Río Doce.- Cuatro muertos, entre ellos un menor de edad, y al menos 16 desaparecidos. Es el saldo parcial de uno de muchos episodios de una guerra librada en la zona alteña del municipio de Tamazula, en el estado de Durango. Uno de muchos episodios sangrientos. Y los que faltan: todo por el negocio de las drogas, en una región cuya tierra parece una alfombra de plantíos de mariguana y amapola.
En el lugar malviven habitantes de comunidades como Las coloradas, Las nuevas coloradas, Las coloradas de arriba, Las coloradas de abajo, Las trancas, 2 de Abril y Chacala, que en total no suman más de 200 habitantes. Ahí, agentes de la Policía Municipal y personal del Ejército Mexicano, adscritos al 51 y 71 Batallón de Infantería, con sedes en Santiago Papasquiaro y Tamazula, realizan una batida.
Versiones de jefes de la policía de Tamazula indican que habría en la zona alrededor de mil soldados y una buena parte de los agentes de la corporación, alrededor de 60, en busca de los agresores y de las víctimas de los enfrentamientos iniciados la madrugada del lunes en esta zona, que se prolongaron durante ese día y el martes.
Fue hasta martes y miércoles cuando acudieron primero policías y luego soldados de la Décima Zona Militar, adscritos a la Tercera Región Militar, con sede en Mazatlán. Información de los mandos castrenses que han participado en estas acciones indican que entre los bandos que participaron en las refriegas sumarían entre 50 y 60 hombres armados: de un lado los de Las trancas, del otro sus acérrimos enemigos, los de Chacala.
El terror
En octubre del año pasado, seis integrantes de una familia fueron muertas a balazos en la comunidad de La mesa del rodeo, cerca de Chacala. Muy cerca de esta zona está el poblado Las trancas, liderada por un hombre identificado por las autoridades como el Güero trancas, quien aparentemente tiene un grupo numeroso de sicarios y se dedica a la siembra de enervantes.
Uno de los hijos del Güero trancas fue muerto a tiros, aparentemente por los del bando contrario, hace alrededor de un año. En medio de estos hechos hay otros igual o más violentos y sangrientos: asesinatos, ataques a comunidades, emboscadas, amenazas, zozobra y miedo. Detrás está el negocio de las drogas, pero también viejas rencillas entre ambos grupos.
Ricardo Ochoa. No sé la causa.
Ricardo Ochoa. No sé la causa.
Aquí, a la vuelta
A solo una hora de la ciudad de Tamazula, si se siguen las escasas carreteras a la zona montañosa y los caminos de terracería, los militares aseguraron un laboratorio para el procesamiento de droga sintética, y uno más a tres horas de esta cabecera municipal.
Uno de los oficiales del ejército junta los dedos para responder si hay muchos plantíos de enervantes en las montañas. “Un chingo”, responde luego de una pausa.
Una patrulla de militares lleva a los patios de la Policía Municipal una cuatrimoto encontrada en medio de un plantío de mariguana de 15 por 100 metros. La mariguana medía poco más de un metro, sometida a un proceso intensivo, y algunas de las plantas ya estaban “coleando” y les faltaba pocos días para cosecharse.
Lo sorprendente, contaron los militares, es que el sembradío estaba atrás de la ciudad, a las orillas, junto al río Tamazula. A unos metros, pues, del centro histórico de esta ciudad duranguense, que se siente más identificada con Culiacán que con el resto de esa entidad.
Ese lunes
Los pobladores avisaron vía telefónica a la comandancia de la Policía Municipal. Hablaban de 15, 18 y hasta 20 personas muertas, entre ellos algunos menores. También reportaron el ataque a una vivienda y que los agresores usaron granadas de fragmentación, pero poco de esto encontraron los uniformados cuando llegaron al lugar, el martes, y reforzaron el operativo el miércoles y jueves.
Lo que luego confirmó la autoridad es que ambos bandos se dispararon y persiguieron durante cerca de 15 kilómetros, en Las coloradas y Las trancas. Y que ahí quedaron regados sombreros, zapatos, cachuchas y otras prendas, y luego el cadáver de una persona no identificada y tres heridos, uno los cuales fue trasladado a Tamazula y los otros dos a Culiacán, luego de haberlos llevado a Cosalá.
Los heridos fueron identificados como José Valdez Castañeda, Alejo Villanueva Zazueta y José Ángel Arredondo Yáñez. Todos están en calidad de detenidos y bajo resguardo militar, y ninguno dio más información que su nombre, domicilio y datos personales básicos, pero nada de la identidad de los agresores ni las causas de los ataques.
“Los soldados los interrogaron y también los policías, pero no quisieron decir nada. Ellos saben que si hablan hasta donde estén van y los matan”, dijo un oficial de la policía local.
Versiones extraoficiales ubicaron a algunos de los lesionados con domicilio en las comunidades Rincón de Zoyopa y Las flores.
Los otros tres cadáveres fueron encontrados en esta región durante miércoles y jueves, y dos de ellos fueron llevados a Tamazula. Uno de los occisos fue identificado por familiares y tenía apenas 16 años.
Hay un vehículo que permanece en los patios de la policía, en Tamazula. Es una camioneta Tacoma, marca Toyota, blanca, con varios impactos de bala y placas de circulación UD-18867. También había cuatro armas largas y cartuchos.
El abandono
Durante el jueves, familiares de los policías que habían sido enviados a la zona de los enfrentamientos acudieron una y otra vez a preguntar por ellos: la madre, la esposa, el hijo, uno por uno, con el ceño fruncido y las sombras en el rostro. Los agentes sabían de la incertidumbre y les contestaban que ya mero llegaban, que durante la tarde estarían de nuevo ahí, en Tamazula, y que no había problemas.
“Es que está feo por allá”, dijo uno de los policías que custodiaban la comandancia y el radio de comunicación. Debido a la poca carga de los equipos portátiles que llevaban los comisionados a la sierra, la orden era que solo los prendieran ocasionalmente, para informar de novedades.
En la ciudad —donde otro poli insiste en que no se le llame así, sino rancho grande— el miedo se respira. El espanto por los muertos y los ataques alcanzó estos rincones de pavimento hidráulico, a los cerca de 2 mil 700 habitantes. Está en sus conversaciones en la plazuela, los restaurantes, el andar en las compras y en esas camionetas de lujo que pasan y pasan, oteando los patios de la policía y la guardia que montan a ratos los militares.
Una avioneta y un helicóptero del gobierno del estado de Durango permanecen en Culiacán, a 70 kilómetros de esta cabecera municipal. Y todos acá se preguntan que hacen dos aeronaves en la capital sinaloense, si las necesitan en el operativo de búsqueda, rescate de heridos y reforzamiento de la seguridad que buscan instaurar los uniformados.
El jueves, desde la mañana, militares y agentes preguntaban si ya había despegado al menos el helicóptero. Dos avionetas del Ejército Mexicano surcaron el cielo tamazulense y llevaron y trajeron reportes, pero nada más. Durante la tarde la comandancia recibía el reporte del gobierno estatal de que los pilotos no habían sido localizados.
“Es abandono de servicio. Si fueran del Ejército ya estarían en la cárcel”, dijo un militar.
Dos horas después se supo que el helicóptero ya volaba en la zona. Ahora el problema, de acuerdo con los reportes de los policías que estaban en las montañas, era que nomás pasaba y que al parecer no los veían.
Esto refleja el abandono en que se encuentra Tamazula. O viajan en avioneta, que no tienen, para llegar a otras comunidades y municipios de Durango, incluida la capital. O hacen seis horas o más para llegar, pues tienen que viajar a Culiacán por carretera, y de ahí a Cosalá o Mazatlán, y luego seguir el asfalto y regresar a esa entidad.
Tampoco hay bases de las policías Ministerial o Estatal Preventiva, solo un destacamento militar.
Cuando los policías regresan, polvorientos y sudados, trae el espanto en el rostro. Vuelven del infierno con dos de los cuatro cadáveres, entre ellos el de un menor. Los entregan a la funeraria y salen por el patio del inmueble, en el centro de Tamazula, como un bombero que traspasa las flamas y logra salir ileso de las lenguas de fuego.
—¿Cómo están las cosas allá arriba? ¿Cuántos muertos en total?
—Están muy duras, oiga. Hay muertos pero nosotros no más hemos encontrado estos cuatro. Hay otro grupo que está en otra zona y nos reportan que en total suman 16 desaparecidos de las comunidades cercanas. Y yo creo que están todos muertos.
Arde la puerta al triángulo dorado
Andrés Villarreal
Tamazula, Durango.-La sierra arde, como no ha dejado en medio siglo, pero en Tamazula, los seis policías que quedan en la cabecera municipal ayudan a ancianos a bajarse de las camionetas para cobrar el pago del 65 y más, en la bulliciosa plaza Guadalupe Victoria.
Allá arriba, lejos, a cinco horas en vehículos todo terreno por terracerías escabrosas, casi la mitad de toda la policía —60 municipales en total— van con efectivos del ejército peinando la zona, luego de 72 horas que los pobladores reportaron enfrentamientos armados y dos decenas de muertos. Pedían ayuda, pero en la sierra todo es lejos, todo tarda.
Lo único que se sabe viaja por la frecuencia de la radio, desde los puntos donde la señal lo permite y lo apagan para cuidar la pila. Lo último que dicen es que el helicóptero que prometió el gobierno estatal desde el miércoles, les cruzó por arriba de sus cabezas el jueves por la tarde y se fue de largo.
—Avísenles que aquí estamos, le pide un policía al director de Seguridad Pública por el radio. Es un boludo blanco, repite.
Acá, los de Tamazula ya oyeron la noticia que viajó de boca en boca: muertos, persecuciones, balaceras. Hablan de eso porque oyeron, pero saben muy poco. Viven aquí, en la sierra, pero muchos ni siquiera conocen la ubicación de las poblaciones de Las coloradas, Las nuevas coloradas, 2 de abril y Chacala —ésta sí más conocida—, por donde se persiguieron dos grupos de hombres armados en un radio de unos 15 kilómetros, porque la balacera empezó en la población de Las Trancas el lunes 7 de abril.
Familiares de los policías municipales, hijos, esposas, hermanos, llegan al cuarto de block que hace de base de la Dirección de Seguridad Pública. Quieren saber cuándo regresan los policías, cuándo bajaran, si ya hay noticias de qué pasa allá arriba, si están fuera de peligro. Llevan ya dos días recorriendo la zona que los caminos vuelven lejana, aunque en línea recta no lo estaría tanto.
El municipio pavimentado
En Tamazula, casi todo se llama Guadalupe o Victoria, tomando los nombres del héroe local, el primer presidente de México, que por cierto no se llamaba así, porque se cambió el nombre luego del asalto a Oaxaca ya unido con el movimiento Insurgente.
La primera impresión de Tamazula es el movimiento de vehículos: camionetas pick-up, cherokees, cuatrimotos, rinos…la segunda es que para mover tanta máquina, todas las calles de la cabecera, todas, están pavimentadas. Pocos municipios del país pueden decir que tienen cada vialidad con asfalto. Y hasta a un alcalde se le ocurrió poner cuatro semáforos aunque no haya tránsitos.
En la cabecera solo viven el 10 por ciento de los 26 mil 300 habitantes; el resto están desperdigados en 632 comunidades, algunas con solo un habitante, otras con 24 como Las Coloradas, donde fue la balacera de este abril del 2014.
Tamazula tiene un contacto muy lejano con la capital del estado. Todo se hace mejor en Culiacán, Sinaloa, a poco más de una hora por carretera pavimentada. Ir al Mercado Rafael Buelna (el “mercadito”) es viaje habitual y necesario para traer todo lo necesario. Ir a Durango por tierra implicaría atravesar medio Sinaloa, de Culiacán a Mazatlán, y otras cuatro horas hasta Durango.
El triángulo
Ricardo Ochoa Beltrán tomó la presidencia hace siete meses. Estos días cambió su despacho a la oficina del director de la Policía —solo cruzó dos calles— y ha pasado la mañana respondiendo llamadas telefónicas de la capital Durango, explicándoles que no están confirmados los 20 muertos de los que hablan los medios.
Ya le habló el Secretario de Gobierno y el Procurador de Justicia. Les vuelve a decir que oficialmente son cuatro muertos y tres heridos. Aprovechó, otra vez, para pedir ayuda al gobierno estatal para cubrir la accidentada geografía de este municipio. No tienen base de las fuerzas policiacas estatales, por ejemplo.
La sola mención de la palabra “narcotráfico” en Tamazula, provoca el rechazo.
—Yo no sé decirle si esa (el narcotráfico) sea la razón —dice el presidente municipal Ricardo Ochoa.
En las calles, los pobladores tampoco mencionan la palabra, pero reconocen que casi todas las familias dependen directa o indirectamente de lo que pase en el triángulo dorado.
Si no fuera por el narcotráfico, Tamazula estaría cerca de ser Suiza:
Delitos registrados en averiguaciones previas en el fuero común en 2010: 44. Delitos por robo registrado en el MPFC: 17. Cero delitos sexuales, cero sentencias condenatorias del fuero común… pero en el fuero federal hay 72 sentencias condenatorias.
Hoy, por ejemplo, el Ejército encontró y destruyó un plantío de mariguana casi pegado a las casas, pasando el río. No hay detenidos, solo una cuatrimoto asegurada, pero nadie buscará a su dueño.
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