatoso e incluyó helicópteros. La vigilancia en esta región, lo mismo que en Guamúchil, se ha reforzado, pero a raíz de estas acciones, la célula del Cholo ha suspendido la extracción ilegal de combustibles, en las tomas clandestinas, y otras actividades delictivas.

Endiosamiento

“La gente de Guamúchil está endiosada con el Cholo”, expresó uno de sus habitantes. Muchos ven en esa ciudad a Orso Iván sin problema alguno, pero nadie lo detiene.

A él le atribuyen la baja en la incidencia de robos y asaltos, de despojo de vehículos, y también de asesinatos. Los homicidios son suyos, de nadie más. También el robo de gasolina y el trasiego de droga.

Cuentan que hace como un mes, durante marzo, varios delincuentes secuestraron a una persona y pidieron dinero a cambio de liberarlo. La policía no pudo y ni se metió. Quien lo resolvió fue el Cholo con un comando: ingresó al lugar, detuvo a los que estaban ahí y liberó al rehén. Ahora se habla de que los plagiarios fueron ejecutados y nadie dio con sus cadáveres.

Entre los secuestradores desaparecidos está uno al que apodan el Chino y otros dos, todos ellos con domicilio en la colonia Cuauhtémoc, de esa cabecera municipal. Esa, la Cuauhtémoc, era un sector muy conflictivo y marginado, famoso por los delincuentes que ahí vivían, como los Almodóvar y los hermanos Alfonso y Juan de Dios Santaolaya, los famosos pelagatos:homicidas, asaltantes, robacarros y ladrones, a quienes se les atribuyen no menos de 40 asesinatos y que ahora están presos.

“A muchos delincuentes, de esos raterillos, malandrines de barrio, los desapareció. Aquí no roban carros, a menos que sea la gente de Guasave que entre y se lleve alguno, pero eso es muy raro”.

Datos de la Procuraduría General de Justicia del Estado indica que este municipio es uno de los de menor incidencia delictiva. En el 2011 tuvo 121 delitos de alto impacto —secuestros y homicidios—, luego, en el 2012 fueron solo 64 y bajó a 34 un año después. En el 2014, los datos oficiales indican un ligero ascenso, a 47. La cifra es similar a la que tienen municipios como San Ignacio, Badiraguato y Sinaloa.

El Cholo se viste de Santa

Apenas en diciembre, familias de comunidades como Buenavista, La Tasajera y Caitime, de Salvador Alvarado, y Progreso, La cofradía y otras, de Mocorito, recibieron regalos de Navidad. Hubo camiones y camionetas con despensas, teléfonos celulares, tabletas y juguetes. Algunos de los regalos tenían dedicatoria: casos en que el o la beneficiaria pidió un producto específico y ese fue el que le entregaron, antes de Navidad.

Lo hizo con la complacencia del Ejército, que supo de esta distribución de regalos. También a ellos, aseguran, los tienen comprados los narcotraficantes que trabajan con el Cholo. Por eso lo quieren y protegen, lo endiosan: les da regalos, los cuida, les baja los índices delictivos, desaparece a los delincuentes, genera empleos y lo tiene todo controlado,  como un dios.

objetivo7

Medio independiente de Aguascalientes.

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