Los paquetes se abrieron y emergieron de ellos libros policromáticos cual mariposas revoloteando en ese atisbo otoñal: antes, minutos acaso, jóvenes del Centro Bachillerato Tecnológico que forman parte del Club de Lectura La Hojarasca lanzaron trozos de papel amarillos, homenajeando la obra del nobel de literatura, Gabriel García Márquez y esos mágicos insectos alados.
Fue en Recoveco, el llamado Macondo sinaloense, en el municipio de Mocorito, donde la comunidad docente y estudiantil —y autoridades, representantes de gobierno y personajes de la región— recibieron y abrieron los paquetes que contenían libros diversos enviados por la familia de García Márquez, desde la Ciudad de México.
Los integrantes de la comunidad del Centro de Bachillerato Tecnológico (CBTA) 133 abrieron los cinco paquetes este lunes, luego del tradicional homenaje a la bandera, en los patios del plantel. Cruz Hernández, catedrático, coordinador y fundador —y principal responsable de esta jardín de libros y lectores— mantuvo durante años relación epistolar con el nobel colombiano, a quien además acompañó en más de una ocasión —incluso en su residencia— durante reuniones con familiares y escritores allegados.
Hernández enviaba libros de autores locales y periódicos sinaloenses, algo de comida y algunos antojitos. De regreso, recibía libros, revistas y mensajes cometidos por el propio autor de Cien años de soledad.
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Ahora estaba ahí, parado y homenajeado, sin pretenderlo, en medio de la plaza. Otros estudiantes, autoridades educativas y culturales, y personajes de esa región de Mocorito, lo acompañaron.
Entre los asistentes estaban el diputado local Héctor Melesio Cuen Ojeda, dirigente del Partido Sinaloense (PAS) y presidente de la Comisión de Educación, además de funcionarios de los institutos Sinaloense de Cultura y Municipal de la Cultura, de Culiacán y Mocorito.
Cuen Ojeda, ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) lamentó que el promedio de lectura en México no llegue a tres libros por persona.
El compositor e intérprete Víctor Franco, amenizó el acto y convocó a los jóvenes a no guardar silencio y a protestar, ante la violencia imperante y la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero.
“Protesten, levanten la voz ante la violencia. No debemos quedarnos callados. Un país sin cultura, sin voz, es como tener el alma muerta”, sostuvo.
Lorenzo Sapiens Paýan, director del CBTA, dijo los textos de García Márquez son cultura y “nos hace mejores personas, el lector se cultivan intelectualmente y se aleja de los vicios y la delincuencia”.
En el plantel, estudiantes, maestros y funcionarios públicos abrieron los cinco paquetes, en cuyo interior había 170 libros del nobel colombiano, quien murió en abril de este año, en la Ciudad de México.
Uno a uno fueron emergiendo, como inquietos y mágicos insectos alados, libros de Fuentes, García Márquez y Lorenzo Meyer, entre otros. Y en sus interiores, como una voz madura y palpitante, el sello: libro donado por el maestro Gabriel García Márquez al Club de Lectura La Hojarasca, del CBTA 133, del ejido Recoveco, Mocorito, Sinaloa.
Y las mariposas estrenaron sus alas ante los ojos ávidos de tanto joven y no tanto. Y volaron con el aletear de las hojas de los libros por todo el plantel y Recoveco y Mocorito. Y más allá.
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