Crece el asesinato de indigentes en Culiacán y también la impunidad
Río Doce.- “Le rociaron gasolina y le prendieron fuego a indigente en Culiacán” es el título de la noticia que desde hace 10 días se reproduce en decenas de periódicos, páginas web y redes sociales. Es ese tipo de información policiaca que despierta la curiosidad y el morbo. Y a la que se le da seguimiento periodístico en lo que sucede otro crimen de alto impacto que lo supere.
El hecho es que el 6 de febrero pasado, Joel Rentería, de 44 años, se encontraba dormido en las inmediaciones del mercado Rafael Buelna, a eso de la una y media de la mañana, cuando le prendieron fuego. Según testigos, los responsables fueron dos personas encapuchadas vestidas de negro que iban en una motocicleta.
El indigente murió el viernes pasado, luego de estar en coma inducido durante ocho días en el Hospital Civil de Culiacán, con quemaduras de tercer grado en 50 por ciento de su cuerpo. Desde que ingresó, los médicos que lo valoraron dijeron que tenía un 20 por ciento de probabilidades de vivir.
No es la primera vez que un ataque de este tipo sucede. Las agresiones y asesinatos de personas indigentes se encuentran documentadas desde hace siete años. Pero esos homicidios se olvidan con facilidad, pues no hay quien exija justicia para ellos.
Fue en 2006 cuando un grupo de indigentes de Culiacán culpó a jóvenes con facha de juniors de llegar hasta las bancas de las plazuelas donde dormían para golpearlos y quemarlos por diversión.
Tan sólo el año pasado, 11 personas, entre indigentes y recolectores de botes de aluminio, fueron asesinados en Sinaloa al ser quemados o usados como “tiro al blanco”. Seis más han sido atropellados este año por vehículos de los cuales se desconocen sus características porque se dieron a la fuga. La mayoría de estos hombres y mujeres, que vagaban por las calles durante la noche y se arrinconaban en bancas de las plazas o parques de la ciudad, fueron trasladados al Servicio Médico Forense (SeMeFo) “en espera de ser reclamados por sus deudos”. Sin identificación y en calidad de desconocidos, yacen hoy en la fosa común.
Recuento macabro
La madrugada del 28 de agosto de 2006, en el tramo de la carretera Culiacán-Rancho Viejo, un indigente no identificado de aproximadamente 55 años fue asesinado de tres balazos. Según informes de la Procuraduría de Justicia de Sinaloa, los agresores usaron a la víctima de tiro al blanco “sin motivo aparente”.
El 3 de septiembre, Gilberto (quien no dio su nombre verdadero por temor) narró que un grupo de jóvenes lo lanzó a la ribera del Tamazula desde una altura de tres metros, bajo el puente José María Morelos. Hasta ahí fueron a rescatarlo los bomberos y paramédicos de la Cruz Roja, quienes lo trasladaron al hospital con una lesión traumática del diafragma.
Alrededor de la una de la mañana del 12 de octubre de ese mismo año, Ignacio Franco, de 41 años, murió por quemaduras de segundo grado cuando “varios desconocidos le rociaron gasolina y la prendieron fuego”, mientras dormía en una banca frente al parque Constitución. antes, en el hospital civil, gritó que un grupo de jóvenes lo había atacado: “¡ayúdenme, me quemaron los juniors, llegaron en una hummer!”, acusó.
Una hora más tarde, indigentes que dormían en la plazuela Antonio Rosales fueron pateados y golpeados con bates. Guillermo, quien no alcanzó a correr, también fue empapado de gasolina y quemado, pero se revolcó en el piso para sofocar el fuego de su ropa. Como pudo, se enfiló rumbo al Hospital Civil por el malecón viejo y llegó al área de urgencias, en donde se recuperó luego de un par de semanas. Los agredidos vieron a un grupo de entre 10 y 15 jóvenes que entre risas abordaron tres camionetas: una tipo Lobo color verde, una Chevrolet y una Hummer.
El 18 de noviembre de 2010, otro indigente fue asesinado a golpes en la colonia Infonavit Humaya, por el bulevar Enrique Cabrera. Fue identificado con el apodo del Pampano. Testigos informaron que la víctima caminaba por la acera y de pronto se desmayó. Al acercarse se percataron que traía sangre en la cabeza. el dictamen médico indica que fue golpeado.
En mayo del año pasado, un desconocido de aproximadamente 50 años “de aspecto indigente” fue asesinado a balazos, también en la madrugada, en la colonia Agrarista Mexicana, cerca de la carretera Culiacán-Imala. en el lugar se encontraron dos casquillos de pistola cali- bre .45 milímetros.
Ese mismo mes, Adrián Aguilera Félix, de 45 años, conocido con el nombre del Greñas o el Maromero, fue encontrado muerto, al parecer por lesiones de arma blanca. El Maromero sobrevivía realizando maromas en los cruceros de Culiacán. El cadáver fue localizado en el patio de una casa abandonada, en el fraccionamiento Chapultepec del Río.
Otro caso que conmocionó a principios de junio pasado fue el asesinato de un hombre que buscaba y recogía latas en la colonia Hidalgo. eran las cinco de la mañana. el hombre iba en una bicicleta tipo montaña sobre la calle Jesús Ureta, entre las avenidas Ejército Nacional y Francisco Flores, cuando fue asesinado a balazos, supuestamente por un grupo de jóvenes que bebían cerveza y que jugaron al tiro al blanco con la víctima. En un principio, los investigadores señalaron tener pistas sobre las personas que se embriagaban a pocos metros del crimen, pero los culpables nunca fueron detenidos.
En julio anterior asesinaron a tres indigentes más. Uno, de alrededor de 35 años, fue ejecutado de tres impactos de bala por una de las calles de la colonia Los Huizaches. Se le identificó por algunos vecinos con el nombre de Paúl, alias el Lento, quien a diario deambulaba por las calles de ese sector juntando botes de aluminio.
La nota señala que “Agentes investigadores de la Policía Ministerial del Estado (PME), se encargaron de indagar lo sucedido” y que “se aseguraron como evidencia cinco casquillos para pistola calibre .9 milímetros que se encontraron cerca del cuerpo”, la realidad es que hasta ahora no hay noticias de los asesinos.
La segunda víctima fue una mujer indigente de nombre Alejandra, de aproximadamente 50 años. Fue acuchillada en diferentes partes del cuerpo y degollada en el interior de unos locales comerciales abandonados, en la colonia el Vallado Viejo.
Y el tercer homicidio fue el de un indigente no identificado atacado a balazos. Iba en compañía de otros dos hombres, quienes resultaron heridos. Los tres sujetos utilizaban como techo para dormir la parte de atrás de unos comercios ubicados entre las vías férreas y el bulevar Emiliano Zapata, en las inmediaciones del puente Rolando arjona.
En agosto, los medios informaron: “Una persona de aspecto indigente fue asesinado a tiros por desconocidos en pleno centro de la ciudad. El occiso fue identificado como Benjamín Pérez Niebla, alias el Garra, y la “policía confirmó que era un indigente que merodeaba esa zona, desconociéndose hasta el momento su domicilio particular” y que al no encontrar casquillos, se presume que los homicidas le dispararon con un pistola revolver.
La madrugada del 15 de septiembre, otro recolector de latas de aluminio fue asesinado a tiros por una de las calles de la zona residencial Chapultepec. Sujetos no identificados le dispararon a la víctima con dos tipos de armas desde un vehículo en movimiento. En el lugar hay cámaras de seguridad, pero hasta ahora no se ha presentado ningún avance de las investigaciones. El asesinato se registró a las cuatro y media de la madrugada sobre el carril de poniente a oriente del bulevar Diego Valadés, mejor conocido como malecón nuevo. Junto al cuerpo sin vida quedó una bolsa con botes de aluminio aplastados y seis casquillos.
Los más vulnerables, al garete
Los indigentes viven una doble tragedia: aparte de ser pobres en extremo, están solos. no hay quien vele por sus derechos, ni quien les haga justicia. La estadística lo confirma. De los hechos señalados, ninguno ha sido esclarecido por las autoridades judiciales.
El presidente de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Sinaloa, Leonel Aguirre Meza, mencionó que los casos de indigentes asesinados “son situaciones extremas que realmente deben preocuparnos como colectivo porque lo estamos padeciendo como patrón social”.
En entrevista a Ríodoce, el Ombudsman independiente señaló que “hay un vacío de autoridad porque los casos de los indigentes quemados y agredidos no se investigan y la misma impunidad genera que se cometan ese tipo de delitos y que llegue a ser sistemático; es un juego perverso y es para dar miedo, que escojan a una persona indefensa para agredirla o matarla”.
Aguirre Meza señala que en cada caso se debe abrir una investigación por oficio.
“Si alguien le pregunta al Procurador dirá que hay averiguaciones abiertas por todos estos casos, pero eso no garantiza nada. no hay quien reclame. Por eso la autoridad no se siente tan presionada cuando se trata de muertes de indigentes; cuando el caso es de alguna persona en donde hay la intervención mediática para la víctima, la procuraduría ahí está, pero aquí no, pues no hay quien pelee por ellos, o defienda sus derechos. Dicen que están investigando pero yo te aseguro que no ha habido ningún detenido responsable por agredirlos o asesinarlos”.
Explicó que “La autoridad tiene que tratar el tema con igualdad para todos, pero aquí no lo hemos tenido, porque ha habido muchos casos y no ha habido una respuesta de la autoridad, ni siquiera de la sociedad, el colectivo no expresa su indignación, lo están empezando a ver como algo normal, que sea asesinada una persona que aparentemente no significa nada para nadie”.
“Tampoco hay un organismo que los defienda, incluso ni siquiera hay un censo que nos diga cuántos indigentes hay, para ubicarlos… de la autoridad no tene- mos nada”, concluyó.
Sin políticas de apoyo
El Tercer Informe de Gobierno de la actual administración estatal informa que el balance de resultados de la llamada obra humana, en el rubro de asistencia social a sujetos, familias y grupos vulnerables, mantiene un avance del 50.89 por ciento. Sin embargo, en estos conceptos que maneja el Sistema DIF (Desarrollo Integral de la Familia) no se mencionan a los indigentes como grupo vulnerable, a diferencia de personas con discapacidad y habitantes de zonas rurales marginadas a los que se les apoya con alimentos.
La Secretaría de Desarrollo Social y Humano (SEDESHU) tampoco maneja el tema y mucho menos tiene políticas de apoyo a implementar para este grupo.
Entrevistada al respecto, la procuradora de la Defensa del Menor, La Mujer y la Familia, dependiente del DIF Estatal, Lizbeth Osuna Hernández, aceptó que no existe un diagnóstico para conocer el número de vagabundos que deambulan por las calles, pero aclaró que “cuando nos reportan a una persona en esa situación vamos por ella, nos coordinamos con el sector salud y muchos se canalizan al Hospital Psiquiátrico porque tienen problemas mentales. De ahí, algunos que cumplen con ciertas características pasan al Centro de Reinserción Social para enfermos Mentales sin Hogar, es decir, aquellos que no tienen hogar, que tengan trastornos siquiátricos funcionales o que se puedan valer por sí mismos”.
Osuna Hernández dijo que “muchos no son de aquí y buscamos a sus familiares en otros estados” y lamentó lo sucedido con el último indigente víctima de quemaduras: “tengo entendido que la Procuraduría está trabajando en buscar y ubicar a los familiares de este señor”.
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