MADRID, 10 Jul. (EUROPA PRESS).- La selección argentina volverá a jugar la final del Mundial 24 años después tras superar a Holanda en la tanda de penaltis (2-4) gracias a los fallos de Vlaar y Sneijder, por lo que se repetirá la final de México’86 e Italia’90, el partido que le falta a Leo Messi en su palmarés, la posibilidad de hacer eterna y colectiva su gloria individual.
Tuvo que ser desde los once metros, pero Argentina ya está donde quería estar al comienzo del torneo. En Maracaná, sin el anfitrión delante y con la vida en juego. Messi recorre el mismo camino que Maradona. Ya sólo un partido separa al rosarino del ‘pelusa’. Ya sólo restan 90 minutos para que Argentina vuelva a sentirse rey del fútbol.
El partido demostró que nadie quería perder. El miedo se impuso al descaro y la cobardía hizo lo propio con el balompié. Argentina apenas lanzó un par de veces a portería, mientras que la ‘Oranje’ de Van Gaal estuvo tan encorsetada en su táctica que no llegó a probar a Romero en todo el partido.
Parecía imposible encontrar la rendija que rompiese la timidez de unos y otros. Sin ocasiones ni desmarques, las porterías fueron un complemento de ‘atrezzo’ en esta semifinal mundialista. La antítesis al triunfo alemán de este martes, que había sido esplendoroso, goleador, cautivador para el espectador. Ahí tendrá Sabella su próximo escollo. Entender cómo parar a la ‘Mannschaft’.
Van Gaal, que tuvo en Ron Vlaar a su mejor hombre, dispuso un marcaje para Messi –perseguido por De Jong hasta cuando la ‘pulga’ abandonaba el radio de acción– y sólo a balón parado pudo hacer daño el jugador del FC Barcelona. Una falta al cuarto de hora fue lo poco que tuvo Argentina en su haber.
Pero poco importó a los técnicos que el partido fuese una partida de ajedrez, todo lo contrario. El objetivo era no fallar en defensa y esperar un error del rival. Movimientos precisos, balones al aire, segundas jugadas y bostezos, muchos bostezos en la grada de Sao Paulo que sólo desaparecieron en los diez minutos finales.
Higuaín, antes de ser sustituido por Agüero, la estrelló en el lateral de la red tras un excelente servicio de Enzo Pérez; y Van Persie replicó con una media-chilena que se fue por alto. Nada nuevo bajo el sol hasta que Robben decidió meterle una marcha más al partido. El jugador del Bayern se atrevió a quebrar el orden de la albiceleste, aunque tampoco encontró premio.
Primero en el último suspiro del tiempo reglamentario y, después, tras ser impedido por Mascherano –el mejor del partido– en el tiempo de prórroga. No había manera de abrazar el billete para la final. Sin ritmo, cualquier comparación con otros ‘clásicos’ resultaba una ofensa en la que ya se ha bautizado como una de las peores –sino la peor– semifinal de la historia.
PENALTIS, 16 AÑOS DESPUÉS.
La prórroga mejoró el aspecto del paciente, pero sólo la tanda de penaltis pudo decidir al rival de Alemania en Maracaná. Dieciséis años después, una semifinal del Mundial se resolvió desde el punto fatídico, el mismo que impidió a Robben, Sneijder y Van Persie concretar una nueva final.
Sergio Romero, desterrado este curso en el Mónaco, ejerció de protagonista al detener dos lanzamientos. Lo demás es historia para la Holanda errante, la misma que siempre tropieza cuando se ha de bordar la estrella en el pecho.
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